Es para ti

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- Ehh, ¡que te embobas!- dijo Javi sacudiéndome el hombro- vámonos que ya salimos.

- Menos mal, tengo ganas de llegar ya- bloqueé el móvil pensando no sé muy bien en qué. Bueno sí que lo sabía pero no entendía por qué.

- ¿En qué piensas?- me preguntó Santi rápidamente.

- ¡Yo lo sé!- gritó mi hermano que, aunque no estaba con Santi y conmigo se había enterado de la pregunta.

- ¡Tú te callas ya!- respondí en plan coña para que los demás no le dieran importancia, porque no la tenía.

- Álex... ven ven- dijo haciéndole señas con la mano y en cuanto llegó le pasó el brazo por los hombros y se lo llevó distanciándose de donde estaba yo.

- ¡No le eches cuenta Santi! De nada de lo que te diga porque no...

- Todo lo que digas podrá ser utilizado en tu contra- me dijo Carlos mientras me llevaba con él- porque te estás delatando- esbozó una leve sonrisa- ¿no tiene importancia?

- Para nada- afirmé seguro.

- Entonces deja que tu hermano cuente lo que quiera. Mientras que tú sepas lo que pasa realmente, ¿qué más da?

......

Echaba de menos un cumpleaños en casa. Llevaba dos años celebrándolo en Madrid con mi pareja y algunos amigos, pero no se parecía mucho a mis cumpleaños de toda la vida. Mi madre me hizo darme cuenta de ello en cuanto me desperté, cuando me encontré con varios globos morados (que tanto me encantan porque es mi color favorito) atados a los pies de la cama, de los que nunca se olvidaban.

Bajé las escaleras pensando en los planes que había hecho para hoy, intentando organizarme un poco mentalmente para que me diera tiempo a todo bien. Por la mañana he quedado con una amiga que no puede venir esta noche a la cena que teníamos preparada, porque se iba por la tarde de viaje con su pareja el fin de semana. He quedado después, para almorzar, con mi familia y pasar la tarde con ellos, para después hacer una videollamada con Brian, que me lo había "exigido" hasta tal punto que no me pude negar. Y después, como ya he dicho, he organizado una cena con mis amigos de siempre, los de aquí del pueblo. Así que día intenso.

- ¡Felicidades cariño!- dijo mi madre en cuanto me vio llegar al salón, dándome un fuerte abrazo.

- Gracias, mamá. ¿Papá no ha podido conseguir el día libre no?- pregunté decepcionada al no verlo en casa.

- No, hija, lo ha intentado pero no se lo han dado.

- ¡Qué mierda de trabajo, en serio!- exclamé indignada- cobrará todo lo que quiera pero es una putada muy grande. Apenas está en casa.

- Ya estamos acostumbrados ¿no?- preguntó con media sonrisa en la cara. Es verdad que mi padre siempre ha estado desaparecido. Quizás pasa un par de días seguidos o tres en casa, pero los demás de la semana está fuera.

- Imagino...- afirmé rendida.

Entonces unas manos detrás de mí me taparon los ojos, pegándome un susto de los buenos al principio. En cuanto palpé sus manos con las mías sabía quién era.

- ¡¡Papá!!- me giré rápidamente y ahí estaba él con una gran sonrisa en la cara. Corriendo lo abracé, como si se fuera a ir ya, aunque sabía que si estaba allí era para quedarse, al menos, hoy- ¿Te ha dado el día libre Jordi?

- Pues claro. No es tan malo como piensas. Le he explicado la situación que teníamos, llevo dos años sin celebrar tu cumpleaños- me revolvía el pelo como tanto le gustaba hacer a él- y ha aceptado sin ningún problema. No trabajo ni hoy ni mañana, vuelvo el domingo.

No me pidas más (Marc Márquez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora