Asómate a tu ventana
Que amanece un nuevo día
Y las que fueron mis penas
Son causa de tu alegría
Despierta de tu silencio
Amigo coge el timón
Y pon rumbo a la esperanza
Pa' ver si alcanzamos el sol
Severus Snape sopló levemente a la taza humeante que sostenía en sus manos. Era noche más que cerrada y era incapaz de conciliar el sueño, así que se había levantado de la cama para prepararse una infusión de pasiflora con un toque de flores de lavanda y melisa. Sabía por propia experiencia que esas infusiones no le servían de una mierda, pero agradecía llevarse algo caliente al estómago, aunque fuera aún hiciera calor propio del tiempo estival.
Sentado en la mesa de la cocina, sostenía en el aire la taza aún sin llevársela a los labios, contemplándola con melancolía.
Aquella taza se la había regalado Eileen muchos años atrás para el día del padre que rezaba: Mi padre es el mejor papá del mundo. Él creó mi mundo...
Y un dibujo ñoño de un padre abrazando a su niña sentados encima de un globo terráqueo.
Era una taza fabricada en serie para una cadena de grandes almacenes, era ordinaria e incluso de mala calidad... pero la ilusión que le hizo recibir semejante regalo de las manos de su hija no tenía precio.
Eileen había ahorrado su dinero semanal durante mucho tiempo para poder comprársela, un esfuerzo que él supo valorar.
Una pequeña Eileen saltaba de alegría porque el hombre le había comprado la revista que quería en el kiosco porque salía en la portada su cantante favorito. Un chico menudo, pálido con los cabellos negros y largos que posaba ante la cámara con expresión lánguida y hastiada de la vida.
-¡Mira papá!- dijo señalando la foto dando saltitos de alegría contenida.- ¡Mira qué guapo es! Algún día me casaré con él.
El hombre se inclinó sobre su hija, observando con repulsión el tipo de la portada, no sabía qué le veía en realidad.
-De eso nada y mucho menos con un engendro como ese de asqueroso... tú te quedarás en casa con papá para siempre.
La echaba tanto de menos, la extrañaba tanto, sus gritos por toda la casa, sus risas, sus juguetes tirados por todo el salón... pero ya no era su pequeña, esa niña que siempre quería estar con él se había esfumado, para convertirse en aquella mujer joven que había emprendido la vida de adulta.
Lejos de él, en compañía de aquel infame.
Dejó la taza en el tablero de la mesa con cierta determinación, tragando saliva con dificultad. Sabía que lo que estaba pensando, iba a ser lo más complicado que hiciera en mucho tiempo, pero tenía que hacerlo, ya era hora de hacerlo, no quería dejarlo más tiempo correr.
No quería vivir alejado de ella, no quería que aquel muro de hielo que se había elevado entre los dos siguiera creciendo hasta un punto sin retorno.
Cuando comenzara un nuevo día iría a buscar a Eileen para hablar con ella con la disposición que no ocurriera lo de otras veces. Ya había aprendido de sus errores del pasado, no era un necio, esta vez estaba dispuesto a ceder, a hablar e incluso aceptar.
Quería a su hija de vuelta, si tenía que llevar aquel botarate colgado del brazo, no le quedaba otra que aguantarse y tragar.
Esa decisión pareció tranquilizar un poco sus ánimos, pero no del todo. Llevaba varias noches que era incapaz de conciliar el sueño por otras razones que le atormentaban, inquieto a lo que estaba por llegar. Hermione había cumplido la fecha estimada del parto hacía dos días, pero ella estaba la mar de tranquila, todo lo contrario a él, que siempre se había jactado de guardar temple, ahora estaba hecho un flan.
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No te acerques tanto a ella
FanficSecuela del fanfic "No te acerques tanto a mí" (Sevmione) Severus Snape vive una vida feliz y plena junto a su esposa Hermione y su única hija Eileen. Hermione está sumergida en una importante investigación de medimagia y él se gana la vida escribie...