Capítulo 27 ┋ Vacío.

1.3K 133 14
                                    




La nieve cae lentamente sobre mi cabeza, abrazando mi cuerpo con su intenso frío. Puedo sentir que la helada es más fuerte que el dolor que comienzo a sentir en mi pecho que poco a poco crece, sofocando mi respiración. Miro a mi alrededor, miro a todos lados, sabiendo que me encuentro en un desierto desolado, estoy completamente sola. Todo, por donde lo mire, es blanco cristalino. Es como sí me encontrará dentro de un sueño, quizás sea eso, solo un sueño del que pronto me despertaré agitada, aturdida y sudada. Por inercia, mi mirada se dirige a mis menos que también se encuentran pálidos por el frío, puedo apostar que mi rostro está igual.

Al mirar mis manos, me doy cuenta de algo; soy la yo de hace once años atrás. Mis pequeñas manos me recuerdan a mi niñez, no soy yo la que está aquí, estoy atrapada dentro de otro de mis sueños de que, aunque cierre mis ojos con fuerza, no logro despertar. Una voz llega hasta mis oídos, llenando mis tímpanos dulcemente.

«¿Papá?» Mi propia voz se escucha en mi cabeza, no en mis oídos. Es como sí lo estuviera pensando, y no diciendo. «¡Papá! ¿Eres tú?»

Solo puedo apreciar el sonido de mi respiración acelerada y los copos de cristal que caen a mi alrededor y recuerdo; recuerdo perfectamente el obsequio de navidad que alguna vez mi padre me hizo. Se trataba de una bola de cristal que, al sacudirla con entusiasmo, este comenzaba a desplomar nieve artificial ante mis ojos, siempre encerrado dentro de la bola que yo tanto admiraba en la noche del veinticinco. Obligo a mis pies a dar unos cuantos pasos hacia delante, dejando mis propias huellas en la nieve.

«¿Papá! ¡Tengo frío, vamos a casa!» Puedo sentir el cosquilleo de una lágrima solitaria derramarse por mi mejilla, calentando tibiamente a su paso. Mi pecho sube y baja repetidas veces y sigo caminando, casi corriendo, casi desesperada, siempre solitaria. De pronto, una mano toma la mía deteniendo mi paso y es cuando me giro; Mi padre, ante mí, tal y como siempre lo vi, tal y como lo recuerdo. Una presión crece en mi estómago, estremeciendo mi cuerpo, erizando mi piel. Lo veo ponerse de cuclillas a mi altura, haciéndome saber que realmente soy quien solía ser hace once años. Vuelvo a cerrar mis ojos con fuerza, gritándome a mí misma, mentalmente, que despierte de una vez, que no es real, que él no está aquí, que él está muerto; muerto porque yo misma lo maté. Las lágrimas siguen descendiendo y él, con sus dedos, los aparta, volviendo el recuerdo de cuando siempre hacía eso al verme de la misma forma.

«Maggie, amor, abre los ojos, estoy aquí.» Tiemblo con temor, tiemblo con dolor. La melancolía tan grande y tan cercana a mí. «Pero no estoy por mucho tiempo, quiero que sepas que siempre te he querido, quiero que sepas que siempre seré tu padre. Soy quien tú deseas que yo sea; un padre que nunca haya cometido tantos errores. Pero es tiempo de irme, ojalá seas feliz, feliz para siempre.»

La mano con la que él me estaba tomando poco a poco se va aflojando, pero yo la aferro, gritando con mis ojos que no se vaya, que no me deje, no de nuevo, no está vez que lo tengo conmigo como aquél veinticinco de hace once años atrás en el que la nieve caía y él me protegía. Pero entiendo que él es solo el producto de mi sueño, él no es real, él no es mi padre. Él es un asesino, una mierda de persona que ha matado y destruido personas por su propia cuenta. Su mano se afloja poco a poco, y se libera de mi agarre, desapareciendo entre la nieve, desapareciendo en el olvido, desapareciendo en la neblina de recuerdos que nunca fueron y nunca serán. Yo grito, lloro, pero las palabras siempre estuvieron de más y mi alma se rompe como la bola de cristal con nieve que se rompió de entre mis manos ese día en que lo vi marcharse de mi casa dejando un hogar marchito.

Pero él, mi padre, siempre será el producto de mi imaginación que yo siempre quise que fuera, y nunca fue.

•••

INFERNAL © ┋ ¿En quién confías? [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora