Serendipity

35- Dime que me amas

La casa de los gemelos era muy grande, ya que su familia era bastante numerosa; por suerte, ese día habían salido del país para festejar la navidad, y por eso mismo, Will y Billy decidieron dar la mejor fiesta del año.

Aunque eso último desentonaba con el ambiente que se encontraron los jóvenes al entrar allí. La música sonaba fuerte, pero no era una buena música para fiestas, parecía un funeral por las letras tristes de estas; lo que Dominik pudo notar al entrar fue que estaban bien abastecidos con alcohol y algunos aperitivos, las luces de colores tenues, pero la gente se veía aburrida. Algunos estaban sentados en los sillones con un trago en mano, otros de pie en pequeños grupos y, a pesar del frío del día, había personas en el patio trasero. Pero, lo que todos tenían en común, era que casi nadie hablaba.

Frunció el ceño al ver todo tan apagado, era demasiado extraño que sus amigos organizaran una fiesta tan aburrida. Pero claro, no había fiesta sin Dominik, y ese era el motivo de todo aquello.

- ¡Ya llegué perras!- Anunció en alto alzando sus brazos para hacerse notar.

Se escuchó un coro de voces dando la bienvenida al menor y pidiendo que se reúna con ellos, Will enseguida le alcanzó un vaso con cerveza mientras que Billy cambiaba la música y seleccionaba Right Thurr de Chingy.

Mientras Holly iba a saludar a sus amigas y Val se quedaba en un rincón reprimiendo las ganas de irse, Ezra se acercó a los gemelos y Dominik, los cuatro entablaron una conversación al mismo tiempo que bebían.

El ambiente había cambiado por completo, todos parecían divertirse mientras bailaban y jugaban a los típicos juegos de las fiestas. Cada persona que se encontraba allí estaba pasando un buen rato. Todos menos Val.

Decir que se sentía fuera de lugar era poco; la gente le parecía tan diferente a él. No es como si nunca se divirtiera, porque lo hacía a su modo, sino que eran clases de personas distintas a lo que era el joven.

Hizo una mueca de asco al ver a unos chicos frotándose entre sí mientras sonaba la música. Ni él sabía por qué había aceptado acudir a la fiesta; además, no conocía a nadie allí, solo se dejó convencer una vez más por su novia. Tampoco le agradaba el hecho de estar solo en la víspera de navidad, pero ahora que se encontraba entre toda esa gente rara, tendría que haberlo considerado mejor y ahora podría haberse encontrado en su casa con una botella de vodka y mirando su película favorita: El Viaje de Ednur.

Otra mueca adornó su rostro cuando se percató de todos los chicos que rodearon a Dominik para bailar con él. Si bien sabía que el menor tenía una gran reputación, nunca se imaginó que fuera tan buscado tanto por hombres y mujeres. Y los entendía, claro que lo hacía. Dominik despertaba sensaciones y emociones que nunca pensó sentir, y aquello no sabía si era algo bueno o malo.

Decidió dejar de observar cómo los chicos desnudaban con la mirada al menor y dirigió su vista hacia otra persona. No estaba seguro de qué era exactamente lo que le desagradaba de Ezra; tal vez era su actitud hiperactiva, la cercanía que tenía hacia Dominik, o las miradas cargadas de odio que el castaño le dirigía cada vez que lo miraba. De lo único que estaba seguro era que, desde la primera vez que lo vio, supo que sería una gran amenaza para él. Simplemente, Ezra le daba mala espina.

Lo que más le molestaba era cuánto parecía conocer a Dominik, ambos se comportaban como si fueran una misma persona, parecían entenderse tanto con solo mirarse, y todo eso sacaba de quicio a Val. Tal vez sonaba celoso, porque tal vez lo estaba, pero realmente no le importaba. Solo no quería verlo cerca del rubio, ni que respiraran el mismo aire, si por él fuera ya hubiera enviado de vuelta a la jungla a Ezra y se encargaría de que nunca más regrese, para así quedarse con Dominik. No sabía qué era lo que le pasaba con este último, ni en qué momento había pasado de querer golpearlo a querer follarlo.