33| Con el corazón en la mano

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Incómodo era una forma de describir el ambiente que rodeaba al piso número 13 de la Arkadia, raro era otra forma de decirlo, pero definitivamente Clarke Griffin no estaba segura de cuál de las dos opciones era la correcta.

No fueron vacaciones pagadas (a pesar de que en realidad se las pagaron) ya técnicamente la habían echado del trabajo. Sin embargo, dado que el Arca quería que trabajara en la Academia no la habían desvinculado fuera de la empresa enseguida, por tanto se había ahorrado todo el papeleo que debía hacer para volver a ingresar –y sí, ese papeleo era interminable–, pero eso también significaba que tenía que explicar su ausencia para aquellos curiosos que no sabían nada de lo que había sucedido. La solución sencilla era decir que estaba de vacaciones, pero legalmente, Clarke no había pedido vacaciones, de hecho las tenía acumuladas en un cajón esperando a estallar por falta de espacio. El acuerdo con Kane y Jaha fue que las dos semanas de ausencia serían sus "vacaciones" y para compensar el hecho de que tuviera que perder sus vacaciones por lo sucedido con el tema de su renuncia decidieron que iban a pagarle ese tiempo de ausencia.

No era tan mala la situación, aun le quedaban unas pocas vacaciones así que no había perdido todo realmente. De todos modos, lo que era importante era el ambiente del piso 13. No muchos sabían sobre su renuncia, pero sí había alguna que otra persona que lo sabía y claro los chismes estaban al alcance de la mano así como también mucha gente preguntándose cuánto de lo que se rumoreo era verdad y cuánto mentira.

Personalmente a Clarke no le interesaba lo que otros pensaran siempre y cuando no se interpusieran en su camino. Así que, nada más abrirse las puertas del ascensor y encontrarse con aquellas miradas con disimulo, la muchacha se dirigió directamente al laboratorio de Raven completamente reformado y actualizado. Se veía elegantemente moderno, si tenía que admitirlo: estaba muy bien ante sus ojos.

Lo sorprendente de su reciente llegada no eran las miradas que estaba recibiendo por parte sino el hecho de que no había nadie de su equipo en el laboratorio. Normalmente no sería tan extraño si no fuera porque ni Becca, ni Raven estaban dentro.

Tomo un respiro hondo mientras observaba todo el lugar con interés. Los cambios eran notorios y abrumadores, todo se veía futurisado y no prehistórico –como solía decirle Raven a su propio lugar, aunque ella creía que futurisado no era una palabra real–, Clarke recordaba la cantidad de veces que Raven le había dicho tanto a ella como a Kane que necesitaba equipos nuevos y pese a que Kane le dijo en infinidad de ocasiones que lo tenía muy presente en realidad nunca le había conseguido lo que había pedido hasta ahora.

Su mano se deslizo por la mesa central sorprendiéndose cuando las luces del pilar se encendieron en un tono verde y las pantallas se encendieron ante su mirada, un teclado digital táctil apareció en el tablero y frente a ella la imagen de RITA estaba mirándola con interés.

La muchacha retrocedió sorprendida, observando a la criatura digital que Raven había creado, uno de sus más grandes orgullos, que la seguía con la mirada por todos lados. Cada movimiento, cada paso, cada expresión... todo era notado por la IA que se encontraba frente a ella.

– La tecnología nunca ha sido lo tuyo, ¿verdad? – Una voz burlona le llamó la atención. La mirada de la muchacha se dirigió hacia la entrada donde Raven acaba de llegar con un café en sus manos y un abrigo grande que sin duda cumplía con su labor.

– ¿Por qué está Rita viéndome de esa forma? – Clarke alzó la ceja mientras la joven caminaba hacia el pilar central y tecleaba unas cosas mientras bebía su café despreocupadamente. La mirada de Rita paso de Clarke a Raven y luego toda la IA desapareció de la vista de ambas.

– Necesita algunos ajustes – Raven dijo con calma – Becca y yo estamos trabajando en ello.

– Oh.

Oscura PesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora