Capítulo 17 ┋ Abandonado.

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Me remuevo en la cama, sintiendo las sedosas sábanas por debajo de mí. Al abrir los ojos, lo primero que veo es la ventana, el sol mañanero entra por ella. Rápidamente intuyo que no estoy en mi habitación, ya que todos esos libros que hay sobre un estante de madera yo nunca los compré. Estiro mi brazo, esperando poder sentir su cuerpo, pero no doy con ella. Al girar mi cabeza, descubro que estoy solo, completamente desnudo, en una habitación en la que solamente estoy yo, y un gato que me mira desde un rincón, para luego salir corriendo por la puerta.

Guardo silencio esperando poder aunque sea oír el sonido de la ducha, pero ni eso. 

¿Acaso me abandonó?

Salgo de la cama, me pongo mi ropa interior y me fijo en que ni siquiera me dejo alguna carta pidiendo disculpas de que se tenía que ir a cualquier lado de urgencia. Tampoco hay mensajes en mi celular. Aunque sea me podría haber despertado para que desayunemos juntos, pero ni eso. ¿Debo sentirme ofendido, o agradecido de haberme salvado de una charla sentimental? Una parte de mí es consciente de que Magali no parece ser de las que suelen tener charlas sobre amor.

Me doy una ducha, ya que supongo que no habrá problemas. Cuando ya estoy vestido, salgo de su casa, estirando mis huesos ya que nunca me había acostumbrado a dormir en una cama ajena durante toda la mañana. Por lo general me iba a las pocas horas, pero siempre hay una primera vez para todo, ¿o no?

Cuando estoy por llegar a mi casa, un mensaje llega a mi celular.

«Recuerda llegar con lo prometido esta noche, no lo diré dos veces.»

Lo ignoro, ya que sé de qué se trata su puto juego en el cuál quiere que yo caiga, pero no será así. Sé que sí Maggie supiera la verdad, de lo que sé y de lo que hice, no quisiera verme nunca más en su vida y aprovecharía hasta lo más mínimo, intentaría llegar hasta el fondo de mi miseria para destruirme de las peores formas posibles y ella tiene el poder de arruinarme como sea, en el momento en que sea.

Al adentrarme a mi casa, todo está en soledad y muy tranquilo, como es de habitual. Desde que mi abuelo partió a Alemania junto con mi padre ya no hay mucho alboroto, y es algo de lo que agradezco. Me apoyo en el umbral de la puerta de la cocina, y la miro. Su corto cabello esta suelto, estorbando su cuello, su frente esta sudada por el calor del horno y lleva puesto el uniforme del trabajo, y recién ahora puedo notar lo corto que le queda, dejando ver sus no tan largas piernas por debajo. Solo puedo ver su perfil desde este punto y miles de recuerdos de la noche anterior abruman mi mente.

Doy cortos pasos hasta posicionarme por detrás y sentir como se tensa bajo mi tacto, cuando la tomo por los hombros.

—Me dejaste solo. —es lo primero que le digo, sintiendo su suave piel por debajo de mis manos.

—Tenía prisa. —es lo que me responde, en un balbuceo.

No es que después de lo de anoche pretenda sellar mi vida junto a ella, y solo con ella, pero extrañamente siento la necesidad de estar más cerca suyo, más de lo que ella me dejaría estar a mí, o a cualquiera.

—¿No podías haberme despertado? —dejo suaves y lentos besos en la piel de su cuello, pero ella ni se inmuta, sino que sigue haciendo su trabajo como si nada.

—Te veías bien durmiendo, no quería despertarte, solo eso. ¿Por qué tanto drama? —frunzo el ceño. ¿Qué le pasa? Cuando voltea y nuestras miradas se encuentran, puedo ver que esta normal, no me mira con odio, ni molesta, ni confusa. Está como siempre y me relajo un poco. A veces siento temor que un mensaje de él le pueda llegar a su celular y arruine todo por completo. Por ahora, quiero disfrutar de ella por todo el momento que nos quede, porque sé que no será por mucho. Hasta los secretos más oscuros y profundos siempre terminan saliendo a la luz, generando un caos en donde sea.

INFERNAL © ┋ ¿En quién confías? [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora