9- Tigre

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Dominik llevaba varios días sin ver a Nate, y la razón era que estaba pensando. Una decisión como la que tenía el joven, no era una que tomar a la ligera, hasta había conseguido una pizarra donde escribir las ventajas y desventajas de tener un novio.

El rubio colocó su mano en el mentón mientras miraba la pizarra que tenía al frente de él y analizaba la columna que decía "ventajas".

1- Podía pedirle cualquier antojo que tuviera: si Dominik tenía hambre, no importa la hora o el día, Nate por ser su novio, tendría que comprárselo.

2- Tenía transporte gratis: Nate tenía coche, por lo que podía llevarlo a donde quisiera.

3- No se sentiría solo: lo anterior era todo material pero, en cambio, esta tercera ventaja era algo más. Ya no estaría solo, tendría a alguien con quien pasar los días tristes, tendría cariño y amor. Además, podría follar cuando él quisiera, y eso lo motivaba aún más.

Suspiró pesadamente y comenzó a leer la columna que decía "desventajas".

1- Tendrían que ser exclusivos: si comenzaba una relación con Nate, tendría que decirle adiós a todos los chicos lindos que viera por la calle. Ya no podría acostarse con quien quisiera, solo con el pelinegro.

2- Celos: Dominik sabía muy bien que él era un chico realmente apuesto, por lo que es obvio que recibiría más de alguna mirada. Pero eso no le caería bien a Nate, y el rubio tendría que aguantar los celos de este.

3- Cagarla: era inevitable no pensar en aquella vez que el joven la había cagado, y algo le decía que podría volver a hacerlo. Desde lo ocurrido, Dominik no cambió su forma de ser; es más, la intensificó. La posibilidad de volver a cagarla estaba presente en su mente. No quería lastimar a Nate, nadie se merecía semejante cosa. Por lo que tenía mucho miedo.

Dominik se sentó en el borde de su cama y volvió a suspirar mientras cerraba sus ojos. No tenía ni idea de qué hacer. La balanza de ventajas y desventajas estaba en iguales condiciones, y eso no le ayudaba en nada. Ni siquiera estaba seguro si le gustaba Nate, personalmente hablando, porque físicamente le gustaba, le gustaba mucho.

El pelinegro parecía ser muy atento y amable, un caballero ante los ojos de cualquier persona, pero no exactamente del tipo de Dominik. Cada vez que el rubio hablaba, Nate no despegaba los ojos de este y su rostro mostraba fascinación, aún cuando hablaba de cualquier tontería, y eso le gustaba.

La parte que no le gustaba era que ambos son muy diferentes; a Dominik le gustaba hacer travesuras, cosas algo ilegales y meterse en algún que otro problema. Mientras que Nate era todo lo contrario, él era una persona más seria que el rubio, y este último dudaba si le gustaría hacer todo lo que a él le gusta.

Mientras miraba un punto fijo en el suelo, se dio cuenta de que no podía tomar la desición por él mismo, necesitaba un consejo de alguien. Por lo que se levantó y salió de su habitación, caminó por el pasillo y llegó hasta la habitación de su hermano. La puerta estaba abierta, por lo que entró de inmediato.

Andrew estaba acostado en el piso, con sus brazos y piernas extendidas y escuchando música.

- ¿Qué haces en el piso?- Fue lo primero que se le ocurrió preguntar al ver a su hermano allí.

- Me estoy relajando- Dijo con voz tranquila.

Dominik se acercó a Andrew y se acostó a su lado, imitando la misma posición.

- Necesito un consejo.

El pelirrojo suspiró- Ya te he dicho que no puedes asesinar a nadie.

Enarcó una ceja antes de mirarlo extrañado- ¿Qué? No es nada de eso, necesito un consejo sobre un chico.

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