Capítulo 6 ┋ Cigarrillos.

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Luego de que mi madre me haya dicho eso, salí de mi casa y tan rápido como pude, llegué al hospital. Franco estaba acostado sobre una camilla con tubos en su cuerpo. Lo habían estado revisando y él se durmió luego de que le dieron sus medicamentos. Su enfermero me informó que estaría internado, no sé cuánto tiempo, no sé cuándo volverá a casa, pero, por periodo indefinido, él estará bajo el cuidado de los enfermeros y el acompañamiento de los demás pacientes.

Había transcurrido una semana de aquel suceso y yo no hacía otra cosa que ir de mi casa al trabajo y cuando tenía tiempo, lo iba a visitar. Franco padece de depresión severa. Algo más que termina por arruinar mi alma. En el trabajo, el padre de mi jefe no había hecho aún acto de presencia en la mansión y todo marchaba habitualmente.

Termino de arreglarme con la ropa que siempre uso y salgo de mi casa. Al llegar al trabajo, cambio mi vestimenta por mi uniforme laboral y al salir del baño, veo en la puerta principal unas valijas que no había notado antes y a un señor sentado en el sillón. Va vestido de traje, sus manos juntas sobre su regazo y la mirada perdida más allá de la sala. Un leve carraspeo me hace sobresaltar.

—¿Qué me miras, niña? —habla, el desconocido. ¿Es el padre de mi jefe o algún intruso? Quizás estoy viendo fantasmas.

—Yo... —hablo, pero la voz de Anabell me interrumpe.

—Maggie, no sabía que ya habías llegado. —me saluda y yo le sonrío—. Él es Arturo, el hombre del que te hablé.

Claro.

Yo solo asiento.

Él voltea a verme, le sonrío y vuelve su vista al frente.

—No es tan insoportable como parece. —dice ella.

—¿Insoportable así como tú? —ella resopla y yo aprieto mis labios, intentando no reírme.

—Estará aquí como te dije por tiempo indefinido. Lo que tienes que hacer es ayudarlo a bajar las escaleras, darle su medicina y darle lo que te pida. —asiento—. Eso será solo cuando estés en horario laboral. Luego, cuando no estés, de él se encargará la ama de llaves. Yo ahora tengo que irme a trabajar. Vuelvo por la noche. ¡Suerte!

Se va cerrando la puerta y me quedo parada en mi lugar.

—¿Acaso puedes caminar o prefieres quedarte en ese rincón? —pregunta él y reacciono. Me acerco hasta tomar sus valijas. Las subo hasta el dormitorio vacío de huéspedes y vuelvo a bajar. Él sigue en la misma posición. Sobre la mesa frente a él me encuentro con un sobre. Al tomarlo, para mi suerte veo que son las recetas médicas.

—Bueno... —hablo viendo la hoja—. En una hora tiene que tomar sus medicamentos. ¿Quiere ir a dormir mientras tanto? ¿O tal vez prefiere comer algo?

—Prende la televisión y pon el canal de comidas. Luego ve a hacer lo tuyo que yo así estaré bien. —le hago caso. Cambiando los canales, por inercia, me detengo en el noticiero.

«Caso sin resolver. ¿Quién es el asesino?»

Junto a ese título, aparece la foto de la chica que fue asesinada en su departamento. Un escalofrío recorre mi cuerpo y trago saliva con dureza. ¿Quién pudo haber hecho esa atrocidad?

—¿Qué esperas, niña? ¡Quiero ver mi programa! —reclama de forma caprichosa y me detengo en su canal. Él, automáticamente, clava sus ojos en la pantalla.

Comienzo a hacer mi limpieza habitual y cada tanto paso por la sala viendo como él se encuentra en suma concentración con ese programa. No mueve ni un solo musculo y lo único que hace es limitarse a mover sus parpados y respirar. Al adentrarme a la cocina, Emma lo hace detrás de mí.

INFERNAL © ┋ ¿En quién confías? [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora