Capítulo 54: Lexa

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Lexa fue conducida hasta un coche aparcado a un par de calles más allá de donde se la había llevado, la metieron en el coche y le colocaron una capucha en la cabeza que no le quitaron hasta que la dejaron tirada en una inmunda celda. Pasaron varias horas, encerrada en esa celda sin saber nada, a la espera de que alguien apareciera por allí. En un momento dado empezó a oír gemidos de dolor y el llanto de alguien en una celda cercana, se estremeció al oírlo solo de imaginar lo que debía estar pasando allí. Los sonidos continuaban cuando el cerdo apareció por su celda y la abrió.

- ¿Te gusta lo que oyes? - Le preguntó Finn sin obtener respuesta por parte de Lexa. - Tu novia tiene un coño muy apetitoso.

- Cla... - Fue a gritar Lexa pero Finn la rodeó por detrás tapándole la boca con la mano.

- Ni se te ocurra gritar o nos la estaremos follando hasta que la deporten. ¿Entendido? - Lexa asintió mientras las lágrimas caían por sus mejillas. - Te voy a destapar la boca, un solo sonido y ella lo pagará.

Y dicho esto volvió a destapar la boca de Lexa que no podía evitar que las lágrimas corrieran libres por sus mejillas solo de pensar por lo que tenía que estar pasando Clarke.

- Déjala. - Suplicó a media voz viendo como Finn negaba con la cabeza con una asquerosa sonrisa en el rostro. - Házmelo a mí. - Volvió a suplicar.

- ¿Meter mi polla en una sucia judía? ¡Ja! - Dijo Finn con desprecio. - Mejor nos vamos a sentar aquí a oír como disfrutan mis hombres de tu chica. - Dijo mientras tiraba de Lexa y ambos quedaban sentados en la cama con una Lexa que no podía controlar las lágrimas que caían libres por sus mejillas.

Lexa no supo cuánto duró esa tortura, pero a ella le parecieron años, años oyendo el dolor y el llanto de su amada. Finalmente los hombres que habían violado a Clarke pasaron descojonándose por delante de la celda donde se encontraban Finn y Lexa.

- Ni un sonido o volveremos a empezar. - La amenazó Finn mientras salía de la celda para ir a buscar a la rubia y trasladarla a su celda, por supuesto, una celda bien alejada de la de Lexa.

Lexa no pudo evitar quedarse callada con esa amenaza y rompió a llorar en cuanto ese desalmado salió de la celda. Se aferró a su colgante mientras lloraba pensando en Clarke, finalmente se lo quitó para contemplarlo bien, acariciando ese corazón que su amada le había regalado hacía tantos años ya. Después lo escondió lo mejor que pudo, no tenía intención de dejárselo quitar.

A la mañana siguiente volvió a aparecer el hijo de puta, sacándola de su celda de malas maneras y arrastrándola hasta el patio de la prisión en la que estuvieran y subiéndola a un transporte donde había mucha más gente, pero ninguna era su rubia.

- ¡Que os divirtáis! - Dijo Finn cuando todos los prisioneros estuvieron abordo pero mirando con intensidad a Lexa.

Los llevaron hasta las afueras de Berlín, donde un tren de mercancías, o de ganado, no lo tenía muy claro Lexa, los esperaba. Empezaron a meter a los prisioneros en los vagones y cuando a Lexa prácticamente la tiraron en uno de ellos se dio cuenta de que había mucha gente allí, más de los que había llegado, y todavía se llenarían con más gente.

Después de más de dos días sin prácticamente comida, ni agua y con varios muertos por vagón y algunos que empezaban a mostrar claros síntomas de agotamiento y abatimiento, llegaron a su destino.

Resultó ser el campo de concentración de Mauthausen-Gusen. En la primera selección separaron a las mujeres de los hombres. Después todas las mujeres con niños fueron apartadas de la fila y también las ancianas o todas aquellas que no parecían estar en condiciones óptimas. Después las hicieron pasar una revisión individual que duró horas, mientras esperaban de pie a que les tocara el turno. Cuando a Lexa le preguntaron si tenía alguna experiencia en algo ella dijo que no, no creía que allí hubiera una librería o biblioteca o similar. Le dieron un uniforme con un triangulo negro y otro amarillo superpuesto: preso asocial judío y le hicieron entregar todas las cosas de valor que poseyera. Entregó una pulsera pero no su colgante, que tenía bien escondido y tampoco nadie la registró.

El Poder del Amor (Clexa AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora