39. MIEDO

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Aubrey

Nada esta escrito en piedra, todo cambia de un momento a otro, hacia tres semanas que Charlie se había ido y aún me quedan cientos de preguntas inundando mi cerebro.
He pasado noches en vela pensando en las posibles causas de su huida, una podría ser que los tipos que le vendían la porquería que usaba, lo estuviesen persiguiendo y dos, que simplemente se haya cansado de tener que liderar conmigo y con los niños.
Maddyson parece tener una vida en la que ya no soy bienvenida, pues llega pasada la media noche y supongo que se va después que yo lo hago pues aún duerme cuando me voy.
En la escuela he dejado de ver a Alex y Tara, ya que ella entró en un grupo estudiantil y Alex esta saliendo con un chico que al parecer aun no sale públicamente del closet así que se tienen que ver a escondidas.
Mis jornadas se han vuelto pesadas, levantarme en la madrugada a alimentar a los niños, dormir un poco y después ir a la guardería y dejar a mis pequeños, debo admitir que esa es la peor parte de mi día, después debo ir a clases, tratar de no morir de sueño, medio comer, salir de clase, recoger a los pequeños, ir a trabajar y cuidarlos en la cafetería, había llegado a un acuerdo con mi jefa, ella accedió a que los niños estuvieran en una cuna plegable en la oficina, pues ella casi nunca estaba ahí, siempre y cuando, no descuidara a los clientes. Después del trabajo, salía con dirección a la casa o al parque para pensar un rato y pasear a los niños, cuando terminaba de hacerlo, hacia mi tarea y así pasaban mis días.
Era agobiante, pero era lo único que tenía, necesitaba el dinero para poder mudarme a un lugar para mis niños y para mi, pues parecía incomodar a Maddy.

Había llamado a mi madre para que me ayudara a buscar un buen lugar, ella era agente de ventas y tal vez podría encontrar un lugar a buen precio, pero ella parecía estar ocupada cuidando a su nueva hija... No eran celos ni nada que se le parezca, es solo que me hacían sentir desplazada.

Los días pasaron rápido, sin darme cuenta, un mes y medio había transcurrido, no había noticia de Charlie y aunque había convencido a Maddy de darme el número de Matt, este aparentemente no sabía nada y era obvio, el estaba del otro lado del mundo. Ya me había agotado las neuronas pensando en el, recordando sus besos, sus manos, sus ojos y esa forma en la que me miraba y sonreía, era como si todo hubiera sido solo producto de mi imaginación, un sueño hermoso que jamás existió. No me quedaba nada más que hacerme a la idea de que el se había ido por voluntad propia, sin decir adiós, sin darme un último beso o siquiera una razón, un simple “será mejor para todos”, que no resolvía nada.
Las noches en vela no terminaron, parecía que a mi cerebro le encantaba hacerme soñar con el en los peores escenarios, una y otra vez, de una y mil maneras lo soñaba.
Cierto día, demasiado temprano, alguien tocó a la puerta.
Trate de ver por la mirilla, pero estaba oscuro —¿quien? — pregunte con desconfianza — buen día, soy el administrador del edificio — un escalofrío me recorrió la espalda, no me sonaba a que fuera buena idea abrir la puerta, pero sonaba a que era algo importante así que abrí lentamente.

Por desgracia, mi primer instinto era correcto, en cuanto gire la perilla, la puerta se abrió estrepitosamente dándome un fuerte golpe en la frente, mismo que me mandó de nalgas al suelo —¿donde está? — oí que gritaron, pero estaba tan aturdida por el golpe que apenas y reaccione cuando repitió la pregunta —¿donde esta? — y ahí lo mire, el hijo de puta de Jonas estaba campante mente en la puerta de mi apartamento con un par de gorilones a su lado.
—¿quien demonios te crees para entrar así a mi casa? — el sonrió y con altanería se acerco para tocarme la cara — Aubrey, Aubrey, Aubrey siempre tan impulsiva y tan tonta — me dio una bofetada y antes que pudiera reaccionar me tomo del cabello mientras sus gorilas cerraban la puerta — dime por tu bien, donde esta Charlie y nadie saldrá herido — ¿en que estaba metido Charlie? —no lo se, desde la graduación no lo veo — mentí, parecía creerme pero no se detendría — ah vaya, pensé que ustedes estarían juntos a estas fechas — soltó una carcajada y luego me miró — es una lastima, aun así creo que le dolería ver a su linda Aubrey hecha puré, oh y ahora que lo recuerdo ¿haz visto a mi amada Maddy? — este maldito estaba buscando que le partiera la cara — no, hijo de puta, suéltate de una vez o no respondo — tenia miedo, pero no me dejaría amedrentar por el, ni por sus secuaces, no podía permitirme a mi misma ser débil, tenía que sacarlos de ahí antes de que encontraran a mis hijos, probablemente sabían que eran hijos de Charlie y si estaban buscando dañarlo, no dudaría que les hicieran algo con ese fin.

Los Infortunios Del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora