Su nombre es Christian, se mudó a la ciudad junto con sus mejores amigos y familia.
Pero nunca pensó que al mudarse encontraría algo mejor que los grandes libros que leía.
Su secreto...
El es Ethan vive en la misma ciudad que el chico nuevo, pero el...
Hoy era lunes, lo que significaba que tenía clases, platico por mensajes con el amigo de Ethan, Zak, el cual le dijo que el celo de un alfa solo duraba tres días, esto quería decir que el pelinegro ya estaba mejor y que podía asistir a clases con normalidad.
Por desgracia el pelirrojo estaba tan nervioso que hasta le temblaban las piernas, su madre como siempre lo levantó como todos los días, una broma, le pinto las uñas y cabello de rosa además de tener pintados los labios de rojo, afortunadamente estos se pudieron quitar con un poco de acetona y agua, pero lamentablemente el labial era muy fuerte, siendo un poco notorio aún después de haberse lo quitado.
Cuando bajo de las escaleras se dispuso a preparar el desayuno como tados los días y cuando terminó subió a su habitación y se vistió con un suéter ya que había mucho frío.
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Cuando escucho a sus amigos abajo, solo tomo un sándwich qué preparo y corrió hacia la puerta.
—¡Mamá, Papá!, ¡¡Ya me voy!!.
El chico grito mientras tomaba su mochila y se iba con sus amigos hacia su escuela. Era bastante gracioso ver a sus amigos junto al pequeño chico, por que su pequeña altura lo hacía resaltar entre los más altos.
—Hey Cris, oye, no me contaste como te fue con el sexy chico.
La peliazul le guiñó un ojo al pelirrojo, el cual miro a otro lado con una expresión sería, esto dejo extrañados a los más altos quienes casi nunca veían esa expresión de su amigo.
—Ah... Cris, ¿amigo, te encuentras bien?.
Pregunto mientras tomaba de los hombros a su amigo con aires de preocupación en su tono de voz. El pelirrojo pensó que su actitud podría alarmar a sus mejores amigos, así que para que no descubrieran el secreto, les sonrió y asintió con una sonrisa. Ellos aún no conformes con la respuesta, la chica tomo de la mano al pequeño y el rubio de los hombros para seguir caminando dejando atrás la pregunta hecha por la chica.
Cuando llegaron a la escuela el chico repentinamente miraba a los lados buscando algo, o más bien a alguien, a lo que los más altos se dieron cuenta enseguida. Entraron a sus respectivas clases, cuando la hermosa chica y el pequeño pelirrojo entraron, en seguida se escuchó el ruido de una de las sillas siendo arrastrada velozmente.
Cristian alzó la mirada, y como si los dos estuvieran conectados, tanto el pelirrojo como el pelinegro sintieron un escalofrío pasar por sus espaldas. El pequeño chico tomo de la mano a la peliazul, quién veía la escena extrañada. Se sentaron en silencio, hasta que la chica se animó a preguntar.
