13. PUNTO Y COMA

90 10 0
                                    

Era muy temprano por la mañana cuando escuche ruidos en la casa, me levante de golpe y fue tan torpe mi andar que me fui de nalgas contra el piso, es probable  que mi cerebro no funcione bien por las mañanas.
Me dolió como la jodida pero no grite para no atraer a lo que provocaba el ruido.
Camine por mi habitación buscando algo con que defenderme, no es que fuera paranoica pero mi madre llegaría pasado el medio día, opte por tomar la lámpara que estaba en el pequeño escritorio y abrí la puerta tratando de no hacer ruido, pero usualmente cuando intentaba ser silenciosa todo se volvía un caos, primero la perilla chilló y cuando salí tropecé con la alfombra que mi madre se había empeñado en poner en el pasillo, casi caí de cara pero mis manos me frenaron por lo que mis piernas recibieron el impacto, la lámpara chocó con la alfombra y no hice mucho ruido hasta que trate de levantar la rápido y una de las dos partes en las que se rompió salio volando escaleras abajo haciendo ruido cada que chocaba con un escalón y si eso no fue suficiente trate de ponerla en una repisa y huir lo más pronto posible a mi habitación pero cuando iba a abrir la puerta oí una voz  — Aubrey — y era mi padre.
Voltee molesta, primeramente conmigo porque me había esforzado en no hacer ruido y la había cagado a más no poder y segundo porque el no tenía porque entrar sin permiso y mucho menos husmear en la habitación de mi madre.
—¿Qué haces aquí? — dije sin reparo.
— aun es mi casa — la arrogancia en sus palabras me golpeó.
— ah, claro lo olvide, pero eso debe ser algo de familia, digo olvidar las cosas importantes es algo que se te da fácil —  de pronto estaba muy molesta.

El salió por completo de la habitación   y comenzó a caminar hacia las escaleras  —cuando veas a tu madre le dices que necesito el anillo de mi abuela lo antes posible — y siguió su camino sin importarle mi molestia.
— probablemente se me olvide — casi susurré pero por su buen oído supe que me escucho.
— solo haz lo a menos que me quieras de regreso buscándolo por mi cuenta — aguante mi furia.
— ¡con tal que no vuelvas te lo mandaría por correo! — esta vez se lo grite y me encerré en mi habitación, sentí la bilis en forma de saliva invadir me la boca y tuve que correr al baño a devolver lo poco que había comido el día de ayer.

Después de unas arcadas brutales me lave los dientes y la cara, me mire al espejo y logre encontrar una figura demacrada y extremadamente jodida, busque entre los medicamentos que tenía en mi cajón, algo para los mareos pero solo encontré cosas para el dolor de cabeza, busque más a fondo y termine encontrándome con un paquete de toallas sanitarias nuevo.

— no jodas — murmuré para mi, lo tome y comencé a caminar por el cuarto de un lado a otro como si el espacio me fuera insuficiente — tranquila, vamos a hacer cuentas — me dije a mi misma en busca de apoyo— si uno mas unos es dos y... Ok esas cuentas no... Piensa Aubrey a ver, me bajo la primer semana del mes y dos semanas después fue la graduación y ya han pasado casi tres semanas eso nos deja con que me debió bajar hace una semana o dos, maldita sea debí usar una de esas aplicaciones, me voy a morir, me voy a morir, me voy a morir, me voy a morir... — y así estuve como diez minutos tirada en mi cama abrazando un paquete de toallas mientras repetía que me iba a morir, porque mi cerebro se negaba a aceptar decir o hacer cualquier otra cosa, aunque pudiera ser pronto para asustarse... Tal vez no debería prestarle tanta atención, solo estaba asustada, ¿no?, digo es poco probable que las cosas pasen así, si, digo no es como que el universo tenga una gran conspiración en mi contra o algo así. Otro  ruido me aturdió interrumpiendo mis cavilaciones pero esta vez de una forma menos desagradable — hija, ya llegue — oí a mi madre gritar desde la planta baja así que como maniática busque donde ocultar las toallas, pasando de debajo de mi almohada hasta mis cajones hasta que la parte lógica de mi cerebro  me dio una bofetada y caí en cuenta de lo estúpido que era esconder las, digo era normal que hubiera toallas en el cuarto de baño de cualquier mujer. Me golpee mentalmente y decidí dejarlas en su lugar para tratar después de averiguar si mis cuentas estaban mal, trate de quitar mi cara de pánico y bajar a recibir a mi mamá pero creo que no funciono del todo porque al instante dijo.
— ¿hija te sientes bien?, te vez muy pálida — y luego fue como si se respondiera a sí misma —ah ya entendí, ¿Qué quería tu papá está vez? — o mi madre me conocía muy bien o el le había llamado.
—el anillo de la abuela ¿como lo... — el rostro de mi mamá se volvió una mueca indescifrable.
— ¿el anillo?, por eso ha estado llamando — yo asentí al recibir respuesta y me dirigí al refrigerador a tomar una manzana.
—¿dijo para que? — la mire extrañada.
—no, sabes que eso de conversar con el no se me da y a el mucho menos —mi madre agachó la mirada, había algo extraño en esta situación, lo investigará después de resolver el otro asunto.
—esta bien, creo que es mejor así —mordí mi manzana guardando ese “creo que es mejor así” como futura referencia, y a pesar de lo deliciosa que se veía sabia tan mal, que tuve que correr al cesto de basura de la cocina.
—¿Aubrey que te pasa? ¿quieres ir al doctor?— mi muy preocupada madre me pregunto cuando por fin había sacado lo poco que me quedo en el estómago, que en este punto solo parecía baba.
—no, estoy bien, solo creo que la manzana no sirve — ella miro la manzana, aparentemente no me creía así que le dio una mordida.
—no, esta manzana esta bien ¿que tienes?— esta vez parecía estar enjuiciando me.
—Ok, ayer me hice algo de comer creo que eran macarrones pero sabían un poco  raro —  ella abrió los ojos sorprendida.
—¿que les pusiste?— mi mamá sabia que yo y la cocina no nos llevábamos y que usualmente me indigestaba cuando me cocina a mi misma.
—un poco de leche, mantequilla, queso amarillo, blanco, azul, perejil, apio y brócoli — ella casi se vomita al escuchar la receta.
—trata de ya no cocinar y te daré algo para la indigestión, hija, sabes que puedes pedir tanta pizza como necesites — mi madre y su apoyo moral.

Los Infortunios Del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora