Adrián
El cielo estaba despejado y el sonido de las aves se escuchaba por pequeños momentos.
- ¿Acaso este era mi hogar? - me pregunté.
Pequeños rayos de sol se posaban sobre mi rostro como pidiendo una señal de vida y sin más; dejé que se mantuvieran ahí, ya que no causaban gran problema.
No quería salir de la cama, aún necesitaba que mis sueños continuaran alejándome de la realidad, una mejor verdad.
- Adrián - grita mi madre desde afuera y abre la puerta de mi habitación - Estoy a punto de irme. No olvides desayunar junto a tus hermanos y.... - hace una pausa - ¡Ordena tu habitación! Sé que nos acabamos de mudar, pero es un desastre.
- Lo haré - susurro y ella se acerca a darme un beso sobre la frente.
- Solo... cuida a tus hermanos y no olvides de hacer lo mismo contigo.
Abro mis ojos y me levanto de la cama - Yo siempre estoy bien, tú eres la que debería de preocuparse por si misma.
- Mi mayor felicidad son ustedes, si están bien...
- Tu también lo estarás - le interrumpo y la miro tristemente - Siempre dices lo mismo, estoy empezando a creer que vives con eso.
Ríe levemente - Lo entenderás cuando seas padre algún día - se levanta y cierra mi habitación. Escucho a lo lejos como enciende el auto y se va sin dejar rastro, una vez más.
Ya era costumbre para mi que algo así sucediera. Ella entra a mi habitación, me da unas palabras de apoyo y motivación - que sirven para su propio consuelo- y deja la puerta. Después de eso, no podía verla más... como si desapareciera de mi mundo; y no porque yo lo quisiera, sino por su agotada agenda del trabajo. Mi madre había conseguido un trabajo rápidamente después de haber dejado Francia para llegar a Sunfield.
Al principio no entendía su insistencia de trabajar horas extras e invertir tanto tiempo dentro de una sucursal que no valoraba su trabajo, pero con el tiempo, entendí que ella deseaba empezar de nuevo y escribir una nueva historia.
- Mamá, ¿estás bien? - preguntaba confundido
- Todo está bien - se limpia las lágrimas y comienza guardar las pocas cosas que quedaban fuera de la maleta - Es hora de irnos.
Y así fue como dejé mi hogar.
Ese hombre había robado la felicidad de mi madre, la hizo sufrir y preguntarse todos los días las cosas que había hecho mal. Lloró sin cansancio y siguió peleando por mantener nuestra familia. Sabía que trataba con todas sus fuerzas no demostrar esa debilidad frente a nosotros, quería ser fuerte y destacada, pero no podía hacerlo. Había dejado una marca sobre su corazón que solo ella podía entender.
Abrí una de las cajas que estaban sobre el armario y me vestí con lo primero que encontré. Después de eso, corrí hacia el baño y lavé mis dientes mientras trataba de peinarme con el agua que caía del lavabo.
Bajé las escaleras con velocidad y mis dos hermanos estaban sentados en la mesa esperando por su desayuno. Dylan - mi hermano- me mira de reojo y chasquea los dedos en señal de desesperación.
- Vamos a llegar tarde a la escuela por tu culpa - dice sin mas - Tenías que haber bajado cuando mamá te lo dijo.
- Pero ya estoy aquí - le lanzo un pan con jalea de mantequilla que había hecho con rapidez - Toma y no digas nada.
Tomo a mi hermana pequeña con una de mis manos y le doy su desayuno mientras beso su frente - Vamos, Sophie - ella sonríe y me devuelve el beso mientras ríe.
(.....)
El primer día de clases podía ser un fastidio para otros, pero para mí, era un día común y corriente. Solo quería pasar desapercibido dentro de la escuela y no llamar la atención ya que no era mi fuerte.
Comencé a caminar por los pasillos mientras las personas susurraban a mi alrededor, era muy incómodo sentir las miradas y señas que hacían frente a mi, pero prácticamente estaba presenciando la famosa fiebre del "chico nuevo".
Ignorando mis propios pensamientos, decidí ir a la dirección para la asignación de mi nuevo horario. Había hecho una llamada días antes para la explicación de todas las reglas del instituto, así que me salté muchos pasos.
- ¿Adrián Pierré? - me pongo de pie al escuchar mi nombre
- Soy yo - levanto mi mano
- Este es tu nuevo horario y bienvenido a Spring hills - me sonríe
- Gracias - le devuelvo la sonrisa y ella asiente para alejarse devuelta al edificio - Disculpe... ¿sabe dónde está el salón B3?
Me lo señala rápidamente - Si necesitas otra cosa, puedes encontrarme en este lugar - finaliza e ingresa a su oficina.
Pienso un momento y observo mi reloj.
- Diablos - digo y comienzo a correr por el pasillo.
Estaba retrasado en mi primer día, genial.
Veo la puerta a lo lejos y me detengo frente a ella unos minutos para descansar.
Aquí vamos.
Giro la manija de la puerta y sin pensarlo dos veces comienzo a hablar - Disculpe la tardanza, en Francia no estamos acostumbrados a despertarnos en este horario.
La profesora me mira de reojo y continúa con lo que estaba diciendo —Bienvenido a Sunfield lo mejor sería que se acostumbre, ahora Agrúpese con Montgomery- señala con su mano a la única pelirroja que conocí desde que pise este pueblo y que parecía estar sentada sola.
En sus ojos castaños claros podía ver su rostro confundido y sorpresivo, su ceño fruncido resaltaban sus pecas y el sol el color rojizo de su pelo , pareciera que las cosas no estaban saliendo a su manera. Ahora sería su compañero y tenía como objetivo conocer más sobre ella, hasta ahora es la primera persona en este pueblo que no luce tan anticuado, intimidante o aburrido... Oh si y de nada Montgomery por lo de ayer.
Jugué con mis palabras, me debía un Gracias y se lo hice saber, mientras intentaba responderme su lengua se enredaba con sus palabras, tal vez los nervios le jugaban en contra o era torpe de manera graciosa.— ¿Y quien dijo que yo quería que me rescaten? - argumentó mientras sus ojos se clavaban en los míos.
— Tu cara de aburrimiento, vi como te mordías las uñas ansiosa por cruzar la puerta de salida y como me mirabas en un grito de ayuda, acaso miento ?
— Solo te miraba porque me parecía raro verte por aquí, supuse que eras nuevo y nunca falló, dime ¿que te trae por aquí ?
— Las misas y las coloradas-bromee y sus ojos se voltearon como si ya se cansara de mis chistes pero aún siguiera intrigada.
Jamás hablaría o pronunciaría una palabra sobre mi familia y de porque estoy aquí, quería empezar de nuevo.
— Alumnos, silencio por favor- dijo la maestra en un tono disgustante.
— ¿Quieres hacer algo divertido ?- pregunté planeando un sinfín de formas de apaciguar esta aburrida clase.
— Sabiendo lo que hiciste en misa, me aterran tus planes
— Vendré a cobrar mis gracias luego- aclaré en un tono divertido
Había un volcán químico en el fondo del salón, lo visualicé y me imaginé la escena, el volcán a unos pasos cerca de la salida, esto saldría más que bien.
— ¿Profe puedo salir? , debo terminar de arreglar unos papeles en preceptoria- asintió con la cabeza y antes de traspasar la puerta active el volcán, conociendo ese tipo de volcanes, tardaría tres minutos en activarse lo cual me daría el tiempo perfecto, no pensarían que el chico nuevo haría una travesura y evacuarían el salón ya que este gran volcán si que llenaría los pisos de químicos y colores.
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Si Decido Esperarte ...
Genç KurguEsperar...muchas veces no sabemos ni por cuánto tiempo lo hacemos pero si la razón es válida simplemente allí nos quedamos ... esperando Tampoco es fácil hacerlo , requiere de tiempo, paciencia y lo que no muchas veces damos... amor, por eso yo tuve...