19. MEDIDAS DESESPERADAS

94 10 0
                                    

Aubrey

Dicen que la venganza es un platillo que se sirve frío y es muy dulce, supongo que es como el helado, pero no me enfocaré en hablar sobre las metáforas y la relación que últimamente todo tiene con la comida.
Mejor les contaré lo que hice la noche después de terminar de darle vueltas al asunto de puerta.
Después de un ligero trabajo de investigación mental, decidí levantarme a eso de las 2 de la mañana y con el sigilo de un gato entrar en el salón de pintura y secuestrar un par de botes de pintura de varios colores, los más llamativos y un par de brochas. Camine hacia la primera puerta y sin pensármelo mucho comencé a escribir sobre esta "Perra rastrera", repetí la frase por toda la puerta hasta dejarla repleta, pase a la segunda y en esta escribí "Zorra Maldita", escribí en dos más las palabras correctas y al llegar a mi puerta le di un poco más de énfasis. Me tarde casi dos horas haciéndolo, pero valió la pena, cuando mi obra estuvo completa regrese al salón de arte, limpie las brochas y toda evidencia de que estuve ahí y me dirigí a mi habitación.
Como toda una criminal, me quite la ropa y la partí en varios pedazos que oculte de forma casi estratégica por toda la habitación y luego me dedique a dormir esperando que la bomba estallará.
Y así lo hizo, a eso de las 7 de la mañana unos gritos y cuchicheos inundaron el ambiente, salí y miré mi puerta pintada una vez más y con una sorpresa casi genuina miré las demás puertas y a sus dueñas quienes estaban horrorizadas, hice un esfuerzo sobrehumano por no reír y con una actuación digna del Oscar, me sorprendí cuando alguien grito  —¡Leslie!  — de pronto las miradas estaban puestas en mi, era como si todas esperasen que yo hiciera algo, así que con todo el dolor de mi corazón tuve que dirigirme a la habitación de la susodicha y tocar con delicadeza su puerta, teniendo especial cuidado en no tirarla, note que las demás afectadas me seguían sin hacer ruido y cuando una adormilada Leslie abrió la puerta, de inmediato puso en su rostro la altanería de alguien que sabe usarla inclusive en la mañana  —¿se te perdieron los pañales? — era buena pero no lo suficiente — no, ahora dime ¿porque le hiciste eso a mi puerta? — esperaba una confesión, la más pequeña —¿de que hablas?, ¿no te gusto tu mural? — y ahí estaba — no, ¿quien te crees para hacer eso? —las chicas estaban furiosas pero ninguna decía nada, era como si esperasen algo más conciso — porque quise y pude, entiende lo embarazada, puedo hacer lo que yo quiera, y nadie puede decirme nada, podría pintar todas las puertas si me diera gana — bingo — pues te felicito — no dije más, di la vuelta y las demás chicas comenzaron a reclamarle, ella no sabía que responder, solo hacía gestos, ni siquiera la dejaban hablar, lo que escribí en cada puerta era exactamente lo que Leslie decía de ellas cuando no estaban cerca, ellas lo sabían y era más que obvio que ella era la culpable, o eso pensaban ellas, puse mucha atención a su forma de escribir y trate de que la letra fuera lo más parecida para no dejar lugar a dudas, había funcionado.
No pasó mucho para que la prefecta se presentará y al oír las quejas y los argumentos vacíos de Leslie decidió ponerle un castigo que rayaba en lo cruel, al menos para ella, más aún porque como alma bondadosa que soy, pedí que no la expulsaran. La prefecta me miró con calidez y a Leslie le dedico un largo discurso sobre los derechos de las mujeres embarazadas y el acoso escolar, Leslie sólo a sentía de vez en cuando y me lanzaba miradas de odio en intervalos —Ahora, lo que va a pasar es lo siguiente, primero, le pedirás una disculpa a tu compañera y a las otras dos chicas afectadas, repintaras las puertas y repondrás la pintura que gastaste en eso, y como no estamos segura de cuales usaste, pues repondrás los botes de pintura más vacíos, eso sólo por lo de las puertas, ya que dañaste propiedad de la escuela, segundo, te encargarás de ayudar con la limpieza del campus todos los sábados hasta que termine el año escolar, por último y como advertencia, si vuelves a molestar a Aubrey por su embarazo, me veré obligada a pedir tu expulsión, ¿entiendes? — me sentí mal por Leslie, pero ella se lo busco, aún así, tal vez debería hacer algo para que su castigo no fuera tan grave, digo al final del día no quería verla llorar —disculpe señora Pearl, pero yo podría encargarme de las puertas, creo que Leslie aprendió la lección —la mujer me miró confundida, pero parecía estar contenta — es un gesto muy amable, ¿pero estas segura de poder hacerlo?, no queremos que te lastimes, verdad Leslie —esta última asintió — no hay problema, yo me encargo de las puertas — Leslie estaba muy confundida, pero luego que se disculpara conmigo y con las chicas, me dijo estando solas en el pasillo — puedes haber engañado a todos pero se que yo no lo hice y esta bien, es muy astuto de tu parte ponerte en un pedestal... Gracias — me extraño su repentino cambio de actitud —¿que? — ella rodó los ojos exasperada —gracias por no dejar que me expulsará, y por lo de las puertas, se que me lo busque... no significa que me agrades ni nada, pero gracias —la chica frente a mi era menos descerebrada que la chica que me dejaba su almuerzo echado a perder en mi banca —¿Porque te empeñas te en molestarme? —debía saberlo —ella suspiro fastidiada —como dije, no me agradas, pero creo que, bueno, creo que te envidio — eso realmente no lo había visto venir —¿como? — ella se apretó el puente de la nariz en busca de calma, supongo —yo... bueno hace poco mi novio me dejó porque no quería embarazar me y ahora esta esperando un bebé con la tipa que era mi amiga, esa morena del infierno, era una... bueno el punto es que te vi y no pude evitar detestarte, y envidiar un poco el hecho de que tu tendrías un bebé con alguien que probablemente no te forzó ni nada de eso... — nunca me había parado a pensar en el porqué, pero ahora que lo sabía, me sentía un poco mal por ella — alguien que no quiere saber de mí y ni siquiera sabe que estoy embarazada... —complete ante su mirada perdida en mis palabras —no es un cuento de hadas y creo que ambas debimos saber que el mundo no es fácil para todos, así que lo siento, no quería meterte en problemas, pero me cansaste —ella negó —fue mi culpa, después de todo, no te conocía y ya estaba haciéndome ideas — al final del día me encontraba ayudando a Leslie a despintar las puertas y pactando pagar lad pinturas, ya que yo me las había acabado, ella estuvo de acuerdo y obviamente dijo  que el par de chicas con las que molestaba le ayudarían a limpiar y seria como un picnic cada semana así que no estaba tan mal.

Los Infortunios Del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora