Capítulo 37: La Calma Antes de la Tempestad

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Se acercaba el fin de año. Ese diciembre en Alemania las cosas parecían estar tranquilas. Todo lo tranquilas que podían estar con todas las medidas puestas con anterioridad a los judíos y con la invasión de Polonia por parte de Alemania. Pese a todo, las cosas no parecían empeorar, los judíos, pese a que seguían estando vigilados y amenazados no habían vuelto a sufrir represiones y violencia, detenciones o deportaciones, al menos a escala global y que se supiera.

Por otro lado, en Polonia, los alemanes empezaron a implantar las mismas medidas que habían tomado en su país con los judíos, así que se les prohibió usar el transporte público, entrar en parques y restaurantes, no poder ejercer o estudiar determinadas profesiones... Y además desde el 1 de diciembre tenían que ir identificados con un brazalete blanco con la estrella de David en azul. Y desde finales de ese año empezaron a crearse guetos en las ciudades donde poder confinar a todos los judíos.

Fue en ese momento cuando Clarke se alegró más de que su amiga se hubiera marchado. Si bien era verdad que muchos judíos alemanes habían huido, todavía había muchos en el país, como los padres y el hermano de Octavia, y pese a que en Alemania todavía no había guetos, si es que alguna vez los había, estaba claro que los judíos no correrían una suerte diferente a la que estaban corriendo en el país vecino.

Esas Navidades fueron tranquilas, pero bastante apáticas. Los Blake, como el año anterior, no fueron a celebrarla con los Griffin. Lexa se fue, como cada año, a celebrarla con sus abuelos. Así que Clarke solo podía pensar que eran las Navidades más tristes que habían pasado desde que tenía uso de razón. No es que no le gustara celebrarla con sus padres y su abuela, pero se echaba en falta la muchedumbre habitual, lo que venía llamándose el espíritu navideño, compartir esas fechas con los que más quieres. No podía evitar echar de menos a sus amigas, y encima no tenía a Lexa para consolarla. Así que excepto para las comidas y cenas, pasó los días encerrada en su cuarto.

Las cosas mejoraron un poco cuando Lexa volvió a Berlín el día veintiséis y lo pasaron juntas, aprovechando para intercambiarse sus regalos.

Estaban en casa de Lexa, porque sus padres habían decidido quedarse hasta la noche con los abuelos, así que tenían la casa para ellas solas. Se estaban portando bien, solo habían desecho la cama de Lexa, nada importante, el calor del momento. ¿Calor en diciembre? Pues sí, las chicas pasaron un poco de calor entre besos, caricias y sexo, un poco de sexo, o mucho. ¿Quién sabe?

Y es que podían estar semanas sin hacerlo por no encontrar el momento, pero cuando llevaban días sin verse, pobrecitas que habían estado casi cuatro días sin verse, se les hacia imposible mantener las manos y la boca alejadas de la otra. Una vez apagado el fuego interno de ambas, o al menos tenerlo bajo control, decidieron intercambiar sus regalos antes de prepararse algo para comer.

Clarke le regaló a Lexa una agenda, y es que últimamente la castaña se quejaba de que el trabajo en la librería se había incrementado y que antes lo tenía todo en la cabeza, pero con el aumento de trabajo eso ya no era suficiente. Así que Clarke al ver la agenda pensó que sería ideal para que Lexa apuntara datos sobre proveedores, sobre subastas, ventas, lo que hacía falta y lo que no... Vamos todo lo que necesitara. A Lexa le gustó mucho la agenda, era de piel, suave, en un tono chocolate.

Lexa por su parte le regaló a Clarke una blusa azul cielo que a la rubia pareció gustarle.

- Pruébatela. – Pidió Lexa.

- Tu lo que quieres es verme desnuda. – La picó Clarke.

- Te acabo de ver desnuda. – Apuntó Lexa. – Y creo que lo he investigado todo a fondo. – Terminó diciendo a la vez que se sonrojaba ligeramente.

El Poder del Amor (Clexa AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora