Vete al diablo.

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Janis

Iba al hotel de mi padre. Era bastante lindo, y ni hablar de lo grande.

Habían pasado semanas en las que solo lo llamaba, pero mis vacaciones habían llegado. También necesitaba descansar.

Extrañaba mas a mi padre de lo que debería, quizá porque el fue el único que estuvo ahí para mi, mi madre, se había ido. La tierra la reclamó.

Mi vida era feliz.

No era perfecta, estaba lejos de serlo, pero, yo era feliz.

Justo llegando a la entrada, un auto negro se detuvo.

Y de ahí salieron John Bonham, conocido como Bonzo, quien era "peligroso" según algunas personas; el baterista de la banda.

Seguido de el salio Robert Plant, rubio y de ojos azules, un dios griego a decir verdad, aunque para mi gusto el no estaba nada mal; el era el vocalista de la banda, conocido por los tonos altos que alcanzaba su voz.

Luego fue John Paul Jones, a quien decían Jonesy, era mas bajito, aunque no se veía poco atractivo; era el bajista y tecladista, aunque se sabe que sabe tocar mas de 10 instrumentos.

«y yo presumiendo que sólo se tocar tres» pensé

Pero después del auto salio Jimmy Page, quien se había ganado apodos como Pagey, JimJam, o Led Wallet. El fundador, compositor y guitarrista de la banda, pelinegro, pálido y de ojos verdes esmeralda.

Que lindo ¿no? Y que extraño a la vez. Una que es pelinegra, pálida y de ojos Azules.

Los mire por un segundo y entre en el Paradise, el hotel. Todas las chicas y algunos chicos que trabajaban ahí estaban vueltos locos, pedían uno que otro autógrafo. ¿Para qué tanto alboroto? Si les daban buen servicio seria suficiente para que quisieran regresar.

Cuando encontré a mi padre, este me saludo de forma cálida, y me pidió guiar a cada uno de aquellos chicos recién llegados a su habitación.

No me negué, seguro que seria emocionante.

Ir con cuatro robafocos a tus espaldas tenia que ser divertido, tomando en cuenta que Robert media un metro con ochenta y seis, Jimmy y Bonzo un metro con ochenta, y Jonesy un metro con setenta y tres. Quizá solo con tres robafocos, no me podía quejar, mi estatura era de un metro con cincuenta y ocho.

Cuando los guíe, parecían niños pequeños, pero con un nivel de perversión mas alto que el de cualquiera. Parecía que no podían dejar de verme el trasero.

Estaba bien proporcionada, no tenia ni mucho de algo ni poco de lo otro, entiendo que son hombres, que son los dioses del sexo para muchas, pero eso no significa que lo eran para mí.

Y para ser honesta, era bastante incómodo. Una cosa es sentir esas miradas de vez en cuando en la calle, y otra es sentirlas durante quince minutos seguidos, sin contra cuanto me tarde en llevarlos a cada uno a su cuarto.

Primero Robert, luego Jonesy, Bonzo y el único restante era Page.

Ese último era el de la mirada mas intensa, sentía que de forma literal ya me quería en su cama, aunque eso le iba a costar. Sentí como su mirada bajaba desde mi espalda hasta llegar a mis muslos y regresar mas lento aún.

Eso si era tortura.

Pero cuando lo deje en la puerta, su voz me puso mas nerviosa aún:

—tienes un buen cuerpo y no lo voy a negar, disfrute nuestro camino — dijo tranquilo

—deberías preocuparte por otras cosas — abrí la puerta.

—y tu deberías ser menos gruñona, mira que no le doy ese tipo de cumplidos a cualquiera —rio y me tomó del brazo —yo se que quieres entrar y pasar un buen rato, y mas si es conmigo —me miró pervertido

—alejate de mi —me zafe de su agarre y me fui de ahí caminando. ¿Quien se creía ese idiota? ¿Un dios? Quizá lo era, pero de paso salio como antónimo de caballero.

No voy a negar cuan atractivo es, pero eso no le quita lo  descarado, narcisista, ególatra y además, parecía ser un verdadero hijo de puta.

Fui con mi padre de nuevo, teníamos algunas cosas de que hablar.

Jimmy

Esa chica me las va a pagar.

¿Quien se cree que es como para decirme no? Vamos, yo siempre conseguía lo que quería, ya me había acostado con mas de tres chicas a la vez, esta no iba a ser un problema.

Estaba leyendo uno de los ejemplares de Alister Crowley hasta que llamaron a la puerta.

—pase —dije sin mirar.

—Jimmy —dijo Robert desde el marco de la puerta.

—mande —respondi sin interés.

—¿Qué paso con la chica? —entró y cerró la puerta

—nada, ¿que quieres que pase? —lo miré después de cerrar el libro. Si quería mi atención, la tenía ahora.

—¿de verdad? —parecía estupefacto.

—ya ni lo repitas, no quiero ni pensar en eso, aunque tenia un buen trasero.

—ya lo se, amigo mío —sonrió

—oye, Plant —chasquee los dedos y reaccionó.

—¿si? —me miró con cuidado.

—¿que hora es? Debemos ir a los ensayos —deje el libro y me levanté.

—son las ocho y medía —dijo mirando el reloj.

—vámonos, si llegamos tarde, Peter y Richard me van a quitar whisky, y no lo quiero perder.

—voy a cambiarme, cuando regresé tocare tres veces la puerta —aviso y se marchó.

Media hora después tocaron la puerta tres veces, tome una botella y abrí. Que gran sorpresa.

—balla, balla, ¿pero miren a quien tenemos aquí? —sonreí

—callate, mi padre cree que debería ser mas considerada, así que toma —me entregó un sobre —y dice también que debes dejar de verme el trasero o te arrancara las bolas —sonrió la pequeña pelinegra.

—voy de salida niña —deje el sobre sobre mi cama y salí;cerré la puerta y ella camino a mi lado.

—¿niña? ¿Y tu cuantos años tienes? ¿Treinta? Porque para tu información, tengo veinticinco —se metió con mi orgullo.

—ja. Ja. Que linda, pues yo tengo veintisiete —ella se rió.

—debo irme, suerte con la guitarra, a decir verdad, me emocioné un poco, tengo sus discos, en lo personal me gusta mucho el LED ZEPPELIN III, no entiendo porque tuvo tan mala crítica, pero bueno, adiós —asintio y se fue de ahí caminando rápido.

Esa chica iba a caer a mis píes.

Una carta para Jimmy PageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora