Capítulo 31: Diferente

3.1K 245 112
                                    

Las semanas habían ido pasando. Clarke y Lexa no se podían quejar, les iba bien y se veían mucho. Al final Gustus le había dado dos tardes libres a Lexa para que saliera con Clarke y así la rubia no tuviera que pasar horas trabajando en la librería solo para ver a su hija, aunque no es que a Clarke le importara mucho, su amor por Lexa y por los libros juntos ¿Qué más podía pedir? Así que los lunes, que era el día de menos trabajo en la librería y el miércoles o el jueves, Lexa tenía fiesta por la tarde y la pasaba toda entera con Clarke. Algún día se habían escapado a alguna de sus casas y encerrado en sus habitaciones para besarse y acariciarse sin miradas indiscretas, pero no terminaban de decidirse a avanzar más, y no porque no quisieran, sino porque no querían ser sorprendidas.

A finales de septiembre, el día 30, otra asquerosa ley nazi hizo que el humor de Clarke cambiara. Cada vez más asqueada con su país, no soportaba esa discriminación y ese odio a gente que pese a no pensar como ellos en según que cosas no hacía absolutamente nada malo, más bien al contrario. Si desde hacía tiempo los judíos ya no podían estudiar medicina ni ejercerla, si desde el verano no podían entrar en los centros de salud, ahora se sumaba la ley que decía que los médicos arios solo podían tratar a pacientes arios. Así que la situación se vio completamente agravada ya que la atención de enfermos judíos se veía abocada a la clandestinidad, con las complicaciones que eso conllevaba, porque pese a que según qué cosas se podían tratar ambulatoriamente, para otras era necesario ingresar en un hospital.

Esa situación hizo que la pequeña consulta improvisada que habían montado los Griffin se volviera sumamente importante, aunque ahora las precauciones debían ser mucho mayores, porque antes no había problema en que su padre los tratara, ahora sí. Así que por precaución cambiaron la ubicación a otro almacén de la empresa, acondicionándolo como el anterior, y los pacientes tratados eran mucho más selectivos, toda precaución era poca, y pese a que sabían que ningún judío hablaría de esa actividad, desgraciadamente ahora ilegal, ya que sería un perjuicio para ellos, en esa época no se podía fiar uno de nadie, por desgracia.

Por si eso fuera poco, el dos de Octubre el mismo asqueroso gobierno decretó que todos los judíos debían llevar identificaciones que indicaran su origen judío, y, además, todos los pasaportes de judíos se sellaron con la letra "J" como identificación. Y esa norma por supuesto tocaba muy de cerca a los Griffin ya que los Blake, los mejores amigos de la familia, pertenecían a ese grupo tan perseguido por los nazis.

Por supuesto estas dos malas noticias tan seguidas dejaron bastante tocada a Clarke que solo veía como la situación de los judíos, y por ende de su mejor amiga, iba de mal en peor. Por suerte tenía a Lexa que siempre conseguía animarla. Solo ver su sonrisa o conectar sus miradas, lograba que se olvidara de todo excepto de esa sensación tan placentera.

Lexa también estaba algo nerviosa, y es que se acercaba el cumpleaños de Clarke y todavía no sabía que regalarle. Quería hacer algo especial, igual que Clarke había hecho en su cumpleaños regalándole ese colgante que ambas llevaban siempre al cuello y que no se quitaban por nada del mundo.

Un día, cuando Clarke volvía a casa después de haber pasado la tarde con Lexa oyó que alguien la llamaba.

- Harper, hola. - Dijo Clarke al girarse y reconocer a una de las enfermeras que trabajan en el hospital donde había hecho sus prácticas, una buena compañera que le caía muy bien.

Se saludaron con un cariñoso abrazo.

- Esta es Ontari. Una amiga. - Presentó Harper a su acompañante.

Clarke saludó a Ontari con una sonrisa y un apretón de manos.

- Encantada. - Dijo Clarke.

- Lo mismo digo. - Dijo Ontari con una sonrisa.

El Poder del Amor (Clexa AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora