Capítulo 57 ┋ Serendipia. (+18)

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¿Cuántas veces vi morir a alguien ante mis ojos?

¿Cuántas veces más tendré que hacerlo?

¿Cuántas veces la muerte se presentará frente a mí?

¿Cuántas veces tuve que terminar en un hospital o en una comisaría?

No tengo las respuestas para esas preguntas que me hago, porque no existe algo o alguien que pueda hacérmelo saber.

Todo pasó tan rápido. Fue como una luz cegadora que vino de repente, arrasando con la noche, para luego irse de la misma forma que llegó: Fugazmente. Luego de eso, el cuerpo de Lena cayó al suelo, pesadamente, como un árbol, como algo que cae en seco y se puede escuchar con claridad en medio de un silencio de muerte. Me tiré sobre ella, note que aún se mantenía en vida. Al llamar a primeros auxilios, ellos no tardaron mucho en llegar y apartarme de su cuerpo, para subirla a una camilla y llevársela. Yo, en cambio, me tuve que ir a declarar ante la policía todo lo que había sucedido en el momento previo al disparo. Claramente estuve ahí toda la noche, me dejaron esperando largas e insoportables horas en las que no podía dejar de pensar si ella seguía viva o había logrado su objetivo de huir para siempre.

Miro mis manos. La sangre seca en mi piel me lleva al recuerdo de esa noche hace más de un año. Ya declaré. Ya hablé de todo lo que tenía que hablar, pero sin embargo, aún no me dejan ir. Entiendo que Laura está esperándome afuera de la comisaría y no deseo nada más que poder irme de aquí. En este instante, Alex aparece en mi campo visual. Yo lo miro, pero él no a mí. Su expresión seria mientras habla con uno de sus compañeros me indica que nada anda bien, al menos eso pienso. En ningún momento puedo dejar de temblar y estoy casi segura de que mi rostro debe lucir más que pálido.

Casi sin esperarlo, Alex voltea a mirarme. Conectamos nuestras miradas no más de unos segundos, antes de que él vuelva a mirar a su compañero. No sé de que hablan, pero repentinamente veo como Alex se acerca hasta a mí, con una hoja y una lapicera en sus manos.

—Necesito que llenes esto. —es lo único que me dice. Su forma de hablarme y la frialdad en su mirar me indica que todavía no cerró ninguna herida. Y eso me hace sentir como una mierda de persona.

En silencio, hago lo que me indica y se lo devuelvo. Sin decirme nada, voltea y se va directamente de nuevo a donde se encuentra su compañero que mencioné antes. Minutos más tarde, regresa a mí.

—Ya puedes irte. —me dice, así sin más.

—Gracias, Alex... Yo... —a decir verdad, no sé que es lo que quiero decirle, pero no sirve de nada ya que él me interrumpe.

—De nada, señorita Álvarez. —voltea y se va, desapareciendo de mi vista. Suspiro pesadamente y me encamino a la salida, atravesando la puerta, y del otro lado la veo a Laura mordiendo sus uñas, con la vista pérdida en cualquier punto de la noche. Cuando me ve llegar, se aproxima a mi encuentro con mucho temor.

—¿Y? ¿Qué sucedió? ¿Por qué te demoraste tanto? ¿Te juzgarán por algo? —sus preguntas desesperadas son como martillos en mi cerebro.

—No pasó nada grave, solamente declaré lo que sucedió esta noche y ya. —en este momento, no quiero más nada que regresar a mi casa—. Y también les conté todo lo que ella me dijo. De igual forma no creo que hagan nada, ya sabes como es la justicia.

—Pero, ¿qué haremos? ¿Dejar que las cosas pasen? ¿Permitiremos que todo siga igual? —noto lo furiosa y frustrada que se encuentra. Antes de que pueda articular palabra alguna, en la vereda de enfrente lo veo, caminando tranquilamente, con la capucha puesta en su cabeza y las manos en los bolsillos: Uriel. Al ver que me quedo callada, ella voltea a donde mi vista se encuentra pérdida y deja ver lo sorprendida que se encuentra.

INFERNAL © ┋ ¿En quién confías? [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora