No serás capaz

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Los días pasaron volando en Cervera. Su familia me acogió muy bien el tiempo que estuvimos con ellos, que fue bastante rato, quitando cuando salíamos a dar alguna vuelta y cuando llegaba la noche, que la pasábamos en mi hotel.

Hoy, jueves, salíamos dirección Barcelona, para el gran premio del fin de semana. Julià ya había salido de la casa, seguidos por Marc y Álex en un coche y detrás de ellos íbamos Roser y yo. Ella iba a ser mi acompañante durante el fin de semana, algo que me parecía el mejor de los planes.

- ¿Cómo llevas lo de estar en los circuitos?- me preguntó a los pocos minutos de salir.

- No sé responderte a eso aún, creo- sonreí mientras mantenía la mirada fija en la carretera al ir conduciendo- únicamente he estado en uno y muy poco tiempo. Lo que sí te puedo decir es que me emociona más de lo que imaginaba.

- No sabías nada de motos ¿no?- la veía sonreir por el rabillo del ojo- Marc me contó que no sabías ni quién era él.

- Ahora lo pienso y me doy vergüenza ajena- admití mientras notaba cómo me ardía la cara- quedé como una idiota.

- Pero si eso fue lo que hizo que Marc se enganchase a ti- respondió dejándome sin palabras- eres lo que buscaba, alguien con quien sentirse normal.

- Para mí era alguien normal cuando lo conocí y después de saber quién es, sigue siendo normal a mis ojos y seguiré tratándolo como tal.

- Aunque con eso tenéis que tener cuidado, Aina- me advirtió.

- ¿A qué te refieres?

- A que Marc siempre está rodeado. Es raro el momento en que esté solo o que esté en un sitio donde nadie lo conozca. Debéis estar preparados para eso porque os podrá afectar el día de mañana en vuestra relación.

- De momento estamos intentando ser discretos en todo momento porque somos conscientes de ello. En el momento de que alguien se de cuenta de lo que hay y corra la voz, intentaremos seguir a lo nuestro.

- Entonces no tendréis problema ninguno- sonrió- y me alegro por ello. Es una maravilla tenerte en la familia.

- Muchas gracias Roser, de verdad, es increíble cómo me habéis acogido todos en todos los sentidos.

- No hay que darlas, cariño, es lo mínimo.

Llegamos al circuito y nos dividimos de nuevo. Yo seguía al lado de Roser. Este fin de semana iba a parecer su guardaespaldas, pero no me apetecía estar sola por aquí y así no me relacionarían directamente con Marc, espero.

Sin apenas darnos cuenta estábamos a sábado, cuando Marc había conseguido la segunda posición. Había mejorado poco a poco durante todo el fin de semana así que seguro que esta posición le sabía a gloria.

Estábamos terminando de almorzar cuando llegó él con su sonrisa habitual. Pasó junto a Roser y a Julià y le dio un beso a los dos acompañado de un abrazo y justo después se acercó a mí. Se sentó a mi lado y me dio un beso corto, sabiendo que estaban sus padres delante, para después mirarme de arriba a abajo. Llevaba una camiseta de su colección y una de sus sudaderas también anudada a la cintura. Miró esto último y alzó una ceja.

- Esa no es la que te regalé- afirmó con media sonrisa en la cara.

- ¿Ah no?- pregunté haciéndome la loca.

- Esa es mía- dijo tirando de una de las mangas- pero mía literalmente.

- No haberla dejado a mi alcance- me excusé.

- Para qué te regalo la tuya- dijo irónicamente.

- Es que la tuya me gustaba más- mentí. Era la misma que la suya, porque le dije que me gustaba mucho, pero cogí la suya porque olía a él. Mientras estaba en pista me la ponía y me ayudaba a relajarme. Pero eso no se lo iba a decir.

No me pidas más (Marc Márquez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora