46. PENA Y GLORIA

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Aubrey
Suspire y sabía que lo notaria —Charlie, no hay nada que puedas decirme que me haga pensar diferente de ti — negó.
— Aubrey, ¿porque siempre haces lo mismo?... Y no finjas que no me entiendes porque se que lo haces — carajo, no entiendo porque demonios soy tan transparente — da igual, este no es ni el momento ni el lugar para eso... — negó y empezó a caminar escaleras arriba, se veía decidido y yo horrorizada.
—¿Charlie a donde vas? — fingió no escucharme y siguió hasta el cuarto de los niños, lo veía a la distancia, dejó a James en el corral y me quito a Jane de los brazos.
— estoy cansado de esto, me vas a escuchar aunque tenga que amarrar te a una silla —.

Retrocedí un poco —no quiero... —dio un paso al frente y ante mi vulnerabilidad quede petrificada por su cercanía y el desastre que sus ojos causaban en mi.
— No huyas, por favor — se acerco más y mis ojos no pudieron con toda esa carga así que mire al piso.
— no, no quiero escucharte, no hagas esto — tomo mis manos — no estoy haciendo nada — su tacto me parecía tan ajeno y tan extraño que me estremecía hasta la médula — todo en mi vida va bien, ya soy feliz, ¿porque no simplemente me dejas seguir mi vida tranquilamente? — me soltó — ¿tranquilamente?, ¿me estas diciendo que fingir que no existo te hace feliz?, ¿es eso? — como responder que justamente era eso lo que me mantenía en calma, fingir que el no era parte de esto, porque era más fácil — creo que si, mi vida va de maravilla desde que las cosas entre nosotros se acabaron — mentira — lo siento, pero creo que lo mejor será que... — sus labios cálidos y dulces atraparon los míos disipando cada pensamiento que tenia planeado decirle, cada letra se quemo en el calor de su cercanía.
Sus manos atraparon mi rostro y aunque mis manos se pusieron instintivamente en su pecho, fue este mismo instinto el que me ayudó para alejarlo lo suficiente para romper el encanto, que duró apenas segundos — será mejor que te vayas — le dije completamente fría — si, creo que será lo mejor — dijo sin soltarme por completo — pero aunque finjas que no existo y trates de reemplazar me con ese tipo, estoy seguro de que el jamás te besara como yo y que jamás lo besaras como a mi, porque sabes que soy el único que te quita el aliento sin siquiera tocarte y lo se porque a mi me pasa lo mismo, Aubrey ...— maldita sea.
Me soltó y de inmediato mi rostro extraño su calidez y mis labios los suyos, sus palabras destilaban pesar, era la voz de un hombre herido la que me rebotaba en el corazón.
Tenía razón, pues en cuanto desapareció de mi vista, solté el aire que no sabía que estaba conteniendo. Era un desgraciado con el ego del tamaño del Monte Everest, le encantaba confundirme y dejarme con cara de idiota, lo peor es que no había forma de que pudiera evitarlo.
Pero porque tenía que mentir, si fuera cierta mi influencia en el y si le doliera tanto como me daba a entender, no se hubiera ido, ¿o si?.

Mi mente estaba en aquel momento, pero mi cuerpo estaba fingiendo sonreír ante las anécdotas de Nick y la forma en la que mis niños jugaban con un conejito que Tara les regalo, dijo que solo uno sería suficiente para los dos, pues estaba lo suficientemente grande para cuidarse solo... O algo parecido, siendo sincera no había puesto mucha atención.
Nick lo noto, era evidente que la visita de Charlie había acabado con mi genuino buen humor.
—¿está todo bien? — asentí mientras que mi mente gritaba un enorme NO — si, todo bien — el no pregunto más y yo no dije nada, pero su beso casto no hizo más que a grabar mi situación mental, pues las comparaciones se hicieron presentes.
Era un beso casto, pero... Era solo eso, no me hacía querer más, no solo físicamente, si no, un deseo demente en el que buscaba quedarme en ese momento por la eternidad.
Y entonces un pensamiento cayó cual misil a mi cerebro... Charlie me había besado, eso era obvio, pero yo ahora estaba con Nick, eso significaba que le había engañado, lo que había tratado de evitar estaba pasando, estaba jugando con el y estaba a nada de hacerle daño, era una pésima persona... Todas las palabras se me juntaron en un nudo que casi salió en forma de vomito sobre la mesa, por suerte alcance a llegar al baño.
Alex llegó poco después de mi huida —¿Aubrey estas bien? — respire unos segundos largos antes de responder — creo que si, ¿puedes entrar? — no respondió, solo entro —¿que paso? — cerré los ojos tratando de buscar la mejor forma de contarle sin que saliera como un demente a contarle a Tara —bueno, Charlie... — esas dos palabras bastaron para que sus ojos se abrieran a más no poder —¿que?... ¿Que hizo? ¿Que paso? — le conté con lujo de detalle lo que ocurrió y después espere.
Alex solo respiro hondo y con cautela dijo algo que no esperaba — no se que decir... — era la primera vez que Alex se quedaba sin argumentos y me era tan desolador que casi me hizo querer vómitar de nuevo.
—eso es nuevo, tu sin algo que decir es como una lluvia que no moja — sonrió, pero esa sonrisa no llego a sus ojos reduciéndolo a una mueca involuntaria —lo se, pero es que no tengo nada que decir, porque por un lado esta el hecho de Charlie y luego esta Nick y al final estas tu... Es como un extraño rompecabezas, no se, hay algo que no embona en todo este asunto hay una pieza que me sobra... Y no es Nick, mencionaste a Mariam, creo que ella es la quinta rueda de este asunto, o a lo mejor divagó — Alex había tocado un punto importante, pero era mejor hablar lo fuera del baño, porque la gente podría estar preguntándose si me había ido por la cañería.

Los Infortunios Del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora