Capítulo 51 ┋ Efímero.

728 69 9
                                    

Siento una leve presión en mis ojos, y me veo obligada abrirlos levemente, descubriendo que se trata de la intensa luz mañanera que se adentra a través de las cortinas. Por un instante me olvido del lugar en dónde me encuentro, barriendo con mi mirada todo lo que me rodea, y sonrío al darme cuenta de que estoy en la habitación de Liam. Al estirar mis extremidades, la frazada se enreda a mis pies, logrando que me destape inconscientemente y todo mi cuerpo desnudo quede expuesto. Un silbido me sobresalta, y levanto mi cabeza para descubrir a Liam de pie junto a la puerta del baño, con una toalla sobre su hombro.

—¡Así sí que vale la pena despertarse todas las mañanas! —le enseño el dedo del medio y el ríe, desapareciendo dentro del baño. No dudo en levantarme, para cubrir mi cuerpo con mi ropa interior y su remera. Camino hasta donde él se había ido y lo encuentro afeitando su golpeado rostro. Los moretones no son tan fuertes como ayer, pero su rostro sigue inflamado. Sin decir nada, me acerco al lava manos y comienzo a higienizar mis dientes. Al acabar, subo mi mirada para encontrarme su rostro a través del espejo. Él no me mira, solo se concentra en su trabajo, con todo el cuidado de no rozar ninguna herida, ni provocarse una nueva.

Una mueca de dolor se refleja en su expresión.

—Deja que te ayudo. —tomo la pequeña cuchilla de sus manos y me concentro en lo que hago, ignorando su mirada sobre mi rostro. Él, como muchas veces he dicho, es alto, demasiado alto, y se me dificulta la hora de llegar a su barbilla, así, aunque Liam encorve su espalda. Él parece leer la frustración en mi expresión, y de pronto siento como las palmas de sus manos se posicionan debajo de mis piernas, alzándome en el aire hasta que termino sentada sobre el lavamanos a la misma altura de su rostro. Veo como se esfuerza por no burlarse.

—Idiota. —digo, sin poder evitar sonreír.

—No es mi culpa que seas enana. —se encoje de hombros, y yo muerdo mi labio inferior.

—No me provoques, Liam Hamann. Tengo una cuchilla en mis manos. —él suelta una carcajada, logrando que tenga que tomar de su mentón para que no se mueva.

—Quédate quieto. —le recrimino. Cuando acabo, él esparce agua por todo su rostro, para luego secarse con la toalla que llevaba en su hombro.

—Tengo una sorpresa para ti, pero tienes que cerrar tus ojos y prometerme que no los abrirás. —avienta la toalla dentro del tacho de ropa sucia y me mira con cierta emoción en sus ojos.

—¿Ahora? —pregunto, cuando él comienza a empujarme suavemente del hombro para que camine.

—Sí, ahora, vamos. —las palmas de sus manos se posicionan sobre mis ojos, impidiendo que pueda ver algo más que absoluta oscuridad. Comienzo a caminar, sintiendo su cuerpo detrás del mío, y como su aroma a menta de la espuma de afeitar inunda mis fosas nasales. Doy torpes pasos, sin miedo a caerme ya que él me tiene aferrada a su pecho, y siendo como atravesamos la puerta de su habitación, para continuar un camino que desconozco. De pronto, Liam se detiene y yo también.

—¿Preparada? —todo mi cuerpo se estremece al sentir su cálido aliento en mi oreja, y solo puedo asentir con mi cabeza. Instantáneamente, Liam despega sus manos de mis ojos, y puedo ver de que se trataba su sorpresa: La mesada de su cocina esta repleta de alimentos y bebidas de todo tipo. Es un gran desayuno, e intuyo que probablemente se haya despertado mucho más temprano de lo que pensé para preparar todo esto.

En ese momento siento como los brazos de Liam envuelven mi cintura, y recarga su rostro en mi hombro, provocando que de nuevo sienta ese escalofrío que tanto me gusta.

—Feliz cumpleaños. —volteo a mirarlo, tan sonriente, emocionado, tan... feliz.

—¿Cómo supiste que era mi cumpleaños? —claramente yo no se lo había hecho saber.

INFERNAL © ┋ ¿En quién confías? [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora