Cap 13. Crimen y castigo.

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El jefe de la casa Gryffindor estaba cerrando los botones de su bata de trabajo, cuando escuchó alguien llamando tímidamente a la puerta de su despacho. Seguro que se trataba de Eileen, así que le indicó dando un grito, que podía pasar.

La chica entró con ciertas reticencias al despacho del profesor. Neville levantó la vista de su hilera de botones, para observar a su alumna. Eileen llevaba un vaquero azul con una camiseta negra, con el símbolo del equipo de quidditch de las Arpías de Holyhead, una garra dorada sobre un escudo verde oscuro. Llevaba el pelo recogido hacia atrás, con una cinta negra, que se camuflaba a le perfección en su cabello color azabache.

Neville inclinó la cabeza otra vez a sus botones, ruborizado por el exhaustivo reconocimiento que le acababa de hacer a Eileen.

Neville se aclaró la garganta.

-Eileen, olvidé decirte que te trajeras tu bata de trabajo y los guantes de protección... tu castigo será en los invernaderos.

-¿Voy a por mi equipo?- preguntó Elle señalando la puerta.

Neville afirmó con un suave movimiento de cabeza.

-No tardes.- añadió.

La chica salió rápidamente del despacho, cerrando la puerta con cuidado tras sí.

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-¡De eso nada! ¡No pienso limpiar nada! ¡Yo no soy un vulgar elfo!- se armó de valor para replicar Estrella al temible profesor de pociones.

Severus Snape se volvió sobre sus propios talones, fulminando con la mirada a la señorita Cristiansson, que tragó saliva con dificultad.

Aquel hombre realmente acojonaba.

-No insultes a los Elfos. Al menos ellos, sienten respeto por los demás y son criaturas muy nobles. No quiero oír más idioteces, así que poneros a limpiar... ¡¡Yaaaaa!!- gritó.

Las chicas sin replicar más, cogieron a prisa los artículos de limpieza del suelo, con ciertas reticencias, como si la fregona pudiera atacarlas, o el escobón pudiera morder... viniendo de aquel hombre horrible todo era posible. Pero estaban equivocadas, sólo eran vulgares utensilios de limpieza.

-Volveré en un rato, por vuestro bien espero no encontraros haciendo tonterías...- Severus se fue a la puerta de salida de la sala común, pero se volvió a las Gryffindors por última vez- ¡Ah! Y ni se os ocurra usar hechizos de limpieza...- las advirtió.

Las chicas comenzaron a sacudir los sillones, que estaban llenos de mugre e inclusive de restos de comida. ¿Cómo era posible que los Slytherin con los estirados que eran, pudieran ser tan puercos? ¿Cómo en un solo día habían sido capaces de ensuciar tanto?

Snape salió de la sala común con una gran sonrisa malvada en los labios. La noche anterior había organizado una fiesta con sus alumnos, con la escusa de conocerse mejor. En la vida, Severus Snape hubiera celebrado una reunión con sus alumnos para conocerlos, pero le idea de dejar la sala común hecha un desastre, le había terminado por convencer. Además, no le había venido mal para conocer a los chicos de su casa, ya que todos eran desconocidos para él. Era una verdadera lástima que Eileen no contase entre ellos... jamás, por mucho que pasase el tiempo, superaría lo de su hija en la casa de los leones.

Se encerró en su despacho, aquella mañana aún no había hablado con su mujer y se moría de ganas por hacerlo. Seguro que a Hermione le divertía las caras que habían puesto las chicas...

No te acerques tanto a ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora