33| Una brisa para respirar

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Después de haber pasado por tantos problemas en las últimas semanas, Clarke finalmente podía estirar los brazos por su cabeza y sonreír al mismo tiempo. Jamás se había sentido más relajada que en ese momento, y ni siquiera el tráfico de veinte minutos que tuvieron que esperar al entrar en la ciudad pudo arruinar el humor que sentía. Su celular estaba apagado, lo que significaba que no había recibido ninguna llamada durante tres días, tampoco sabía nada de lo que estaba pasando en la ciudad, nada de Alie y nada de los problemas que podrían estar sucediendo. Sabía que tomarse tres días de libertar, ella y todo Skaikru, era peligroso e irresponsable, pero después de todo lo que había sucedido, Kane ni siquiera puso objeción para aceptarlo.

– Los mejores tres días de la vida – Madi dijo al bajarse del auto. Estiro sus brazos para despertar todos los músculos de su cuerpo y luego corrió hacia la casa con una sonrisa en sus labios – Ya quiero contarle a Gaia que vimos una familia de venados.

– Hey, no entres con los zapatos llenos de barro. ¡Te dije que te los quitaras antes de subirte al auto!

– ¡Lo limpiaré luego! – La muchacha dijo sin mirarla. Clarke hizo una mueca mientras se recostaba contra la puerta de su auto. Apenas habían vuelto a casa después de tres días acampando y ya tenía que limpiar los desastres de la menor. Fantástico. Sin embargo, su sonrisa no desaparecía.

Saco su teléfono celular e hizo una mueca dudando de si encenderlo o no. Si lo mantenía apagado, su utopía podría durar unas horas más, pero si lo encendía iba a ser un desastre. A ella le sorprendía que jamás le hubieran dado una licencia médica por estrés laboral, es decir... vamos, que a veces pensaba que la merecía.

– Ninguna notificación, ¿en serio? – Ella dijo desconcertada tras decidirse que debía encender el celular. Parpadeó confundida, quizá la señal estaba mal o es que en realidad no había recibido ningún mensaje. Como fuera, decidió ignorarlo y comenzó a desempacar las cosas del auto.

– ¿Necesita ayuda con eso, señorita?

– ¿Eh?

– Bienvenida de regreso, princesa.

– Bellamy – Clarke parpadeó bajando los sacos de dormir al suelo y sonrió abrazando al muchacho que acababa de aparecer junto a ella de la nada. Se sintió cómoda en lo brazo del muchacho, un calor se extendió hacia ella haciéndole notar lo mucho que había extrañado la presencia del chico – Qué haces aquí, pensé que nos veríamos más tarde.

– Mi novia se fue de la ciudad por tres días y no he tenido trabajo por esos tres días. He estado algo aburrido.

– Oh, te sentiste solo – Ella se rió suavemente sacando las mochilas que se encontraban en el asiento trasero.

– Solo porque yo no entiendo la gracia de irse de acampada. Dormir en el suelo como animales, sin baños, comer animales que cazas tú mismo.

– La noche bajo las estrellas, el aroma silvestre, los frutos naturales del bosque...

– Di lo que quieras, sigue sin ser divertido.

– Aja, lo que tú digas – Clarke rió suavemente mientras recogía los sacos de dormir y unas mochilas. Bellamy ayudo a entrar todo el equipaje hacia la casa, pero nada más detenerse en la entrada se fijó en las manchas de tierra seca que había sobre el suelo, la silueta de una zapatilla con una forma divertida de ondulaciones y círculos.

– ¡Madi! – Clarke gritó molesta – ¿Qué te dije de los zapatos?

Pero la muchacha no estaba a la vista y siguiendo el recorrido que dejaban las marcas en el suelo, tanto Bellamy como Clarke supieron que la menor estaba en su habitación. Él soltó una risa suave al depositar las cosas sobre el sofá.

Oscura PesadillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora