7. Peleas al amanecer

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Desperte muy temprano por culpa de una pesadilla, mire por la ventana y vi que estaba amaneciendo. Rara vez veía un amanecer por lo que tome mi bata y fui a la ventana.

Se veía el sol en el horizonte, rodeado de nubes con unos tonos dorados, naranjas, rojos. El cielo en tonos púrpura y las montañas negras. Era lo más hermoso que había visto y si tuviera mis lienzos y pinceles lo pintaría.

Estaba tan perdida contemplando el amanecer que no escuche unos pasos detras de mi y me asuste cuando una voz me habla.

-Cierra esa ventana mujer. El sol me molesta.

Me di vuelta y vi a mi flamante esposo completamente borracho. Genial. Ni una semana y ya se emborracha.

-¿Dónde estabas? -pregunte seria.

-No bonita... No vasss... A hacerrrmee prrreguntassss....

El olor era insoportable y su aspecto era peor.

-Haz lo que quieras pero no me fastidies -dije con odio mientras volvía a ver el amanecer. Fui una estupida por pensar que tal vez podría llevarme bien con el.

De pronto sentí que él tomaba fuerte mis hombros y me tiraba al piso. Aterrice cerca de la cama y por pura suerte no me golpee en la cabeza.

-¿Qué crees que haces? -le grite. Vi que se quitaba el cinturón y empece a retroceder.

-¡Eres una maldita ramera! ¡Si te digo que hagas algo entonces hazlo! -me grito furioso.

Antes de que me diera cuenta me pego con el cinturón en la cara. Grite y antes de que pudiera golpearme de nuevo lo tome del pie y tire fuerte haciendo que se cayera al piso. El gruño y rápidamente intente subir a la cama pero el me atrapó.

-¡A donde te crees que vas?

Quise escapar pero me sostenía muy fuerte.

-Sueltame -dije firmemente mientras trataba de escapar.

-Ahh... ¿La niñita italiana no quiere jugar? Quiza deberíamos tener nuestra noche de bodas ahora, no crees -comenzo a levantarme la falda de mi camisón y con la otra mano me apreto el cuello.

Trate de empujarlo cuando vi que había dejado un arma en una mesita así que golpee su entrepierna haciendo que gritara y me soltara. Corrí hasta la mesita y tome el arma. Antes de que él pudiera moverse le apunte.

-Si te mueves un centímetro disparare y no me importa si eres mi esposo -le grite y el se burlo.

-Eres una niña, ni siquiera sabes usar eso. Quiza eres algo maleducada con tu esposo y no obedeces pero no sabes usar eso.

Si supieras de lo que soy capaz querido.

Lo mire a los ojos y dispare cerca de él haciendo que se asustara.

-No te metas conmigo. Podre parecer frágil pero no lo soy.

Antes de que ambos pudiéramos hacer algo, la puerta se abrio y entro Carmen junto a 3 guardias.

-¡Princesa! -me miro asustada y tire el arma mientras iba hasta la ventana -¿Qué esta pasando?

-No me dejo besarrrla... -vi como se tambaleaba.

-¿Esta borracho?

-Mujeres tan inutiles, traedme mas vino.

Le di la espalda y mire el paisaje mientras Carmen ordenaba que se lo llevaran. Se supone que yo debería dar las ordenes pero no tenía animos.

-Princesa... -sentí a Carmen tocarme suavemente donde el me había apretado y me queje un poco- ¿Se encuentra bien? ¿Que paso?

-Vete, no necesito de ti.

-Pero...

-¡Vete! -grite y apreté el marco de la ventana hasta que mis nudillos quedaron blancos.

-Si Alteza -ella se fue y comence a llorar. En este momento es cuando más necesitaba a mi hermano o a mi dama.

Me quede bastante rato en la ventana y lentamente me di vuelta. Vi el desorden que quedo y fui a vestirme.

Mi piel al ser muy clara era más sensible y facilmente marcable. Tenía marcas en el cuello, en los hombros y en la mejilla donde el cinturón me pego. Deje de verme en el espejo y me puse un vestido rosa palido para que no resaltara mucho mi piel. Cubrí mi cuello con una bufanda de seda y me aplique maquillaje para cubrir la marca de mi mejilla. Solté mi cabello y me peine para cubrir un poco mas la marca.

Fui a desayunar y ni bien me vieron comenzaron el interrogatorio.

-¡Querida! ¿Estas bien? Carmen nos dijo... -antes de que siguiera la interrumpi.

-Estoy bien y preferiría no hablar -de mala gana me sente y trate de desayunar pero fue imposible.

-Sabes que puedes contarnos todo. No puedo creer que mi hijo...

-¡Basta! -dijo el rey- si ella no quiere hablar entonces que no se le obligue a hacerlo.

Le sonrei como agradeciendole y pudimos terminar el desayuno en paz. Luego de eso el rey me pregunto.

-Jane, ¿te encuentras bien para acompañarme o...?

-Me encuentro perfectamente Majestad.

-De acuerdo, entonces vamos.

La reina ya estaba empezando a protestar pero la ignoramos y fuimos al despacho del rey. Me sente frente a él y espere a que empezara.

-Ahora que estamos solos, dime que paso.

No quería hablar pero decidi hacerlo por la confianza que el estaba demostrando al enseñarme como cuidar su reino siendo yo extranjera.

-Su hijo llego borracho y me ataco, le quite su arma y me defendí. Estaba dispuesta a herirlo si el me volvia a tocar.

-Esto no esta bien.

-No pienso callar esto Majestad, sois muy bueno pero debo decirle esto a mi padre y estoy segura de que el me vendrá a buscar.

-Por favor no lo hagas.

-No quiero quedarme aquí, no me gusta este lugar y no me quedare a esperar que esto pase de nuevo. Hare mis maletas y cuando mi dama llegue le dire al cochero que me lleve junto a mi padre.

-No. Fue muy díficil casar a mi hijo, si le dices a tu padre todos se enteraran y sera la ruina de este reino. Nadie querra hacer tratos en el futuro con un rey abusador y sin esposa.

-¿Acaso debo tolerar esto? -pregunte incrédula.

-Haré que tengas guardias a tu lado las 24 horas del día y ambos dormiran en diferentes habitaciones hasta que ustedes crean que estan listos para dormir juntos.

-No puedo creerlo.

-Por favor princesa. Tomare todas las medidas necesarias para que esto no se repita.

-Siempre creí que mi reino se arruinaría si esto fallaba.

-Ambos nos necesitamos. Tu padre necesita guardias y armas para defenderse, tengo bastantes y puedo brindarle los que necesite. Sin embargo yo necesito alimento, estamos teniendo malas cosechas y las tierras de tu padre producen mucho y el nos brinda alimentos. Dime, ¿quien pierde más si este matrimonio falla?

Me levante y comence a caminar por todo el lugar.

-¿Debo sacrificar mi vida y salud para que la plebe no muera de hambre? Ni siquiera es mi gente.

-Este reino ahora es tuyo, seras la reina algún día -lo mire algo asustada y el se acerco para poner su mano en mi hombro- los reyes y príncipes deben hacer sacrificios para el bien de la plebe. Cargamos con el peso de miles y miles de vidas en nuestros hombros.

Aparte la mirada y me aleje, luego me deje caer en una silla y lo mire -No le dire nada a mi padre.

-Gracias -el se sento en su silla- ¿aún quieres aprender?

Suspire y fui a sentarme frente a el para que me enseñara y me dijera que hacer.

Till Death Do Us PartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora