10.UNA PROPUESTA

98 10 0
                                    

El auto estaba en completo silencio hasta que se me ocurrió la magnífica idea de encender el radio.
Every Breath you take de The Police se adueñó del auto hasta que en el coro de la hermosa y obsesiva canción,  Charlie bajo el volumen.
—¿quieres ir al claro? —me dijo mientras yo alternaba mi vista entre la carretera y el.
—no se llegar desde aquí — no era cierto y sabía que el terminaría por convencerme pero debía tratar de evitarlo,  no quería estar con  el a solas,  no sabia mentir y sabía que el notaría que algo iba mal y terminaría por interrogarme hasta que hablara,  el claro era un sitio en medio del bosque a las afueras de la ciudad donde había un pequeño lago. Lo conocimos en un campamento al que fuimos cuando teníamos 13 años,  desde ese día solíamos ir ahí cada vez que necesitábamos hablar,  cuando nuestros problemas eran demasiado grandes para lidiar con ellos solos,  siempre estábamos el uno para el otro aun cuando ni siquiera nosotros superamos que lo necesitábamos.
— yo puedo manejar — y ahí estaba su jugada maestra.
— de acuerdo iremos,  pero solo dime por donde,  yo manejo — oí su risa,  sonaba tranquila.
— de acuerdo caperucita — le lance una mirada de odio a pequeña escala.
— ja,  ja perfecto señorito “yo quiero ser la bestia” — guardo silencio unos segundos, con esas palabras le había recordado la vez que lloro porque el quería ser la bestia,  de la bella y la bestia y yo quise ser caperucita roja,  al final ninguno fue a la fiestas de disfraces a la que estábamos invitados.
Aun me sentía nerviosa pero estaba poniendo casi toda mi concentración en estar tranquila. Llegamos a la entrada del bosque y bajamos del auto.
—¿aun sabes llegar? — le pregunte temerosa,  era un poco tarde y no me quería perder en el bosque.
— conozco este bosque como la palma de mi mano — sonrió con arrogancia,  olvidaba que era niño explorador.
No hice mucho amago de continuar con esa pequeña conversación y comencé a caminar para después oír como el caminaba tras de mi. Al poco rato note que solo podía escuchar mis pasos y el miedo se adueñó de mi.
—Charlie — gire,  pero el no estaba.
—¡Charlie! — no respondió, me estaba asustando — ¡Charlie esto no es divertido! — sentía mis manos temblar y mi corazón latir cual caballo sin rienda — ¡Charlie! — grite una vez más,  pero no contesto.
Comencé a correr a ningún lado,  sin saber donde estaba,  ni a donde iba,  tenía miedo y las lágrimas empezaban a amenazar con salir,  voltee para ver si no había alguien,  pero termine chocando con algo,  algo que tomó mis brazos.
— ¡suelta me! — patalee  fuerte —¡suelta me! — no dude y di una fuerte patada en su entre pierna.
El tipo me soltó y caí de nalgas al suelo no espere y comencé a correr de nuevo,  pero ya mis piernas no respondían, en definitiva necesitaba hacer ejercicio.
De nuevo unos brazos me rodearon por la cintura y patalee.
—hey, tranquila caperucita — esa voz — soy yo— me giro y ahí estaba el rostro adolorido de Charlie.
—¡¿que carajos pasa contigo?! — comencé a dar golpes a su pecho a manera de reproche.
—Hey,  tranquilízate,  solo era una broma — me di cuenta que el tenía sus brazos al rededor de mi aun y yo las manos en su pecho y los colores me volvieron al rostro al verlo y más aún sentirlo tan cerca.
— eres un idiota,  suelta me — lo empuje,  más por nervios que por enojo.
— oye,  estaba jugando — me gire y suspiré.
— casi me matas del susto — el se acercó antes de que siquiera pudiera reaccionar y me rodeo con sus brazos, aquellos brazos que habían sido mi refugio tanto tiempo, su perfume me ataranto unos segundos mientras escuchaba la voz salir de su pecho diciendo un — lo siento,  solo quería asustarte un poco,  pero después saliste corriendo,  cuando te alcance me pateaste — lo había rodeado con mis brazos de forma inconsciente y al escucharlo me sentí culpable al instante pero aún estaba molesta, me aleje lentamente  de él.
— eso no quita que seas un idiota — mi corazón latía demasiado, suspiro sin soltarme por completo.
— creo que ya estamos a mano,  digo probablemente me quitaste la posibilidad de tener hijos con esa patada — me reí ante su comentario antes de separarnos por completo.
— tienes razón — admití y me hizo una seña para que lo siguiera a través del bosque.
— no te pierdas esta vez — rodé los ojos y camine tras el.

Los Infortunios Del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora