Capítulo 64 ┋ Reencuentro.

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Con la mirada desorientada, y la sangre fría, salgo de su habitación y camino a dirección de la puerta de salida, en donde noto como Alex intenta seguir mis pasos. Al acercarme a la puerta principal, esta se abre automáticamente y en mi camino aparece una mujer, quién al mirarme, sus ojos se abren con asombro.

Ojos marrones, cabello del mismo color, con algunas canas poco notables, arrugas muy expresivas y labios temblantes: Creo tener una idea de quién se trata.

—Magali... —pronuncia mi nombre con una mezcla de asombro, y terror. O miedo. O melancolía. No sé describir con exactitud de que se trata. Ahora que la reconozco, el asombro se apodera de mí y estoy segura de que se puede reflejar en mi rostro.

—Camelia. —la nombro, en forma de saludo, porque, a decir verdad, no sé qué otra cosa puedo decirle. No sé qué hace aquí, luego de tantos años de ausencia y abandono, no entiendo que la ha hecho regresar. Quizás la hayan contactado, siendo que es la única familia que le queda al monstruo de su hijo, además de su abuelo.

—Ha pasado tanto tiempo... —yo no respondo—. ¿Cómo has estado?

Al sentir mi incomodidad, las manos de Alex se posan sobre mis hombros, diciéndome al oído que me ira a esperar al auto. Asintiendo con la cabeza, él pasa por nuestro lado y desaparece por la puerta, brindándonos la privacidad que no quería tener, pero que tampoco puedo evitar.

—¿Por qué estás aquí? —pregunto, siendo directa con la mujer que tengo ante mí.

—Me llamaron del hospital. Me tomé el vuelo más rápido que encontré, y aquí estoy. Me llego una citación del juez, y la verdad es que no entiendo nada. No quisieron darme explicaciones, no me dijeron nada más que Daniel está internado. —me cruzo de brazos.

—¿No tiene ni idea de lo que él hizo? —le pregunto, conteniendo la rabia que siento. Niega con la cabeza, desentendida—. Eso es porque ha perdido demasiados años lejos de su hijo. Sin saber lo que él hacía, hizo, me hizo a mí y a tantas personas. Si hubiera estado ahí para él, o se lo hubiese llevado lejos del hijo de puta de su padre, si le hubiera dado la atención psicológica que necesitaba desde niño, hubiera evitado tantas cosas.

El dolor es visible en sus ojos, pero para ser sincera, no me importa en lo más mínimo.

—Si quiere volver a contactarme, vivo en la misma casa de siempre; pero para lo único que quiero volver a saber de usted, es para que me diga que ya firmo todos los papeles de mierda para que el enfermo mental de su hijo este donde hace años debía estar. Que tenga un buen día.

Y pasando por su lado, me voy, dejándola con la palabra en la boca y la incertidumbre rondando en su cabeza. Madre es quién te cuida, quién te protege y hace lo que sea para verte bien. Quién daría su vida por la tuya, y quién nunca te dejaría desamparado, desprotegido, vulnerable y en peligro. Esa mujer está muy lejos de poder ser una madre, pero más allá de todo, no puedo evitar preocuparme por ella cuando se entere de todo lo que ha hecho su hijo, de las incontables mujeres que asesino, he incluso a su propio padre, a su ex marido.

Al regresar a casa, Liam no está, pero en su lugar encuentro a Laura, quien, al verme llegar, lo primero que hace es abalanzarse sobre mí, abrazándome. Le devuelvo el gesto débilmente, porque, a decir verdad, no tengo fuerzas para hacerlo con la misma energía e intensidad que ella. Las lágrimas que caen de sus ojos humedecen desde el hueco de cuello, hasta el principio de mi remera, pero no me molesta.

—Te juro que quise ir a verte, pero Liam no me dejo salir. Ni él podía ir, me preocupe tanto... Estaba tan preocupada y no saber que mierda hacer. ¡¿Por qué mierda saliste a la madrugada, sin molestarte en despertarme?! ¡Podría haberte acompañado, ayudado! ¡Te pudo haber pasado cualquier cosa! —durante toda su queja, intento mediar palabra alguna para conseguir que se calme, pero no me lo permite. Está descontrolada, y la entiendo.

INFERNAL © ┋ ¿En quién confías? [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora