El amor de las viejas novelas
murmura un deseo a las estrellas.
Coge mi mano y duerme junto a mí;
si no te importa, me quedaré aquí
hasta el fin.Neville Longbottom se hallaba en el despacho de la directora McGonnagall intentando guardar la compostura y las formas, todo lo que su lamentable estado le permitía. Su rostro estaba completamente demacrado, pálido como un muerto y ojeroso como un vampiro. Su piel se estaba tornando por momentos a un tono verdoso, dándole un aspecto enfermizo. A todo esto le acompañaba una sensación de opresión en las sienes, como si tuviera la cabeza atrapada dentro de una prensa hidráulica. El dolor de cabeza era casi insoportable, sentía cómo le bombeaba, en un malestar intermitente y encima estaba intentando aparentar cierta normalidad... sin tener mucho éxito. Pero lo que peor llevaba de todo, eran las náuseas. El estómago lo tenía completamente revuelto, con esa sensación de vacío, como si se hubiera pasado horas montado en un tiovivo fuera de control. La boca áspera y pastosa. Por mucha agua que bebiera, no conseguía quitarse esa sensación de sequedad, como si se hubiera comido una docena de cactus.
Lo que tenía el apacible profesor de herbología, era lo que se conocía vulgarmente como una resaca de campeonato.
Para qué negarlo.
Se había levantado muy avanzada la tarde, casi ya cayendo la noche. Se había pasado el día durmiendo, como dicen los muggles, en un coma profundo, ya que Eileen le había dejado agotado de tanto bailar. Era la primera vez en su vida que se levantaba de mal humor, maldiciendo como un condenado, con ganas de arrancarse la cabeza del dolor y la neblina que le envolvía.
Cómo echaba de menos esas pociones de Eileen ahora... ¿Dónde estaba cuando se la necesitaba?
Y allí estaba, en el despacho de la directora del colegio, intentando no morirse y aguantar el chaparrón que se le avecinaba... La mujer le estaba echando la reprimenda de su vida. Siquiera cuando era estudiante, recordaba que Minerva le regañara tanto... A la mala puta de Graham le había faltado tiempo para irle con el cuento... y al resto del colegio. Su escapada nocturna y su embriaguez ya eran de conocimiento público, ya que había procurado contárselo a todo el mundo. Seguro que ya lo sabía todo Londres... No le extrañaría en absoluto, que al día siguiente pusieran de titulares en "el profeta": <<El jefe de la casa Gryffindor vuelve borracho, tras una noche de parranda>>
Veía los labios de la mujer moviéndose sin parar y el sonido de sus palabras, pero era incapaz de seguir el hilo de la conversación... bueno, más bien del monólogo, porque la única que hablaba allí era la mujer. Ya se había perdido cuándo le dijo eso de: "Longbottom, me lo esperaba de cualquiera menos de usted"
¡Por Merlín! Mejor que esa tortura acabase pronto... si no tendría que morirse allí mismo irremediablemente.
Se percató que la directora se había callado y lo fulminaba con la mirada. Él se limitó a guardar silencio, sin poder evitar y siendo consciente de que estaba poniendo esa cara de cachorro apaleado, que tanto le gustaba a Eileen.
-Aunque en cierta forma...- dijo con menos rudeza la directora- lo entiendo Longbottom.- se relajó un poco y comenzó a usar ese tono más familiar al que le tenía más acostumbrado- Eres el profesor más joven del colegio, junto con Graham. Encuentro normal que aún le apetezca... esas actividades propias de su edad... ya sabe... salir, conocer a gente...
Neville miró a la directora incrédulo.
-Sé que es duro estar en este castillo encerrado tantos meses, rodeado de adolescentes y de ancianos... Y claro, es normal que le apetezca otro tipo de compañía... quizás más adecuada para usted. La próxima vez, pídame permiso. ¿De acuerdo?
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No te acerques tanto a ella
FanfictionSecuela del fanfic "No te acerques tanto a mí" (Sevmione) Severus Snape vive una vida feliz y plena junto a su esposa Hermione y su única hija Eileen. Hermione está sumergida en una importante investigación de medimagia y él se gana la vida escribie...