Cap 16. El secreto del profesor Longbottom.

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Eileen Snape se dejó caer pesadamente en el asiento continuo al lado de James, a la vez que le arrebataba de las manos un vaso que contenía zumo de calabaza. El muchacho protestó enérgicamente, pero fue en vano. La chica ya se había bebido de un golpe el contenido del recipiente, sin respirar siquiera. Tenía muchísima sed, la boca le tenía completamente seca... el intenso entrenamiento de quidditch, Ted Remus Lupin con su beso... y su bendito padre, que no podía dejarla tranquila siquiera los domingos. Eileen comenzó a sospechar que ese curso no sería tan divertido como los anteriores... sobretodo con la vigilancia paterna constante que tenía. Sentía los ojos oscuros de su padre clavados constantemente en su nuca, a veces pensaba que se estaba volviendo completamente paranoica.

Era un verdadero fastidio.

Y encima, estaba castigada sin poder ir a Hogsmeade con sus amigos. De sus labios escapó un sonoro suspiro, llamando la atención de su amigo James, que la observaba de reojo mientras se servía un poco de patatas. Había faltado poco, el pelo de un unicornio, para que su padre hubiera pillado a Ted besándola... Y eso sí que hubiera sido atroz.

Sus ojos, moviéndose por un impulso al recordar aquel beso, buscaron a Ted en la mesa. El chico la miraba con descaro mientras jugaba con el contenido de su plato, pero al percatarse que lo estaba observando, se apresuró a disimular, mirando al otro lado del comedor. Su cabello se tornó de repente a un rojo fuego. Eileen frunció el ceño, confundida ante su actitud y sirvió un poco de zumo para ella y James. Al final su padre iba a tener razón cuando afirmaba que ese chico era idiota integral... ¿tenía el valor de besarla por las buenas y ahora siquiera podía mirarla a los ojos?

Recordó los ojos marrones del profesor Longbottom...

Eileen con todo el disimulo del mundo, miró a la mesa de los profesores. La silla del jefe de Gryffindor permanecía vacía. Una sensación extraña la invadió.

Su padre ya había tomado asiento al lado de la directora McGonnagall y de la profesora Graham, que por la cara de hastío de su padre, lo martirizaba con su charla insulsa e incesante. Que se fastidiara, por pesado.

-¿James, tienes planes para esta tarde?- preguntó la chica desviando la mirada a su mejor amigo.

-Había pensado ir a buscar a...- el chico dudó un momento- unos amigos de Hufflepuff. ¿Por qué? ¿Quieres hacerme una propuesta... quizás indecente?-dijo haciéndose el interesante.

Eileen le pegó un puñetazo en al brazo, quizás más fuerte de lo que debiera, ya que había salido disparado el tenedor que tenía el chico entre las manos. Sin poderlo evitar, hizo una perfecta parábola, cayendo sobre el plato de sopa de Ann, que estaba sentada frente a ellos, conversando pacíficamente con unas chicas de su curso, salpicando su impecable uniforme de quidditch de comida.

-¡James, Idiota!- gritó la chica, mirándose las manchas de su túnica con hastío.

-¡Ha sido Eileen!- le acusó James.

-¡Encima mentiroso!- le dijo arrojándole el cubierto con desdén.- Dile a Elle si te puede preparar una poción para la inteligencia, pero en tu caso, creo que eso es un imposible...

James recogió ruborizado su cubierto y se volvió molesto a su amiga, que se reía a carcajadas.

-¿Por qué no me has defendido?- le reclamó.

-¿Acaso debería haberlo hecho?- dijo Eileen encogiéndose de hombros.

-¿Ves lo que consigues?

No te acerques tanto a ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora