El sábado amaneció igual, sin noticias de Lexa. Clarke decidió pasar el día en casa por si Lexa finalmente se dignaba a querer hablar con ella. Intentó leer o escribir sus pensamientos en su diario, pero no se podía concentrar en nada. Si al menos sus padres no estuvieran trabajando podría entretenerse con algo.
A media mañana el teléfono sobresaltó a Clarke. Se levantó del sofá para cogerlo.
- ¿Sí? – Fue el simple saludo de Clarke.
- Clarke... - Dijo una voz llorosa.
- ¿Lexa? – Preguntó Clarke entre sorprendida y angustiada por el llanto que oía al otro lado.
- Clarke... - Lloró Lexa.
- ¿Lexa? ¿Estás bien? ¿Estás en casa?
- No...
- ¿Lexa? ¿Lexa? ¡Mierda! – Exclamó Clarke.
Y como venía pasando desde que empezaron los bombardeos sobre Berlín, cuando no era la luz, era el teléfono e incluso a veces el agua, pero siempre había algo que dejaba de funcionar.
Sin cambiarse ni nada, Clarke cogió su abrigo y su bolso y salió a la calle con paso apresurado. ¿No estaba bien o no estaba en casa? ¿Y si no estaba en casa estaba en la librería? Se iba preguntando todo el rato Clarke. Decidió probar primero en la librería que le quedaba más cerca. Llegó en menos tiempo de lo habitual a la librería y se la encontró abierta pese a que parecía como si estuviera cerrada. Entró y cerró detrás suyo con el pestillo, mejor evitar sustos innecesarios.
- ¿Lexa? – Preguntó Clarke con sigilo.
No obtuvo respuesta. Decidió dirigirse a la trastienda y al entrar se le rompió el alma.
- ¡Lexa! – Exclamó Clarke al encontrarse a la chica sollozando sentada en el suelo, abrazándose las piernas con los brazos, junto al teléfono que estaba descolgado y colgando al lado de la castaña. Clarke se tiró al suelo frente a la castaña. – Lexa ¿Qué pasa cariño? – Dijo Clarke intentado que la castaña reaccionara.
Clarke le acarició el pelo y fue en ese momento en el que la castaña pareció reaccionar.
- Clarke... - Sollozó Lexa deshaciendo el abrazo de sus piernas. Clarke aprovechó el gesto para atraer a Lexa en un abrazo notando como la castaña la abrazaba con fuerza mientras lloraba desconsolada.
Clarke le susurraba palabras tranquilizadoras en el oído mientras la mecía y la acariciaba.
- Sssshhh... Estoy aquí. – Le decía Clarke arrullándola.
- Mi abuelo... - Dijo finalmente Lexa entre lágrimas.
Clarke no necesitó que le dijera nada más. Ese llanto, esa tristeza solo podía significar una cosa. Cambió de posición, sentándose apoyada contra la pared y arrastrando a Lexa entre sus piernas, envolviéndola en un abrazo, dejando que llorara lo que tuviera que llorar. No sabía cuanto rato estuvieron así, pero poco a poco Clarke notaba como Lexa se iba tranquilizando en sus brazos.
- Lo siento... - Susurró Lexa.
- ¿Por qué? – Preguntó Clarke todavía sin aflojar su agarre sobre la castaña.
- Yo... el otro día...
- No. – La cortó Clarke con suavidad. – No vamos a hablar de eso ahora.
- Pero... - Fue a protestar Lexa viéndose otra vez cortada por Clarke.
- Hablaremos, pero no ahora. – Volvió a decir Clarke.
Lexa simplemente asintió recolocándose en el abrazo de Clarke y dejándose abrazar en esos brazos en los que siempre se sentía segura.
- Gracias por venir. – Murmuró Lexa.
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El Poder del Amor (Clexa AU)
FanfictionBerlín 1937 Clarke es una chica de dieciocho años que está estudiando en una de las escuelas de enfermería que la Cruz Roja tiene en Berlín. Clarke proviene de una familia acomodada gracias al negocio de su abuelo. Su padre es médico del ejército al...