46. Confesiones

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Si lo que yo te debo
Es ser honesta, el resto ya no cuenta
Perdona si hace algunos días
No he sabido contestarte... 🎶
(Laura Pausini)
*****

Pasaron más de dos semanas desde la muerte de la madre de Thomas. Los guardias que realizaban sus rondas típicas durante la noche encontraron el cuerpo sin vida de la reina madre. Inmediatamente le avisaron a Thomas, provocando un gran escándalo que ignore.

Era consciente de la gran falta de respeto que cometí al no asistir al funeral de esa mujer. Simplemente no querría ir y mi esposo ni siquiera me pidio asistir. Esa falta de mi parte despertó muchos rumores y críticas que simplemente ignore. Si antes los ingleses no me querían, ahora me odian. Durante el funeral, me dedique a leer las cartas que Thomas me envió durante años, sintiéndome la persona más cruel del mundo por mentirle y tratarlo fríamente cuando él siempre pensó en mi. Cuando él me pidió las cartas para leerlas, se las entregue casi todas, salvo la primera en donde le hablaba de una noticia importante. Tenía miedo de volver a mentirle si se le ocurría preguntar.

Al juicio de Tove si asistí. Por nada del mundo me perdería el momento en que lo ejecutaron públicamente por conspiración, traición e intento de homicidio a un gobernante extranjero. A pesar de que fue la reina madre la que más daño le ha hecho a mi familia, sentía un gran alivio al ver muerto a mi cuñado.

Durante mi estadía en Londres recibí una carta de Renesmee en donde decía que los niños estaban ansiosos por saber cuando volvía, no solo ellos, también mi tío que siempre estaba pendiente a cualquier desliz mio para robarme el trono. Mientras leía esa carta comencé a llorar, no porque Renesmee me dijera que me extrañan, sino porque en un par de hojas adjuntas, con pésima caligrafía, mis hijos habían escrito lo mucho que me extrañaban y querían. ¿Cómo es que me estoy perdiendo sus primeras palabras escritas? Definitivamente debía volver a mi hogar.

Después de insistir de forma sutil, Thomas y yo subimos a un carruaje para ir a Roma y ponerle fin a nuestro matrimonio, a fin de que él pudiera cumplir con la condición que le impuse a fin de ayudarlo.

Nunca fui alguien que tuviera pesadillas, ni siquiera cuando era niña y mi madre murió. Desgraciadamente, siempre hay una primera vez para todo.

Durante todas las noches desde que empezo el viaje, soñe con el espíritu. Estaba desarrollando una relación de amor-odio con él ya que me agradaba cuando aparecía y me ayudaba, pero lo odiaba cuando aparecía e interrumpía mis sueños para torturarme y presionarme respecto a Thomas. Mi decisión era firme y no pensaba cambiarla aunque en el fondo sabía que estaba siendo injusta. ¿Cómo es que matar a alguien no me provoca ninguna perturbación pero una simple mentira no me deja dormir? Varias veces quise hablar con él pero me fue imposible.

El suspiro de Thomas me hizo salir de mi ensoñación. Gire mi cabeza lentamente para contemplar su perfil, él volteo su cabeza y evite su mirada para poder contemplar el paisaje romano. Para mi sorpresa, ya estabamos llegando a nuestro destino. Mi corazón comenzo a acelerarse a medida que el carruaje se iba deteniendo frente a la Basílica de San Pedro. Thomas salió rápidamente, sin siquiera esperarme. Cuando me decidí a salir y llegue a su lado, pude ver que su expresión era una mezcla de rabia y odio.

-Llegamos.

-¿Estas bien?

-Roma nunca fue de mi agrado, solo quiero volver a la tranquilidad de mi hogar en Londres -que encogiera sus hombros y desviara la mirada no era una buena señal.

-Es de mala educación mentir en la casa del Señor -sonreí.

-En realidad estamos afuera así que puedo decir lo que quiera.

Till Death Do Us PartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora