1. Preparativos para la noche de bodas

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-Alteza, ya es hora, el príncipe la espera.

Hasta que la muerte los separe.

Esa frase maldita fue la que termino de sellar mi sentencia. Yo no quería esto. No quería. ¿Por qué los Kroner no tuvieron hijas?

Mire la ventana contemplando la vista del lugar donde viviría a partir de hoy. Me levante y mire mi vestido de novia. Ojala lo quemen, no quiero verlo nunca más.

El sueño de toda princesa es casarse con un apuesto príncipe azul y vivir felices por siempre. Al menos eso es lo que todas las princesas quieren menos yo. Quiza debería haber nacido hombre. Definitivamente debería ser hombre, es mucho más fácil y práctico.

-¡Princesa! No podemos demorar más tiempo, debo bañarla, vestirla, peinarla, debe estar radiante para su esposo.

Mire de mala gana a Carmen, mi nueva dama de compañía. Era una mujer madura con un acento español muy curioso.

-¿Para que vas a gastar tu tiempo en arreglarme si ese idiota va a dejarme desnuda y despeinada?

-¡Princesa!- me miro con horror- no debe hablar así de su esposo. Una dama, sobretodo si es una princesa, debe estar siempre arreglada para au marido.

Gruñi, algo inapropiado de una dama pero que me importaba muy poco. Me di vuelta y deje que Carme me tratara como una muñeca y me hiciera lo que quisiera.

Extrañaba a Heidi, mi dama de compañia y quiza la unica amiga que tuve y tendre.

Mire todo a mi alrededor. Era tan frío que me dieron ganas de llorar, iba a extrañar mi hogar.

Mi padre es el rey Aro Vulturi, soberano de Volterra, mi dulce hogar en la Toscana italiana. Al parecer el reino estaba pasando un mal momento por lo que a mi hermoso y ex amado padre se le ocurrio la brillante idea de formar una alianza con el rey de Inglaterra, Arthur Kroner.

Para formar dicha alianza, a ese par de viejos se les ocurrio unir sus reinos mediante el matrimonio. Todo parecía bien salvo un detalle: el rey Kroner solo tenía 3 hijos varones y mi padre tenía un hijo varón y una hija mujer.

Gracias a mi magnifica idea de rechazar varias veces al principe Edward Cullen, y a cualquier príncipe que quisiera cortejarme, mi querido padre decidio que esta vez no perdería a un poderoso aliado y no dejaría que los principitos intenten enamorarme, sencillamente decidio obligarme a casarme con el mayor, el príncipe Thomas Kroner que en algún momento sería rey.

Debí quedarme con Edward, era tonto pero sabía tocar el piano como los dioses, aunque ahora era feliz luego de encontrar a Isabella, la hija del Conde Swan. O quiza con Jasper, parecía algo traumado y tímido pero una melena rubia como la suya no se ve todos los días. O Emmett, parecía un oso gigante con cara de niño. Pensandolo bien, cualquiera de mis pretendientes era mejor que "mi marido".

Por lo que había escuchado, el principe Kroner era un excentrico, tenía aires de gitano, era maleducado, desobedecia a todo el mundo, tenía fama de mujeriego y alcoholico y despreciaba a las señoritas de la nobleza.

La boda fue aburrida. Cuando llego la parte del beso, él solo se limito a rozar mis labios unos segundos antes de alejarse y que todos empezaran a felicitarnos. ¿Qué festejaban? ¿Qué el primogénito extravagante se casara y tratara de madurar? ¿O festejaban que la princesa despreciahombres al fin se fuera de su hogar? Hipócritas.

¿Qué iba a ser de mi sin mi hogar? ¿Qué iba a ser de mi sin los cálidos veranos? ¿Qué iba a ser de mi sin mi hermano? La unica persona que me iba a extrañar.

Till Death Do Us PartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora