Cap 19. El cumpleaños de Sirius.

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Eileen Snape removió con avidez, el contenido de uno de los tres pequeños calderos humeantes. Se hallaba preparando sus famosas pociones en un solitario baño de chicas de la segunda planta del castillo de Hogwarts, donde nunca nadie asomaba la nariz por allí. Siempre permanecía vacío, ya que lo solía regentar el espíritu de Myrtle la llorona. No era mala chica, pero podía ponerse realmente pesada cuando se lo proponía.

Aplastó con el cuchillo una raíz y añadió su jugo a la poción alisadora del cabello que estaba realizando, muy popular entre las chicas debido a sus buenos resultados. Desde que su padre era profesor de pociones, era para ella un verdadero chollo, ya que los materiales, se los sustraía de sus armarios privados cuando iba a visitarlo a su despacho. Aprovechaba las veces que se quedaba dormido después de sus muchas sesiones de lectura, para saquear lo que le hacía falta. Siempre procuraba hacerlo en pequeñas cantidades y sin abusar, para que no se diera cuenta, ya que sabía que estaba jugando con fuego... el resto lo robaba del invernadero del profesor Longbottom, los sábados por la tarde, cuando el profesor no se daba cuenta. Así que últimamente la producción de sus pociones para la venta, le salía gratis... todo eran ganancias para James y ella. Y estaba consiguiendo ahorrar para sus propósitos.

James le insistía, de vez en cuando, saber de dónde sacaba los materiales, ella le decía que era mejor que él permaneciese al margen e inocente. El chico decidió no preguntar más ante las muchas negativas, aunque no era tonto y sospechaba lo que hacía su mejor amiga. Era como si le gustase el peligro, porque robarle material de pociones a Severus Snape, era una locura mirase por donde se mirase, por mucho que fueras su hija. Sin olvidar, que el hombre ignoraba que Eileen seguía vendiendo pociones a escondidas. Ahora tenían más cuidado, ambos no deseaban que llegara a oídos de Severus Snape que seguían en el "negocio"...

La chica dio un respingo al oír el chirrido de las bisagras oxidadas al abrirse la puerta del baño. Suspiró aliviada al ver a su amigo James asomarse por la puerta.

-¿Eileen?- preguntó en un susurro.

-¡Estoy aquí!- susurró la chica, que removía con mimo el interior de otro de sus pequeños calderos.

El chico se adentró con sigilo en el interior del cuarto de baño de chicas con cierto rubor, por mucho que supiera que allí no iba nunca nadie, no dejaba de darle cierta vergüenza. Algún día los pillaría alguien y por su propio bien, esperaba que nunca se tratase del padre de Eileen.

-Te estaba buscando...

-¿Me echabas de menos cariño?- dijo con cierta sorna la chica, lanzándole un beso.

-¡Que idiota eres!- replicó divertido- Necesito que me ayudes con los deberes de pociones...

-Me queda quince minutos y termino. Si quieres nos vamos a la sala de estudios y te ayudo, tengo que terminar la tarea de DCAO.

El chico asintió con la cabeza y se sentó en el suelo al lado de su amiga. Un voluminoso libro con las tapas muy gastadas reposaba a su lado, ladeó la cabeza con curiosidad para poder leer el título.

-¡¿Herbología avanzada?! ¿Desde cuándo te interesan a ti las plantas? Sólo lees libros sobre quidditch y corazón de bruja.

-¡A mí me han gustado siempre las plantas, sucedáneo de Gryffindor!

-Sí... lo que tú digas...- dijo con sorna mientras cogía una pequeña botellita y ayudaba a su amiga a rellenarlas con poción anticonceptiva, que vendían con la mayor de las discreciones, aunque no era algo que se vendiera todos los días...era una poción un tanto complicada de realizar, eran muchos las que lo habían intentado sin éxito, además no era una poción que hubieran dado en clase. Eileen había sido la única en conseguir realizarla con éxito en el castillo, así que los chicos y chicas, casi siempre del último curso como ella, solían confiarle. Así que más o menos sabía quien había dejado de ser virgen en ese colegio... o al menos que presumían de ello.

No te acerques tanto a ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora