Capítulo 58 ┋ Tatuaje.

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¡Feliz Navidad! (1/2)

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Mis dedos se mueven frenéticamente sobre las teclas de mi computadora, en medio de una silenciosa madrugada en la que Liam duerme con profundidad sobre mi cama, sin despertarse ante el ruido escandaloso que hago cuando escribo, ni por el aroma a cigarro que inunda mi dormitorio, a pesar de que las ventanas se encuentren abiertas. Mis ojos abiertos de par en par, mi rostro endurecido ante la concentración que pongo para plasmar entre letras todo eso que ahoga mi mente. Una vez dije que solo fumaba cuando me encontraba estresada, ahora suelo hacerlo todo el tiempo. Ya no mido, ni cuento la cantidad de paquetes vacíos que tiro a la basura.

Paso horas y horas así, ante la pantalla iluminada, sin poder pegar ni un ojo por lo que resta de la madrugada. Horas más tarde, cuando el amanecer sale a recibir un nuevo día en la ciudad, siento movimiento sobre mi espalda. Abro los ojos pesadamente, sintiendo un agudo dolor en mi mejilla y lo cansado que está mi cuerpo, además de adolorido por la mala postura. Al encontrarme ya despierta, me doy cuenta de que me quede dormida en la silla, con el rostro pegado a la madera del escritorio. Descubro a Liam, detrás de mí, besando mi hombro hasta llegar a mi mejilla. Sonrío sin poder evitarlo.

—Esperaba encontrarte a mi lado cuando despertará, pero me gusta ver que le estás dando uso a mi regalo. —despego el rostro del escritorio, cerrando la tapa de la computadora, refregando mi cansado rostro con las palmas de mis manos.

—No entiendo en que momento me quede dormida. —hablo roncamente, sintiendo como el gira la silla, haciendo que quede de frente ante su rostro.

—Eso no importa. —dice, pegando sus labios a los míos. Instantáneamente siento el sabor mentolado de la pasta dental, e intuyo que recién debe haber salido del baño. Corro mi rostro al otro costado, impidiendo que siga besándome.

—Deja que no me higienice. —siento su risa sobre mi oreja. De pronto, sus manos me toman por debajo de mis piernas, alzándome en el aire hasta quedar sentada sobre el escritorio. Comienza a besar mi cuello.

—Entonces vamos a bañarnos. —jugando con él, pongo mis manos sobre su pecho, apartándolo de mi cuerpo.

—No, ve tú a bañarte. Yo tengo que ir a prepararme para la universidad. —no miento, en un rato ya debo salir de mi casa para dirigirme a mi primer día. Estoy sumamente emocionada, es el día que tanto estaba esperando a que llegue. Es el momento más agridulce de mi vida. La vez que deje de asistir a mis estudios, fue por Franco. Ahora él ya no está, y aunque intente demostrar lo contrario, por dentro me sigo sintiendo horriblemente mal. Me doy cuenta entonces que escribir es lo único que me está ayudando a superar. De a poco, con pequeños pasos, pero me está ayudando. Sé que el proceso no será de un día para el otro. No dejaré de atormentarme, no dejaré de pensarlo de la noche a la mañana, pero estoy poniendo lo mejor de mí para levantarme cada día.

Lo siento gruñir en mi cuello. —Bien, aburrida.

Se aleja de mí, dejándome ver como se retira la remera del cuerpo.

—Te estaré esperando por sí te arrepientes. —sonriéndome, se aleja hasta perderse por la puerta del baño, encerrándose en el interior. Me bajo del escritorio y escucho un mensaje vibrar en mi celular. Lo tomo sin dudar, desbloqueando la pantalla.

«"Los más crueles asesinos pueden llevar vidas normales." Robert Ressler.»

Aquél mensaje proviene del desconocido, y frunzo el ceño con extrañesa. ¿Qué me está queriendo decir? Lo más probable es que busca jugar con mi mente, queriendo que piense hasta de lo más absurdo. Ignorándolo, dejo mi celular en la cama y escucho el agua de la ducha caer. Sonrío sin poder evitarlo, y me acerco a la puerta, adentrándome al baño en donde el caliente vapor del agua se apodera de las paredes. Cerrando la puerta, comienzo a desnudarme, acercándome a la ducha. Una vez en el interior, lo veo de frente, con los ojos cerrados ante el agua que cae sobre su rostro. Frente a él, arrastro mis manos por su abdomen, viendo como las comisuras de sus labios se estiran en una sonrisa, aún manteniendo sus ojos cerrados. Subo por su pecho, su cuello, hasta tomar de su nuca y juntar nuestros labios. Él me acepta, pegando mi cuerpo al suyo, dándose la vuelta para que mi espalda quede pegada a la pared. El agua caliente pasa por desapercibido cuando nuestros cuerpos aumentan el calor, buscando pegarse cada vez más, al igual que nuestras bocas.

INFERNAL © ┋ ¿En quién confías? [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora