Capítulo 65 ┋ Despedidas.

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Hay una canción de Julia Michaels, con una frase que dice: «Dicen que los chicos buenos van al cielo, pero los chicos malos te traen el cielo» él nunca quiso traerme el cielo, él quiso llevarme a ese cielo, a nuestro cielo. Hacerme sentir las estrellas, las nubes, todo, con una simple caricia de muerte.

Incluso cuando no quería aceptarlo, cuando me lo negaba a mí misma, no necesitaba que nadie me dijera que por él haría lo que sea, y lo hice, y lo volvería a hacer sin dudar, y le arrancaría todos sus demonios y lo sacaría a la fuerza de su infierno, si tan solo pudiera primero hacerlo conmigo misma. Me arranqué tantos pedazos, preguntándome que es lo que él quería, hasta que me di cuenta de que nunca me había puesto a preguntarme que es lo que yo quería. Hasta que fue demasiado tarde y me vi obligada —por mi propia fuerza— a des(armarme) en las dolorosas despedidas.

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En el momento en que Laura se fue, minutos más tarde llegó Liam. Sus ojos estaban extraños, desorientados, como si su mente estuviera muy lejos.

—¿Qué sucedió? —le pregunté, acercándome a él, y entonces me tomo por sorpresa cuando me agarró por la cintura y hundió su rostro en mi cuello. Se quedó así, sin decir nada, sin expresar nada más que su dolor. Un dolor que yo desconocía para entonces.

—Se fue. —dijo entonces—. Isabella se fue. Con mi padre. A Alemania.

Acaricio su cabello con mis dedos, como si con ese detalle pudiera calmarlo, pero claramente no funciona.

—Odio tanto las despedidas. No quisiera tener que despedirme de nadie más. —escucho que su respiración se descontrola, pero no me deja ver su rostro—. No quisiera nunca tener que despedirme de ti.

El resto de las horas él me pide que le cuente con detalle todo lo que sucedió desde que me fui, y aunque quisiera dejar de contarlo, lo hago de igual forma y puedo ver cómo, a diferencia de Laura, sus facciones y sus puños se mantienen endurecidos en todo el relato. Sin que me lo diga, intuyo en su expresión, que una parte de sí mismo sabía, o sospechaba, que Dan no era tan santo como aparentaba ser. Me mantuvo engañada tanto tiempo, que una vez que abrí los ojos, siento que nunca más los podré volver a cerrar.

Y cuando menos me di cuenta, una semana había pasado desde ese día. Por Alex supe que Dan despertó, y como era de esperarse, supuestamente tiene una amnesia en la que no recuerda nada de lo sucedido, y al parecer sigue siendo el Dan inocente de siempre. Pero yo no me lo creo ni un poco. De igual forma, sigue hospitalizado y pronto, por lo que supe, se decidirá a donde irá a parar su futuro.

Como tanto supe, pero intente hacerme creer que no sucedería, Clara manifestó un ataque de violencia, en donde intento herir a una enfermera con una aguja, y se intentó herir a sí misma, lastimando sus ya heridos brazos y la piel de su cuello. Su madre, con todo el dolor que le debe estar pesando en el pecho, firmó un acuerdo con el juez y la estadía por el resto de los días de su hija es en el psiquiátrico de la ciudad. Quisiera ir a visitarla, pero no tengo las fuerzas para verla a los ojos y no derrumbarme ante ella.

De la madre de Daniel no supe más nada. Para mi sorpresa, no me llamó ni vino hasta mi casa, cosa que agradezco, porque no quiero ver a nadie. Pero mis deseos se ven obstruidos cuando, volviendo de la universidad, en la puerta de mi casa se encuentra un auto estacionado y una mujer que mira hacía mi casa con curiosidad, como si estuviera perdida.

Cuando ella voltea, veo que se trata de Camelia.

—Magali... —me saluda, con cierto tono en su forma de hablar que puedo intuir como maternal. Más allá de que sienta asco y rechazo por toda la familia que esa mujer conlleva, me hago entender a mí misma que, después de todo, no puedo culparla o alejarla. Le sonrío a la fuerza y dejo que entre a mi casa.

INFERNAL © ┋ ¿En quién confías? [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora