3. Reglas.

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Ambas nos ponemos de pie, cuando alguien salta dentro de la caja. Lo reconozco de inmediato. Gally. Hora de actuar.

- Esto debe ser una broma - dice para sí mismo asombrado.

- ¿Qué sucede allá abajo? - pregunta alguien desde arriba y reconozco la voz de Alby.

- En un minuto lo sabrás - le responde elevando la voz y luego nos observa con calma - Las ayudare a subir, no les haré daño.

Se me hace raro verlo actuar amable, cuando en las películas lo muestran como a un cretino. Sujeto la mano de ella y la aliento a avanzar. Cada paso que vamos dando hacia él, lo noto más asombrado.

-Ella subirá primero - le digo seria.

Él no responde nada, solo se agacha para unir sus manos para que ella se dé el envión para subir. Maia continua bastante asustada y estresada por todos los sucesos del el día de hoy y es por eso que entiendo porque aún no ha dejado de llorar.

- Hazlo, iré detrás de ti - le digo para animarla, la veo dudar un segundo antes de obedecerme.

Alguien arriba la ayuda a terminar de subir y ya puedo escuchar muchos murmullos indescifrables. Veo a Gally, que espera a que haga lo mismo. Antes de apoyar mi pie lo miro por un segundo.

- Gracias.

Lo veo, ligeramente, sorprendido por eso, se nota que aquí no son muy amables. Me doy el envión y subo enseguida. Nadie parece notar que acabo de subir, todos están rodeando a mi hermana que se encuentra al lado de Alby, el cual intenta calmarla, pero está fallando a lo grande. Odio verla llorar, es algo que simplemente no tolero. Me abro paso empujando a los larchos que se interponen en mi camino. Los primeros se sorprenden al verme y luego, van abriéndome camino. Maia al verme no duda en correr hacia mí y abrazarme. El murmullo vuelve aparecer con más fuerza que antes y eso la asusta un poco más. Me separo de ella y la dejo detrás de mí. Miro a todos con enojo, sé que ellos no son culpables de nada. Pero que me parta un rayo si voy a dejar que nos descubra.

- ¡Quiero a todos cinco pasos hacia atrás! - les grito y me ven sorprendidos por mi reacción - ¡No lo repetiré!

Sorprendentemente, todos se alejan y miran a Alby esperando a que haga algo. El líder me mira como pidiéndome permiso para acercarse.

- Tranquila, mi nombre es Alby - me dice deteniéndose a una distancia prudente - Te puedo asegurar que nadie les hará daño... -

- Eso yo también te lo puedo asegurar - lo interrumpo con calma y una sonrisa falsa - Mi cabeza es un lío y me cuesta entender muchas cosas y estamos rodeadas de un gran grupo de solo chicos, tengan en claro esto... quien intenté poner un solo dedo sobre nosotras le daré una paliza que no olvidaran en su vida.

Sé que nadie antes les hablo así y mucho menos una chica, pero igual deseo dejar las cosas en claro con ellos porque no los conozco a todos y no planeo arriesgarme.

- No hay necesidad de recurrir a la violencia - me responde con calma - Tu confusión es normal, nadie aquí recuerda nada de su pasado a excepción de sus nombres. Con suerte en unos días recordarán el suyo...

- Gemma, mi nombre es Gemma y ellas es Maia, solo recordamos nuestros nombres y que somos hermanas - lo interrumpo.

- Es asombroso, lo raro es que son idénticas...-

- ¿Qué?- le digo volteando a ver mi hermana.

Me detengo a verla mejor ahora que hay más luz que en la caja. Es una joven muy bella que con suerte aparenta tener dieciséis años. Tal vez mida un metro sesenta y cinco o apenas un poco más. Cabello castaño claro y sus grandes ojos café son lo único que conserva de su antigua versión. No puedo creer que nos haya hecho gemelas, debe ser una mala broma. ¡Dios! ¡Vuelvo a ser adolescente de nuevo! Miro mi cabello y es más oscuro que el de ella, al menos nos podrán diferenciar de alguna manera. Ella está igual de sorprendida que yo y no es para menos.

- Les daré el recorrido y les explicaré algunas cosas.

Poco a poco todos los habitantes del área se ven obligados a irse. Ambas miramos a nuestro alrededor y es mucho más grande de lo que me imagine. Los muros son inmensos de piedra gris, cubiertas de una espesa enredadera. Ahora sí creo en las palabras de Thomas cuando describe el lugar en el libro. En verdad pienso que esos muros miden más de cien metro. Encuentro la entrada abierta que solo alcanzo a ver los primeros metros.

- Bueno novatas, ya tendrán tiempo de inspeccionar mejor los alrededores - la voz de Alby me regresa a la realidad - Este lugar es el Área, es en donde vivimos, comemos y dormimos...-

- ¿En dónde estamos? - le pregunto confundida.

Debía hacer esa pregunta si no sería bastante sospechoso, al parecer cree lo que le digo. Maldición, si hubiese sabido antes de que soy tan buena en esto me hubiese dedicado a la actuación.

- En el Área, ya te lo dije.

- Eso lo sé, lo que no sé es ¿por qué estamos aquí sin recordar nada? o ¿quién nos envió? Dudo mucho que esto sea algo normal - le digo con ironía.

- Al parecer eres una shank muy lista - me responde caminando hacia el muro de los nombres - Te diré algo, la curiosidad aquí te puede llevar a la muerte, así que ten cuidado.

- Eso es muy tranquilizador.

- Sé que tienes miles de preguntas porque he estado en tu lugar - me dice sacando un cuchillo del bolsillo del pantalón - Pero lo que deben saber y nunca olvidar son las tres reglas principales; la primera es que hagan su parte no nos gustan los holgazanes, la segunda no puedes lastimar a otro habitante y la última y la más importante de todas es que nunca deben cruzar estos muros si desean seguir viviendo.

- Seguiremos las reglas, pero no permitiré que nadie nos lastime - le digo firme - Es mi hermana por más que no la recuerde, la protegeré de todo y de todos.

- Me parece justo, pero ningún larcho se atreverá a romper esa regla porque saben cuál es su castigo - su respuesta me calma lo suficiente - Aquí escribimos nuestros nombres, deben hacerlo ya son parte de nosotros.

Tomo primera el cuchillo y comienzo a tallar mi nombre, me lleva algo de tiempo, ya que nos tan fácil como aparenta. Termino y le paso el cuchillo a mi hermana que extrañamente ha estado muy callada.

- ¿Estas bien? - le pregunto y la veo dudar un momento antes de asentir y comenzar a escribir.

- Ella puede hablar, ¿verdad? - me pregunta Alby.

- Sí, hablamos un poco dentro de la caja antes de llegar - le respondo - Continúa algo asustada.

- Maia, ¿cierto? - le dice él y ella lo mira atenta - No tienes por qué temer, aquí nadie les hará daño.

- Gracias Alby.

Nos costará acostumbrarnos a esto, pero nos tengo un poco de fe.

- Bien, su caja llego tarde así que por hoy le mostrare en donde dormirán antes de nuestra "fiesta" de bienvenida y mañana les daré el recorrido completo y veremos donde podrán trabajar.

Una Odisea DimensionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora