-Majestad, hemos llegado.
Debía estar demasiado desesperada para hacer esto.
Salí del carruaje y mire con apatía la Basílica de San Pedro. Recuerdo que algunas veces mi padre nos traía y yo creía que era el lugar más grande e impresionante del mundo, hasta el día de hoy creía que era grande. A simple vista, me recordaba un poco a Versalles, sin embargo, era diferente. Tenía demasiadas esculturas de santos y apóstoles, campanas, columnas, puertas, muchos arcos y naves.
Entre tranquilamente y comence a mirar el suelo de mármol que se extendía delante de mi. A pesar de que mi fe era cuestionable, debía admitir que el lugar era imponente, realmente podías sentirte como un ser pequeño e insignificante dentro de la basílica. Un hombre atrajo mi atención y me pidió que lo siguiera. Los tacones de mis zapatos empezaron a hacer un ruido demasiado alto, rompiendo el silencio sepulcral del recinto sagrado. El religioso me miro, pidiendo silencio. Levante un poco la falda de mi vestido para mostrarle mis zapatos y que viera que no era algo intencional de mi parte. Me miro con horror y empezo a santiguarse, como si yo fuera un demonio en cuerpo de mujer. Rápidamente se alejo de mi y empezo a avanzar rápidamente hacía una pequeña sala. Abrió la puerta y me dejo pasar.
Ni bien termine de entrar, escuche la puerta cerrarse detrás de mi. Rode los ojos y mire a mi alrededor. Una gran alfombra roja cubría el suelo, las paredes estaban cubiertas con númerosos cuadros de vírgenes y santos. La única ventana que había, ofrecía una gran vista de la ciudad. Había una pequeña estantería con libros y un reloj. Una pequeña mesa de caoba y un par de sillones terminaban de constituir el mobiliario. Mi curiosidad fue mucha y me acerque a los libros, para mi gran decepción, había una Biblia y otros libros católicos, aunque era bastante predecible teniendo en cuenta el lugar en el que me encontraba.
Me sente en uno de los sillones y cruce mis piernas. Estaba aburrida por lo que solte mi cabello antes de comenzar a jugar con un mechón. Paso una media hora antes de que me pusiera en pie y empezara a caminar por todo el lugar, como una fiera enjaulada. Me detuve delante de la ventana para mirar la ciudad y pensar en lo que haría, ¿realmente estaba segura? Por supuesto que sí. Ya tenía mi vida hecha y no lo necesitaba. Había transgrededido tantas reglas en mi vida, ¿qué diferencia supondría una más? Una vez que reafirme mi decisión, me volví a sentar en el sillón y me quede esperando tranquilamente.
Casi 2 horas después apareció el Papa.
-Majestad, disculpad la tardanza -el hombre cuyo rostro estaba cubierto de arrugas, me dio su bendición sin que se lo pidiera, acerco su anillo de rubí hacía mi, para que lo besara, sin embargo, me limite a mirarlo tranquilamente a los ojos. ¿Por qué tengo que besar un anillo que muchas personas besaron? Él me miro esperando que inclinara mi cabeza para besarlo pero sonreí.
-Es un hermoso anillo, Su Santidad -visiblemente ofendido por mi negativa, fue a sentarse frente a mi- No se preocupe por hacerme esperar, la vista es maravillosa.
-Es muy extraño tener visitas. Ningún rey ha venido a visitarnos, ¿a qué debo el honor, Majestad?
-Lo se, cuidar de un reino es mucho mas interesante que venir a visitaros, Su Eminencia. El motivo por el cual vengo es un asunto algo delicado. No es fruto de un capricho ya que tengo varias pruebas de que es necesario que me conceda lo que deseo pediros.
-Decidme que puedo hacer por vos.
-Deseo anular mi matrimonio con el rey de Inglaterra -lo mire fijamente a los ojos mientras me miraba con horror.
-¡Majestad! Lo que deseáis es algo imposible, ningún mortal puede disolver el vínculo que Dios ha creado.
-Ahora entiendo porque Enrique VIII creo su propia Iglesia.
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Till Death Do Us Part
FanfictionEl reino Vulturi y el reino Kroner estan pasando por momentos difíciles. Por ese motivo, ambos reinos deciden unirse mediante el matrimonio del príncipe Kroner y la princesa Vulturi. Durante la noche de bodas, el príncipe Kroner y la princesa Vultur...