Capítulo 40: Asimilando

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Clarke había pasado ese rato cotilleando por la librería a ver si por casualidad había algún libro que le llamara la atención, y de paso intentar entretenerse un rato y que su cabeza no diera vueltas y más vueltas a la situación.

Bastante rato después apareció Becca sobresaltando a Clarke, que no la había oído salir de la trastienda.

- Lexa quiere hablar contigo. – Dijo Becca con una ligera sonrisa.

Clarke asintió y se dirigió hacia la trastienda encontrándose a Lexa sentada en las escaleras, pensativa, tan pensativa que no se enteró de que Clarke había entrado hasta que ésta se sentó a su lado. Lexa le dedicó a Clarke una sonrisa triste y se apoyó en el hombro de la rubia que la rodeó en un protector abrazo. Se quedaron unos minutos en silencio, Clarke no tenía intención de presionar a Lexa para que hablara, esperaría a que ésta le dijera lo que fuera que le tenía que decir.

- Mi madre es judía. – Soltó de repente Lexa. Sin anestesia ni nada.

Clarke apartó a Lexa del abrazo para poder mirarla a los ojos, estupefacta. Así se había quedado al oír esas cuatro palabras pronunciadas por Lexa.

- ¿Tú madre es judía? – Se obligó a preguntar por si no había oído bien.

- Sí. – Dijo Lexa.

Lexa se quedó callada unos instantes dejando que Clarke procesara esa información para después empezar a relatarle todo lo que su madre le acababa de confesar. Cuando Lexa terminó la historia ambas se quedaron en silencio. Clarke intentado asimilar todo lo que le acababan de contar y Lexa esperando una reacción por parte de Clarke.

- Vaya... - Dijo Clarke escuetamente todavía procesándolo todo.

- Clarke... - Dijo Lexa. El tono de voz de la castaña ¿angustiado? llamó la atención de la rubia que conectó su mirada con la de ésta. – Soy mischling.

- Eres Lexa. – Dijo Clarke con rotundidad.

- ¿Qué? – Dijo la castaña sin entender.

- Da igual lo que diga una estúpida ley. Tú eres Lexa.

- Pero...

- ¿Qué? – La cortó Clarke.

- Esto lo cambia todo. – Dijo Lexa.

- ¿Qué es lo que cambia? – Preguntó Clarke.

- ¡Todo! – Dijo Lexa. – Yo no soy quien pensaba que era, y tú...

- ¿Y yo qué? – Preguntó Clarke en tono neutro.

Lexa no contestó porque en realidad no estaba muy segura de lo que iba a decir con ese "y tú".

- Dime una cosa. – Dijo Clarke. - ¿Lo que te ha dicho tu madre cambia que seas esa chica tímida a la que le gustan los libros? ¿Cambia el hecho de que nunca has seguido ninguna religión? ¿Cambia el hecho de que me encanta ver como te ruborizas? ¿Cambia el hecho de que te amo? ¿De que me amas? ¿De que me haces reír? ¿De que me haces feliz? ¿De que lo haría todo por ti? ¿De que lo harías todo por mí? – Lexa negaba a todas y cada una de las cuestiones que planteaba Clarke. - Entonces ¿Qué es exactamente lo que cambia lo que te ha confesado tu madre?

- No quiero ponerte en peligro. – Dijo Lexa apesadumbrada.

- ¿Y por qué me ibas a poner en peligro? – Preguntó Clarke.

- Porque soy una mischling. – Repitió Lexa.

- Te lo repito. Me da igual lo que diga una ley injusta. Eres Lexa. Mi Lexa.

El Poder del Amor (Clexa AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora