7| Seis años desde entonces

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Con una mueca en los labios, Clarke suspiró golpeando suavemente la puerta con sus nudillos. Ella había dejado de escuchar las voces de sus compañeros y amigos. Cuando no obtuvo ninguna respuesta, respiró hondo y abrió la puerta para entrar en la habitación de Madi.

A Clarke siempre le sorprendía entrar en la habitación de la chica, no porque fuera una habitación normal de cualquier niño de su edad, sino por lo contrario, esa habitación no era para nada la de un niño de doce años. La habitación era más o menos grande, tenía un escritorio, una cama, repisas. Había falta de un televisor y de un computador, pero no porque Clarke no quisiera comprárselo o porque no pudiera pagarlos, sino porque la niña no quería.

Tenía varios posters de animales y paisajes pintados al óleo, sobre todo caballos con un precioso paisaje. Clarke camino hacia la cama de la joven que tenía un edredón color marrón con diseños de flor de lis color blanco. Paso por alto la mancha roja que se encontraba en la alfombra de color celeste en el suelo, probablemente era el resultado de haber derramado pintura para alguno de sus trabajos en High Heaven.

Antes de mudarse a esa casa, ella vivía en un pequeño departamento en solitario. Apenas tenía un año viviendo ahí desde que se había mudado de la casa de su madre, únicamente pensando que era lo mejor debido a que con tres años trabajando en la Arkadia, pensaba que podía vivir sola sin problemas, pero luego conoció a Madi y al traerla a su casa y adoptarla había notado que el departamento era demasiado pequeño para ambas, sobre todo porque solo tenía una habitación y ella estuvo durmiendo en el sofá durante un mes antes de decidir que debía buscar un nueva casa.

Habían comprado aquella debido a que a Madi le gustaba la cocina, siempre decía que tenía un estilo único y llamativo, además las habitaciones eran medianas, bonitas y tenían buena vista. Claro, Clarke esperaba a que la muchacha decorara su habitación como quisiera, nunca negándole algo (a menos que fuera algo que no aprobara) y así fue como las paredes se pintaron de lila y el suelo tenía cerámica negra, un contraste llamativo y bonito. Había libreros, lleno de libros, obviamente, de todo tipo de libros. Un armario con distintos tipos de chaquetas colgadas, la ropa doblada en cajones bien ordenada. En el escritorio había una lámpara y otras cosas, ligeramente desordenado.

– Tal vez es momento de comprar un computador – Clarke comentó mientras se sentaba a los pies de la cama.

La muchacha alzó la mirada de su libro. Vestía con pijama, ya que eran más de las ocho de la noche. Ella normalmente no le daba problemas a Clarke como cualquier otro niño le daba a su padre. Era obediente, respetaba a los mayores, tenía un tono sarcástico cuando quería y sobre todo era amable. A veces Clarke dudaba sin duda de que la muchacha tuviera doce años.

– Los demás han llegado ya, ¿quieres bajar?

La chica cerró el libro preocupada mientras suspiraba – No tengo ganas de celebrar nada.

– Madi...

– ¿Cómo lo haces? – Ella alzó la mirada de golpe, observándola con temor y preocupación. El corazón de Clarke se encogió al verla así, deseando poder alejar todos los problemas de la menor con un solo chasquido de dedo – Hace un par de horas estabas en el museo cargando una pistola y ahora estás celebrando como si nada hubiera pasado...

Clarke hizo una mueca mientras miraba el techo blanco de la habitación. La chica respiró hondo antes de apoyar sus manos sobre la cama e inclinarse hacia atrás.

– Supongo que años de trabajo – Respondió – aunque la primera vez que tuve que fingir que nada había sucedido casi me vuelvo loca. Los demás agentes parecían despreocupados y todo lo que yo podía pensar era en que estaban locos...

Oscura PesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora