33. Distancia

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You always love me more, miles away
I hear it in your voice when you're miles away
You're not afraid to tell me, miles away
I guess we're at our best when we're miles away 🎶🎶
(Madonna)

Tu siempre me amas más, millas de distancia
Lo escucho en tu voz cuando estas a millas de distancia
No tienes miedo de decirme, millas de distancia
Supongo que estamos en lo mejor cuando estamos a millas de distancia
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Los días se convirtieron en semanas. Las semanas en meses. Los meses en años.

Jane y Thomas permanecieron separados durante años, sin saber que era de la vida del otro. Los días se esfumaban rápidamente entre política y guerras. Las noches eran eternas y peligrosas. La medianoche era la hora de los recuerdos.

Jane envió innumerables cartas a su esposo, cartas que nunca recibieron una respuesta. Los mosqueteros se recuperaron y Athos, a pesar de conocer los límites, siempre permaneció cerca de ella. Durante las noches antes de dormir, mientras acariciaba su vientre, miraba el retrato donde Thomas y ella estaban semi abrazados. Varias veces se pregunto si aún la amaba, si su falta de respuesta era porque la ignoraba o porque no recibía las cartas. Cada día que pasaba, sus sentimientos comenzaban a confundirse. Ella se sentía sola y la presencia de Athos llenaba el vacío de Thomas. Algunas veces quería derribar las barreras que ella misma impuso, pero en el fondo sabía que era incorrecto.

Los meses pasaron y en una cálida tarde a mediados de julio, nacieron los príncipes William Alexander y Jonathan Christopher Vulturi, Will y Jace como los nombraban de manera afectuosa. Ambos niños heredaron los ojos azules de su madre y un rostro similar al de su padre. Will, tiene el cabello negro como el de su padre. Jace, es rubio como su madre. Desde temprana edad, ambos niños no pudieron negar de quien eran hijos. Will era mas tranquilo y paciente, poseía una gran curiosidad, siempre se escondía en la biblioteca y miraba los libros a pesar de no saber leer. Jace era más inquieto y perseguía a los mosqueteros o a los guardias para jugar con sus armas. A veces peleaban, pero se reconciliaban rápidamente ya que a pesar de sus diferencias, ambos tenían algo en común: el amor que sentían por su madre.

A pesar de que era incorrecto, Jane decidió darles su nombre a sus pequeños hijos dado que el miedo la motivó a ello. Miedo de no saber si su esposo aun vivía, ya que en caso de que estuviera muerto y Will llevara el nombre Kroner, inmediatamente se convertiría en rey de Inglaterra y tendría que vivir junto a su tío y abuela, quienes lo cuidarían hasta que alcanzara la edad suficiente. Otro de sus temores, era que si su suegra se enteraba de la existencia de los pequeños, pudiera mandar a buscarlos para llevarselos y educarlos como ingleses. Si Thomas aparecía, entonces accedería a cambiarles el nombre bajo ciertas condiciones.

Ser madre y reina no era una tarea sencilla y 24 horas al día no eran suficientes. Si se dedicaba mucho a su reino, descuidaba sus deberes y obligaciones como madre, sintiéndose la peor madre del mundo. Si se dedicaba a sus hijos, descuidaba su reino y se convertía en una mala reina, dándole la razón a los nobles que dicen que una mujer no puede estar al mando de una nación. Con el correr de los meses, lentamente fue capaz de aprender a lidiar con ambas cosas sin descuidar nada.

La soledad, el paso del tiempo y las responsabilidades, hicieron que su carácter se templara y se adaptará a la situación que la rodeara. La joven irresponsable que usaba ropa de hombre, había quedado en la sombra de la dama con hielo en la mirada. La reina era fría, agresiva y dominante. El comercio se estaba expandiendo y la unificación ya se había logrado. La dureza era necesaria para que los nobles la obedecieran. Muy a regañadientes, tuvieron que admitir que Jane era una buena reina, muchísimo mejor que su padre, quien casi lleva a la quiebra al reino. Gracias a las enseñanzas de Arthur, en solo 3 años fue capaz de recuperar las pérdidas de su padre y comenzo a generar grandes ganancias. Algunos se atrevieron a decir que en la forma de mirar, era la versión femenina de Marcus, su abuelo, y que poseía la mentalidad impulsora de su bisabuelo, dado que en sus escasos momentos libres se dedicaba a estudiar diversas formas para poder obtener mejores resultados a la hora de comerciar.

Como madre, era muy exigente y sobreprotectora. Sus príncipes eran su bien más preciado, además de que alguno de ellos sería rey cuando ella no estuviera. Las damas la criticaban por realizar tareas de hombre y por su insensibilidad al negarse a realizar ropa para sus hijos. Las personas que vivían con ella sabían que no necesitaba ser como el resto para ser buena madre. Quiza a veces era un poco sobreexigente, pero era así porque quería lo mejor para ellos. Era una leona que cuidaba celosamente a sus cachorros y era capaz de cualquier cosa para protegerlos y hacerlos feliz. Aunque estuviese muerta del cansancio, siempre les leía antes de dormir o les cantaba. También se aseguraba de disfrutar al aire libre con ellos al menos un día a la semana.

Como esposa, a veces olvidaba que estaba casada, otras veces lo recordaba y se sentía nostálgica. A pesar de seguir siendo fiel y amarlo, cada vez se preocupaba menos por la guerra o por si el seguía con vida. Algunos nobles, a veces intentaban cortejarla, pero ella con su frialdad y apatía en las reuniones sociales, los ignoraba, ya que en el fondo aún conservaba la esperanza de que él cumpliría su promesa y la iría a buscar.

Al noroeste de los Alpes italianos, exactamente en el Canal de la Mancha, la guerra continuó sin ningún tipo de piedad. Lo que empezo con una simple ofensa, se convirtió en una guerra sin sentido. Los soldados y los reyes ya no sabían porque peleaban, solo sabían que debían hacerlo. España y Portugal se dedicaron a luchar entre ellos, ignorando al resto. Francia y Alemania fueron invadidas. Algunas colonias inglesas y francesas dejaron de abastecer a los reinos, ya que las ofertas italianas eran mejores y el simple hecho de no estar en guerra era suficiente para inspirar seguridad.

En una de las muchas batallas en las cuales Thomas participo, una herida casi le hace perder el brazo izquierdo. Los doctores sugirieron cortarselo, ya que de todas formas lo iba a perder, sin embargo, el fue lo suficientemente obstinado para negarse. En contra de su voluntad, tuvo que volver a Londres y realizar reposo. Sufrió varios delirios provocados por la fiebre. Durante sus sueños febriles, veía a Jane como un ángel hermoso y díficil de alcanzar. Lo correcto hubiera sido llamarla, pero la madre de Thomas considero que no era necesario ya que no deseaba ver a su nuera.

Gracias a un milagro, o a que el dicho que dice que hierba mala nunca muere, Thomas logró sobrevivir y recuperarse. Los 30 y la reciente sobreexigencia física le jugaron una mala pasada. Paso de estar en el campo de batalla a estar en una tienda planificando ataques y contraataques.

El paso del tiempo y la muerte a la orden del día, sirvieron para corregir el carácter irresponsable del nuevo rey. Había noches en las que la nostalgia lo atacaba y se dedicaba a pensar en su reina rebelde. Extrañaba la suavidad y el calor de su cuerpo, sus ojos azules como el cielo, su cabello dorado como el sol, su carácter irritante y sus aires dominantes. Extrañaba todo de ella y solo deseaba acabar con la guerra para tenerla en sus brazos.

Transcurrieron cerca de 5 años y medio antes de que los reyes de Inglaterra y Francia se reunieran para acabar con una guerra, que de continuar, los destruiría. Cerca de 5 años y medio fueron necesarios para que Thomas volviera a su palacio y se dedicara a tomar las riendas de su reino y tratar de reconstruirlo. Cerca de 5 años y medio fueron necesarios para que Thomas se sentara y escribiera una carta a su esposa, comunicandole que todo finalizo y le solicitara que volviera a Londres para verla y tratar de retomar su matrimonio.

Till Death Do Us PartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora