62- Esperanza

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- Dios mío, te extrañé tanto.

Sus manos no dudaron un segundo en tomar el rostro del menor, acariciando con dulzura sus mejillas.

No podía creer que lo tenía de vuelta en sus brazos, justo al frente de él después de todo este tiempo, pero Dominik había regresado y lo único que pudo hacer fue acercarse más a él para besarlo. No de forma apresurada, tampoco con segundas intenciones, sino disfrutando de sus labios con delicadeza y lentamente.

Se separó de él cuando notó que el otro parecía no reaccionar ante su toque. La mirada de Val viajó por todo su rostro, observando cómo lo miraba sin expresión alguna, sin pestañear siquiera.

- ¿Dominik?- preguntó alejándose unos pasos de él. El nombrado seguía mirándolo sin soltar palabra alguna, poniendo cada vez más nervioso al mayor- ¿Estás bien, bebé?

En el momento que pronunció aquellas palabras, pudo observar cómo todo a su al rededor comenzaba a oscurecerse, volviéndose cada vez más complicado ver el rostro de su chico. Intentó hablar, pero nada salía de su boca; y cuando quiso acercarse para tocarlo, él desapareció.

Estaba completamente alterado cuando abrió los ojos, su pulso estaba acelerado y su cuerpo sudado cuando se incorporó de la cama. Pasaron unos pocos segundos cuando se dio cuenta de que todo había sido un sueño y que ahora se encontraba en su habitación, su celular no había parado de sonar desde que despertó.

Tomó el artefacto con manos temblorosas, aún afectado por el sueño, y suspiró cuando vio la palabra "madre" en la pantalla. La llamada se cortó antes de que pudiera atender, y su ceño se frunció cuando, al ver sus notificaciones, vio que Kai le había enviado un mensaje.

Kai

Dominik volvió. Agradéceme después.

Se quedó absolutamente quieto, no sabiendo muy bien cómo tomar la noticia. Pero cuando quiso profundizar sus pensamientos, su celular volvió a sonar y esta vez sí atendió la llamada, con la esperanza de que fuera Dominik.

- ¿Hola?- su voz tal vez había sonado algo desesperada, pero no es como si le importara realmente.

- Oh, querido, por fin atiendes- era su madre, no le extrañaba ahora que lo pensaba bien ya que la mujer había estado llamando segundos antes- ¿No crees que es algo tarde para que sigas durmiendo? No porque sea domingo significa que no tengas nada que hacer, ¿verdad?

Se levantó de la cama para sentarse en esta y luego pasar una mano por su rostro, no estaba de humor para soportar a su madre, pero aún así se vio en la obligación de hablar con ella.

- No me di cuenta de que era tarde- dijo sin siquiera saber qué hora era- Y es cierto, tengo cosas que hacer, así que ¿qué necesitas?

- ¡Esa no es manera de hablarme, jovencito!- Val, literalmente, tuvo que alejar el celular de su oreja en cuanto escuchó el grito de su madre- Soy tu madre, sólo pido un mínimo de respeto.

La idea de cortar la llamada, o dejar el celular en su cama para dejarla hablar sola, cruzó por su mente. Pero no era tan cruel en realidad, hacía bastante que no hablaba con su madre, la última vez había sido aquella semana en la que viajó para alejarse de todos. No es que la extrañara tampoco, hacía años había aprendido a vivir con la ausencia de sus padres, así que estaba más que acostumbrado. Aún así, decidió seguir con la "conversación".

- Lo siento- dijo mientras caminaba hacia el baño- ¿Cómo has estado, madre?

- Muy bien, nos hemos reunido con algunos productores y directores. Tenemos una nueva película en camino, tu padre está realmente emocionado, y yo aún tengo que terminar el guión- contó su madre, y el rubio hizo un sonido para darle a entender que la escuchaba y siguiera con su relato, aunque no estaba interesado- Puede que haya mencionado en la reunión que tú también aspiras a ser director, y algunas personas se mostraron muy interesadas en ello. ¿Qué te parece si viajas un día de estos y te los presento? No tengo duda alguna de que algo muy positivo saldrá de todo esto, y tu padre estará de acuerdo.

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