Las semanas iban pasando y Clarke y Lexa vivían en su pequeña burbuja de amor. No pasaban más de dos o tres días sin verse porque era imposible para ellas estar separadas más tiempo. Prácticamente no variaban su rutina, o bien Clarke pasaba por la librería, o bien Lexa a buscar a Clarke al salir de las clases. Últimamente casi preferían quedarse en la librería porque siempre encontraban algún momento para esconderse en la trastienda y regalarse unos cuantos besos y mimos. Pero pese a todo, también disfrutaban de sus paseos, sobre todo ahora que empezaba a hacer mejor tiempo, más sol y más calor.
El fin de semana también se veían, o bien solas, o bien junto con Octavia y Raven. Ahora que hacía buen tiempo Raven había cogido el gustito de sentarse en algún parque a tomar el sol o el fresco, dependiendo de la hora que fuera, para hablar y comentar las novedades con tranquilidad.
Un lunes, de principios de mayo, Lexa fue a buscar a Clarke a la salida del hospital. Como los lunes era el día más flojo en la librería solía ser el día que Lexa aprovechaba para ir a busca a Clarke. Ese día Lexa había comprado ya la merienda, sabiendo que la rubia sin merienda no podía seguir viviendo, para pasar la soleada tarde en el parque.
Cuando Clarke salió y vio a Lexa le regaló una de esas preciosas sonrisas que tanto gustaban a la castaña y que nunca se cansaba de ver. Clarke se acercó a saludar a Lexa con un pequeño abrazo y un beso en la mejilla. Lexa le devolvió el abrazo y antes de separarse le dejó un suave beso en la mejilla.
- He traído la merienda. - Informó Lexa. - He pensado que podríamos aprovechar el bonito día para dar una vuelta por el parque.
- Me parece perfecto. - Dijo Clarke cogiendo a Lexa por el brazo para ponerse en marcha.
- ¡Eh Griffin! - Clarke puso los ojos en blanco y se giró. - ¿Os apetece venir a tomar algo con nosotros?
Clarke tuvo que controlar la cara de asco que estaba a punto de poner, al ver a Finn y tres amigos suyos con sus uniformes de las Juventudes Hitlerianas.
- Lo siento. Tenemos cosas que hacer. - Dijo Clarke dispuesta a irse.
- ¿Mejores que venir con nosotros? - Preguntó Finn sin rendirse.
- Si. Trabajar. Algunos al salir de aquí todavía no hemos terminado nuestra jornada. - Dijo Clarke para intentar quitárselo de encima.
- Bueno pues otro día. - Dijo Finn poniéndose en marcha con sus amigos.
- En tus sueños. - Murmuró Clarke ahora sí, poniéndose en marcha junto con Lexa.
- Es pesado. - Dijo Lexa.
- Mucho. - Dijo Clarke soltando un suspiro.
Se encaminaron al parque mientras se contaban su día y se sentaron en un banco a merendar mientras se regalaban tiernas miradas porque era lo único que se podían regalar en esos momentos. Después de merendar siguieron su paseo tranquilo por el parque, a veces hablando, a veces en un cómodo silencio. No necesitaban hablar para sentirse, les bastaba con estar juntas.
Pasaron por una zona de tierra y había un grupo de chicos, que no tendrían más de catorce años, jugando con el balón. Se los quedaron mirando y comentando lo brutos que eran. Apartados había dos niños jugando a canicas, Clarke los miró nostálgica.
- Yo solía jugar con Octavia. Ella siempre intentaba hacer trampas.
- ¿En serio? No parece de las tramposas.
- ¿No? Pues lo era, pero no se le daba muy bien y siempre la pillabas.
- Pues le pega más a Raven.
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El Poder del Amor (Clexa AU)
FanfictionBerlín 1937 Clarke es una chica de dieciocho años que está estudiando en una de las escuelas de enfermería que la Cruz Roja tiene en Berlín. Clarke proviene de una familia acomodada gracias al negocio de su abuelo. Su padre es médico del ejército al...