Quédate conmigo

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Cuando lo vi entrar en el coche, con la clara intención de irse porque, de no ser así, no habría guardado la maleta en el maletero, entré de inmediato en mi coche. Quería saber si de verdad se iba a casa, si volvía a Lleida, cosa que esperaba por favor que no fuera así. Y en ese momento, mientras aceleraba y lo seguía, comencé a tener una conversación conmigo misma en mi mente. Bueno, era como un angelito y un diablillo los que tenían esa conversación y era como así:

😈 D- ¿Qué haces yendo tan lenta? ¡Acelera, joder! Se te va a escapar.

😇 A- Siempre con moderación, Aina. Además, ¿qué haces siguiéndolo? Vete a casa y deja de hacer tonterías.

😈 D- ¿Cómo que se vaya a casa? Que se va, así de repente. Esto es muy raro y hay que saber por qué.

😇 A- ¿Y si él no quiere que lo siga?

😈 D- Pues que hubiera dado una explicación. No puede pretender irse así de raro y que te quedes tan tranquila.

😇 A- Yo sigo diciendo que deberías dar la vuelta.

😈 D- Y yo que pises el acelerador. Se te está yendo.

😇 A- Sabes que sientes algo por él ¿verdad?

😈 D- ¡No digas tonterías! Pero a éste todavía se le puede aprovechar un poco más. Te ha contado que le queda poco para empezar la temporada, así que hay que apurarlo ahora, te queda poco tiempo.  

😇 A- ¡No seas bruta Aina! Piensa un poco. Acuérdate de lo que sentías al principio por Adri. ¿Cómo te sentías?

😈 D- ¡No compares! Esto no se parece en nada. Además, está claro lo que queremos.  

😇 A- ¿Seguro?

¡¡CALLAOS!! Dije incluso en voz alta. Sí que me estaba volviendo loca. De momento sabía a dónde se dirigía, pero quería ver si realmente su destino era ese.

Tras unos minutos lo vi. Sí era verdad que se iba. Acababa de tomar la salida hacia la A-231. Esa maldita autovía lo iba a llevar a casa. Hasta entonces él no me había visto, o eso creo, porque me había encargado de dejar una amplia distancia entre los dos pero ahora me iba a ver.

Entró en la autovía y me puse justo detrás suya. Márquez, ya me iba a dar igual todo pero tú te paras ahora sí o sí. Entonces usé mi señal característica, las largas. Empecé a hacerle ráfagas y a poner las luces de emergencia para que parara. Pero él no hacía caso. Me lo iba a cargar. Cambié las luces de emergencia por el intermitente a la derecha, para que se parara en el arcén, pero nada. Vale, ya tenía que saber que tenía a un demente detrás suya, pero o no sabía que era yo o no quería parar, porque una vez habiendo parado las ráfagas, seguía adelante.

Cogí el móvil y lo llamé, mientras seguía pendiente de él en el coche. A los pocos toques lo cogió, sorprendido al parecer.

- ¿Aina?

- Sí. Soy yo, soy la que te está siguiendo, la que lleva un rato haciéndote todo tipo de señales con el coche para que te pares un puto minuto en el arcén- yo ya no era consciente ni de lo que decía. Las palabras salían de mi boca una tras otra sin esperar.

No dijo nada. Colgó. Y me dejó con la boca abierta pensando que iba a pasar de mí y seguir su viaje. Pero no, colgó para parar. Cuando vi que empezó a frenar y a irse al arcén me quedé más tranquila porque si no ya nos veía como en las persecuciones de policía. Yo paré tras él mientras él se encargaba de salir del coche sin mirarme siquiera. Salí poco después que él, ambos en el arcén, con las luces de emergencia y uno frente al otro.

No me pidas más (Marc Márquez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora