Capitulo 20

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Maya

Después de mis palabras ambos nos quedamos en silencio, sus ojos pasearon hasta mis labios, mi mirada se poso en sus almendrados ojos, su alargada sonrisa y su flameante cabello. Mi pulso comenzó a acelerarse mientras el se acercaba lentamente hasta mi, con una de sus manos acarició mi cabello y lo acomodó hasta la parte superior de mi oreja.

Puse mi mano sobre la suya para tratar de alejarla de mi, pero fue cuestión de tiempo para que el la tomara y la acariciara. Observe detenidamente como nuestros dedos se entre lazaban, como su rostro intentaba encontrar el mío, sosteniendo sus ojos cerrados y sus labios en punta listos para besar los míos...

Adrián

Estaba listo para besar sus tiernos y suaves labios, quería estar cerca de ella sentir su aroma, realmente Lo deseaba, lo esperaba, lo anhelaba, pero el momento nunca llego mas bien se hizo esperar, con ella el tiempo nunca me era suficiente, es como si sus labios contuvieran dulce droga, la cual con tan solo una probada puede ser letal, volviéndote adicto al segundo.

Sabia que sentía algo por ella, pero nada estaba claro, es como si de armar un rompecabezas se tratara, cada ves que ella pronunciaba mi nombre mi respiración se entre cortaba, cada vez que la veía cruzar la puerta de la habitación en la que me encontraba mis palpitaciones bailaban, era injusto estar a su lado, verla a los ojos y aun así no ser nada.

Y justo cuando estaba listo para para saborear sus labios, para rodear su cintura, para decirle cuanto siento por ella, me encuentro con la ausencia, el momento no había llegado, ya no estaba sentada a un costado se encontraba a la orilla del lago, no comprendía la situación, pero tampoco me atrevía a preguntar que hacia. Poco a poco veo como su camisa blanca de seda comienza a desprenderse, botón a botón, luego prosigue a bajar su falda rosada a la altura de sus tobillos, tiro su vestuario a un costado, dejando ver su ropa interior a la luz de la luna, el rojo le resaltaba sus sus curvas, sus ojos brillaban tanto que opacaba cada una de las estrellas que nos rodeaban.

De pronto caminó en reversa y se impulso de un salto sin dudarlo hacia aquella masa de agua fría, salpicando todo a sus costado. Comenzó a nadar divertida como si hubiese hallado un chiste en ese turbulento y extenso lago, me lanzo una mirada pirada y doblo su dedo índice numeradas veces, demandando mi compañía.

—¿Mongomery, sabes que eres una locura? —solté intrépidamente

—¿Y eso por qué? —pregunto intrigada acompañada de una sonrisa juguetona e impaciente

—Se puede decir que con tus ocurrentes ideas lo curas todo­­—aclare esbozando una sonrisa que estaba dispuesta a jugar

—¿Qué esperas?, dicen en tu equipo que eres el mas rápido, pues... vamos a ver si me atrapas ­—replico mientras se alejaba nadando

— ¿Como negarme a aquella propuesta? — Apurado y nervioso me quite mi camiseta de Ac Dc y luego balanceándome en un pie y tropezando con el otro logre quitarme mi bermuda quedándome casi al desnudo con mi bóxer, luego me tire dando una vuelta hacia atrás, salpicándole la cara y burlándome de su confusión.

—¿Así que quieres jugar sucio Shepard? —interrogó acercándose a mi torso desnudo

—Creo que ya gané —dije remarcando el hecho que se encontraba atrapada por mis brazos, lentamente me acerqué para tener mi premio de recompensa. Ambos cerramos los ojos y nuestras frentes se unieron, nuestra respiración tomó pulso y por un segundo sentí sus labios sobre los míos.

Nuevamente el momento es interrumpido pero esta vez por su dulce voz, comienzo a pensar que no me desea tanto como yo a ella, que tan solo me ve mientras yo la contemplo...

—¿Escuchas eso? — me susurra tan cerca que puedo sentir su respiración en mi oído. . Al decirlo toma distancia y comienza a mirar a su alrededor como si esperara encontrar a alguien o algo.

—¿De qué hablas? —la observo confundido y comienzo a reírme por la escena que estaba haciendo, tendrían que haber visto su cara de confusión, de alerta como si un asesino serial la persiguiera.

—Adrián, esto es serio —se acerca, con la seño fruncido— No hagas ningún ruido —indico.

Nos quedamos en silencio por unos segundos y no lograba escuchar nada. Maya me miró con cara de enojo por no entenderla y comenzó a nadar hasta la orilla del lago.

—¿Qué haces? —le grito para que me escuche a lo lejos y ella me señala con su mano que guarde silencio.

—Iré a buscar de donde proviene ese ruido —prosigue a ponerse la ropa.

Decepcionado nadé hasta la orilla para ir a su lado, ya era la segunda vez que me dejaba listo y alborotado por un beso suyo.

¿Era mucho pedir?

—Aguarda Maya —comencé a gritar, esta vez era para llamar su atención. Salí del agua y corrí hacia la orilla vistiéndome al igual que ella

—May... — pone sus manos sobre mis labios acallándolos y me acerca a su lado.

—Aunque me parece sexi esta situación, estoy realmente confundido

—Cierra la boca Adrián —me susurra —¿Quieres que nos escuche?

—¿De qué hablas? —la miro confundido, comencé a pensar que enloquecía y ese hecho me atemorizaba

—Mira —me señala con una de sus manos y uno de los arbustos comenzaba a moverse.

—Debe ser el viento. —asegure tratando de buscar una explicación. La verdad nunca creí en fantasmas y tampoco creo que haya alguien a estas horas.

—No hay viento, Adrián —pausa y se queda unos segundos pensando —Iré a ver que sucede — procede a caminar entre los arboles.

—No, no lo hagas — la detengo, tomándola del ante brazo —¿Y si es peligroso?

—No me digas que tienes miedo...

—No y para que veas iré delante —Maya rueda los ojos antes mis palabras y asiente rendida.

Comenzamos a caminar hasta los arbustos que se movían, un miedo profundo invadió por todo mi cuerpo. Estaba asustado, aunque mostraba lo contrario.

Me acerqué lentamente al arbusto y con una de las ramas abrí espacio.

—¿Quién es? —dije alzando la voz, mis agallas no estaban lista para esto, pero debía sostener la poca dignidad que me quedaba, así que tragué saliva y...

Esa cosa saltó a mi cara. Era como un monstruo sacado de Monster, Inc.

—Quítalo, quítalo — gritaba con todas mis fuerzas. Con una de mis manos lo tomé y lo arrojé en el suelo, el pobre animal espantando por mis gritos saltó despavorido. Bueno no era un monstruo mas bien era...

—Aww un conejito — dijo acariciando a esa pequeña bestia de ojos rojos.

Por mi parte, tire hacia atrás como si el árbol de atrás fuera un respaldo, tome el poco aire que me quedaba y agradecí no tener un espejo en frente porque de seguro se me podía comparar el tono de mi piel con los ojos de ese "tierno" conejo.

Maya, por su parte. Estaba en el suelo haciendo estruendo con su risa.

—¿Qué es lo gracioso? —me cruzo de brazos, retomando mi pulso

—¿Me lo estás preguntando? —se levanta tratando de mantener cordura - Fue la escena más graciosa que presencié jamás. ¿Te dan miedo los conejos?

—Saltó hacia mi cara —le grito resaltando la obviedad —Tú habrías hecho lo mismo.

—Menos mal que no tenias miedo —continúa riendo.

Me sentía muy apenado por lo que acaba de suceder, pero mi sentimiento se transformó en enojó y decidí alejarme.

—¿A dónde vas? —interroga Maya.

—A donde sea menos aquí, nos vemos en el campamento- pronuncié con un tono de indignación y me alejé de su lado.

Si Decido Esperarte ...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora