73. Buscando el equilibrio.

834 51 4
                                    

Ninguno de los hombres de la sala parece reaccionar. Solo Mary nos sonríe y nos sorprende con un abrazo.

- Felicidades a ambos – nos dice ella – Soy Mary Winchester.

- Un gusto, Derek Hale.

- ¿Se van a casar? – pregunta sorprendido Sam.

- Olvídalo Hale, es nuestra niña – protesta Dean.

- ¿Si recuerdan que tengo más años de los que aparento? – les pregunto indignada al ser llamada niña – A demás, llegan demasiado tarde con sus reclamos. Hace años que vivimos juntos, tenemos tres hijos y estamos enlazados de por vida.

- Me encanta saber hay alguien que fastidie a estos dos mientras no estoy – comenta divertido Crowley – Estaré esperando con ansias la invitación, querida.

- Por supuesto, no sería una fiesta sin el Rey del infierno – le respondo y lo veo desaparecer con una sonrisa – A ver familia, pasaré a ser una Hale sin dejar de ser una Winchester.

- Más les vale – nos advierte Dean – O nos haremos una alfombra de piel de lobo.

- Por mi parte… - nos dice mi padre - … Cuentan con mi bendición. Mi hija es feliz y tengo unos nietos estupendos. Nunca la vi mal a causa tuya y espero que eso no vaya a suceder.

- No ocurrirá, realmente la amo… por más que me vuelva loco – le responde Derek.

- No lo hago a propósito – me defiendo – Y gracias papá.

- Recuerda que respeto, casi todas, tus decisiones – me responde – Y te advierto que haces unas horas hable con Maia, están esperando tu señal para que le abras un portal.

- Lo abriré luego de que abrace a los niños – le digo y miro al resto - ¿Quieren venir?

- Quiero ver caminar a mis primos – dice con entusiasmo Jack y eso nos hace sonreír a todos.

- Iremos – me asegura Dean – Mamá, Bobby, ¿Nos quieren acompañar?

- El resto de los cazadores no tardan en llegar y abra una reunión para saber que harán de ahora en adelante – nos informa Mary – En la próxima ocasión estaré encantada por conocer a los niños.

Abro el portal y solo alcanzo a dar tres pasos, antes de ser derribada por mis cachorros. Los amo, pero aún me siento un poco débil y algo adolorida. Sin querer, dejo escapar un quejido de dolor. Eso provoca que los adolescentes retrocedan un poco, como para poder sentarme y los niños al ver mi cara un poco lastimada… sus ojos comienzan a lagrimear.

- Estoy bien bebés – me apresuro por decirles – Si ustedes lloran, yo también llorare y eso provocara una cadena de llanto en la manada – agrego besando sus frentes.

Los gemelos se calman un poco, pero Dylan… Dylan no se ve conforme con lo que les dije. Con su usual ceño fruncido, acerca su mano a mi mejilla. 

Al principio, pensé que solo sería una caricia, pero me sorprende ver que las venas de su brazo se tornan negras… me está quitando el dolor.  

Lo interrumpo abrazándolo con unas tremendas ganas de llorar y siento como oculta su rostro en mi cuello. Abro un poco más mis brazos y los gemelos se unen al abrazo.

- Estoy bien, mi cuerpo está sanando rápido y estas marcas desaparecerán en unos días – les digo tanto a ellos como a la manada que están atentos - ¿Cuándo aprendiste hacer eso Dylan?

- Ayer. Estuvimos jugando y Jared se cayó y se hizo un raspón y comenzó a llorar porque le dolía. Recordé que papá me explicó que se puede sacar el dolor y lo intente y dejo de dolerle – me explica bajo la atenta mirada del resto. Su forma de expresarse ha cambiado bastante en tiempo, mi bebé está creciendo.

Una Odisea DimensionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora