Pierde el cielo equilibrio,
cae derrumbado encima de ti,
escóndete un mundo, que nadie lo vea,
cierra las puertas y espera,
ha llegado tu hora,
y dudo que alguien merezca,
un segundo así.
El sonido de las gotas de lluvia golpeaba con furia el cristal de la ventana, parecía que el cielo iba a desplomarse de un momento a otro. Abrió los ojos lentamente, sentía cómo si los párpados le pesaran una tonelada. Recorrió con ellos la habitación en penumbra, con cierta extrañeza. Reconocía la habitación, aquella era su casa, pero por un momento, era incapaz de recordar por qué se encontraba allí. Cogió todo el aire que podían sus pulmones.
Tremendo error.
Una punzada en el costillar le dejó sin aliento, como si le hubieran hundido entre los huesos una daga incandescente. En un acto reflejo, se agarró con una mano el costado, como si aquello pudiera aliviarle el dolor, entonces le asaltó un fuerte dolor de hombros.
Entonces lo recordó... lo recordó todo como una pesadilla lejana. Recordó porqué se no hallaba en su despacho en Hogwarts, porqué se encontraba solo y dolorido en su apartamento y porqué su vida había cambiado tanto en apenas veinticuatro horas. Se encontraba débil bajos los efectos de las pociones curativas, esa noche había tomado una de las pociones para dormir que le dio Hermione en navidad, ya que era incapaz de pegar ojo. Desde que había llegado a su hogar, había sido imposible entrar en un estado de ánimo tranquilo y los nervios le corroían las entrañas. Su cuerpo se resentía ya que no había hecho caso a las indicaciones de Poppy, había hecho un esfuerzo casi sobrehumano a pesar de estar malherido, pero había merecido la pena: había hablado con Mcgonagal, dejando zanjado esa etapa de su vida... ahora esperaba encontrar un poco de sosiego entre los muros de su hogar y esperar.
Esperar a Eileen.
El dolor en el costado había remitido un poco, así que se incorporó levemente en la cama. El dolor de la golpiza recibida le invadió por completo, ya se lo advirtió Poppy, que su ausencia de dolor era producto de la adrenalina y más tarde le pasaría factura. Le indicó con vehemencia que no debía levantarse de la cama, pero la desobedeció en el castillo y pensaba hacerlo ahora.
Suspiró con cuidado, en esos instantes sufría por su mera existencia. La poción crecehuesos aún no había terminado de soldarle los huesos rotos, le dolía la cuenca de los ojos, la mandíbula, los brazos, las piernas... se sentía como un verdadero despojo humano. Ahora sospechaba cómo debían sentirse los sacos de arena que usaban en la disciplina de boxeo.
Pero el dolor físico era lo de menos. Lo que más le dolía no eran lesiones que se pudieran ver, esas heridas no se revelaban en la piel y no podía curarse con pociones o con conjuros...
Lo que más le lastimaba, lo que más le hacía sufrir, era pensar en Eileen. Pensar que la había dejado en el colegio... sola. Él, mejor que nadie, sabía lo crueles que podían llegar a ser los jóvenes, sus burlas, cómo aprovechaban para pisar al indefenso, hacer leña del árbol caído... aunque por fortuna, no todos eran así, y le consolaba recordar que Eileen tenía verdaderos amigos entre aquellos muros. Seguro que James sabría cuidar de ella durante las próximas semanas... aunque realmente, su Eileen sabía cuidarse sola, pero nunca venía mal tener una firme roca a la que agarrarse cuando la marea quiere arrastrarte hasta el abismo.
Pero ella no debería pasar por ello, ella no merecía ser marcada con un estigma. Afortunadamente quedaba muy poco para que concluyera el año escolar, esperaba que fuera lo suficientemente fuerte para aguantar los golpes. Aunque ella era la clara imagen de la fortaleza... Su Eileen, su Elle, su dama gamberra...
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No te acerques tanto a ella
FanfictionSecuela del fanfic "No te acerques tanto a mí" (Sevmione) Severus Snape vive una vida feliz y plena junto a su esposa Hermione y su única hija Eileen. Hermione está sumergida en una importante investigación de medimagia y él se gana la vida escribie...