Capítulo 5 ┋ Valiente.

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Mi despertador suena haciendo que me despierte sobresaltada. Mis cansados ojos pesan como nunca y muero por poder dormir, aunque sea, cinco minutos más. Apago la alarma. Retiro las frazadas de mi cuerpo y aunque me cueste, salgo de mi cama viendo por la ventana como el sol intenta hacerse ver.

Lo primero que hago es darme una larga ducha. Salgo ya arreglada con lo primero que encuentro. Tomando mis cosas, salgo de mi habitación y al bajar las escaleras, la veo sentada en la misma posición que la vi ayer. Otra noche más que no duerme y no puedo evitar empezar a preocuparme. Nadie puede estar días sin dormir y comer ya que puede afectar a su salud. Lo último que quisiera es que ella también termine por enfermarse.

—Mamá. —llamo su atención—. Ya es hora de ir al hospital.

—Iré a que Franco se arregle. —dice para luego subir las escaleras. Al acercarme a la mesa, puedo ver como el recipiente de madera está completo de cenizas y colillas de cigarros. Tal cuál como en la habitación de Liam Hamann. No quiero que llegue el día en que duerma con miedo de que cuando me despierte ya no verla a mi lado. Es el mismo miedo que siento cuando Franco duerme, el no saber si despertará. Minutos más tarde ella baja y a su lado va mi hermano menor. Algunas partes de su cabeza no llevan cabello, su piel es más pálida de lo normal y sus ojos se muestran sin vida ni emoción. Algo que me parte en mil pedazos ya que siempre me gustó verlo con una enorme sonrisa.

Tomo mi celular, marco su número y a los segundos su voz se hace oír del otro lado.

—Diga. —habla roncamente e intuyo que recién se despierta.

—Dan, soy yo, ¿estás ocupado? —pregunto y del otro lado de la línea puedo oír algunos extraños sonidos.

—¡Maggie! No, no estoy ocupado. Sólo en media hora tengo que entrar a la universidad, pero dime, ¿sucedió algo? —su voz es entrecortada y es como si se estuviera vistiendo con prisa.

—Necesitaba pedirte si podías llevarme hasta el hospital, pero si no puedes... —su voz me interrumpe.

—En unos minutos estoy en tu casa. —y la llamada finaliza. Al guardar mi celular, no puedo evitar pensar que eso fue demasiado extraño. Salimos de mi casa cuando Dan llega y al montarnos en su auto, le sonrío en forma de saludo. Arranca el motor y a medida que avanza, voy mirando a través de la ventana a las personas que caminan. El vidrió esta empañado por lo que, con mi dedo, voy trazando líneas sin sentido. No puedo evitar pensar en todo lo sucedido este último tiempo.

Todavía puedo recordar cuando el enfermero de Franco nos dio la peor noticia que podríamos haber recibido. Todo mi mundo perdió sentido y lo único que quería era saber que él iba a mejorar. Incluso creía en ese momento que para dentro de algunos años él ya estaría mejor, pero sin embargo su enfermedad parece empeorar. Nunca había sido de llorar. No lloré cuando vi a mi padre partir llevándose todas sus pertenencias y junto a él, el amor de mi madre. Nunca me gustó mostrar mi lado más débil, pero cuando supe de esa noticia, al llegar la noche en mi habitación, deje salir todo el dolor acumulado que sentía en el pecho. Creí que nunca dejaría de llorar y puedo asegurar que lo único que puede juntar mi alma rota es el saber que mi hermano ganará esta horrible y oscura batalla.

Mi personalidad se la debo a mi madre. Ella siempre fue una mujer que pudo con todo y ahora todo le puede. Siempre la había admirado y quería tener su fuerza, aún lo hago, aún la admiro y sé que lo haré eternamente a pesar de que con el tiempo pareciera estar dejándose vencer por el dolor. Mi peor pesadilla sería que llegue el día en que Franco ya no este más, pero a lo que más le temo es el pensar que si eso sucede, mi madre ya no quiera seguir permaneciendo en vida o pierda noción de la realidad. No podría soportarlo. No quisiera tener que despedirla a ella también. No quisiera que ninguno de los dos se vaya de mi vida. Daría lo que fuera porque todo volviera a ser como antes. Son lo único que tengo en el mundo y lo que más amo.

INFERNAL © ┋ ¿En quién confías? [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora