19- Balcón

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Arrojó el maldito reloj lejos de él, aterrizando a la pared y destruyéndose al instante. Abrió un solo ojo y miró por la ventana. El clima parecía estar soleado y los pájaros cantaban alegremente, en cambio, él no se sentía tan alegre.

A pesar de haber entrenado por unos cuantos días y tenerse toda la confianza del mundo, estaba demasiado nervioso. Ese día sería el torneo contra la escuela que habían perdido el año pasado, y se había obligado a ganar.

A los pocos minutos, se levantó de la cama y comenzó su rutina diaria. Cuando bajó a la cocina, se encontró a su hermano y su primo, este último siendo regañado por su abuela.

- ¡No puede ser que sea la cuarta taza que rompas!- Le gritaba la anciana con el ceño fruncido- Eres "Kai el destructor".

Dominik se sentó junto a ellos y se sirvió una taza de café con tostadas. Era inusual su comportamiento, ya que casi nunca estaba tan serio y sin hablarle a nadie.

- ¿Estás bien?- Preguntó Andrew a su lado, robándole una tostada.

- Estoy nervioso.

- ¿Por qué?- Intervino Kai cuando su abuela dejó de regañarlo.

El rubio dio un sorbo a su café- Hay una competencia muy importante en mi escuela, en la cual voy a participar.

La abuela dio un golpe a la mesa y todos la miraron asustados- ¿Por qué no nos dijiste nada, Dominik?

- Se los estoy diciendo- Se encogió de hombros con una tímida sonrisa- ¿Irán a verme?

- ¡Claro que si!- Kai pasó un brazo por su hombro- Además, tengo unos amigos que se han interesado bastante por la natación, seguro irán conmigo.

- Genial- Respondió más animado que antes. Miró a su hermano- ¿Y tú irás?

- Claro, tengo que cuidar que no te violen con la mirada.

- Yo trataré de ir...- Habló su abuela mientras veía una revista de frutas- Pero hay una oferta de naranjas en el mercado, y de seguro habrá una gran fila.- Dejó la revista en la mesa y miró a su nieto con una gran sonrisa- Pero trataré de ir, cariño. Por cierto, ¿en dónde conseguiste las naranjas de ayer?

- Val las trajo.

Aún le parecía raro que Val le haya comprado naranjas a su abuela, teniendo en cuenta que estos dos apenas habían cruzado palabra. Además, su abuela lo consideraba homofóbico y parecía no caerme muy bien. Pero, sabiendo que Val le gustaba comprar a la gente, tenía sentido que le haya comprado las benditas naranjas.

Agradeció a su familia por apoyarlo y tomó su patineta para ir a la escuela junto a su primo.


Al pasar por el pasillo de su escuela, todos sus compañeros lo saludaban y le daban ánimo. Reece le guiñó un ojo cuando lo vio, y Dominik rodó los ojos y a la misma vez rió. Recordó que este también competiría, y se obligó a relajarse. Will y Billy prometieron ser sus porristas entre la multitud y lo ayudaron a liberar tensión mediante bromas.

Mientras más tiempo pasaba, más nervioso se sentía. Desde su primer año compitiendo, no había perdido ni una sola vez, y eso le daba esperanzas. Pero el último año no le había ido tan bien, sin contar que aquel chico con el que compitió había hecho trampa; pero Dominik no se tenía mucha fe en ese entonces. Había comenzado la carrera mal, no lograba respirar bien y su cuerpo dolía. Quería creer que solo perdió por la trampa del otro chico, pero en realidad pensaba que si este no hubiera hecho aquello, de todas formas no iba a ganar.

Y con ese pensamiento en mente, se dirigió al vestuario junto a los demás compañeros. Ya había llegado la última hora y ellos tendrían que prepararse, mientras que la gente comenzaba a llegar y se sentaban en las gradas.

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