Tienes los dientes muy largos

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- Oye Marc- dijo de repente soltando el tenedor y poniéndose seria- no sé si es el momento ni el lugar pero tengo que hablar contigo de una cosa.

- Dime- respondí soltando yo también los cubiertos, porque parecía que la cosa era seria.

- Sé sincero. ¿Qué pensaste cuando viste que no me había quedado a dormir aquel día?- no pudo acabar la frase mirándome, poco a poco su mirada se iba desviando.

- Puf- bufé acordándome del momento- fueron muchos pensamientos porque encima mi hermano empezó a dar por culo- vi que ella ahora sí me miraba fijamente esperando que siguiera- primero pensé que te habría surgido algo por hacer- entonces ella hizo una mueca muy graciosa con la boca que hizo que no pudiera fijar mi mirada en otro sitio que no fueran sus labios- después mi hermano me hizo pensar que podría ser un "chico de compañía"- con esto, aunque a mí en el momento me asustara, conseguí que ella riera-  y después lo que hablamos, que como no queríamos nada más, pues listo. No pasa nada.

- Vale, bien- hizo una pausa para beber y yo ya estaba intrigado- No duermo con chicos- afirmó rápido.

- ¿Cómo que no duermes con chicos?

- Desde que lo dejé con mi pareja, me niego a dormir con chicos. No es que no quiera nada con vosotros a ver que ya viste la otra noche- se estaba haciendo un lío y la veía que acabaría diciendo algo que no querría- bueno, eso, pero que no me quedo a dormir, por eso me fui, por eso inspeccioné la habitación entera antes de que pasara nada. Porque ya me ha pasado de intentar salir discreta y acabar llevándome por delante la mitad del mobiliario del hotel- reí solo de pensarlo y ella igual. Al menos conseguimos romper un poco la tensión que se había creado.

- Aina, no pasa nada. En ese momento me extrañó porque era la primera vez que me pasaba pero ya está.

- Perfecto- respondió acomodándose en su asiento, ya se había relajado parece, volvía a beber.

- Ahora estamos aquí pasándolo bien, nos divertiremos, nos acostaremos, nos casaremos- me costaba aguantar la risa y ella no pudo hacerlo. Acabó escupiendo la bebida hacia un lado y empezó a toser aceleradamente.

Me levanté rápido para ponerme a su lado pero al ver que, aunque tosía, estaba sonriendo me relajé un poco.

- ¿Está todo bien?- preguntó un camarero al escucharnos.

- Sí sí estamos bien, gracias- respondí mientras ella se daba palmaditas en el pecho.

- Que graciosillo ja ja- dijo haciendo como la que se partía de la risa, aunque en realidad estaba deseando hacerlo.

- ¿Has visto? Soy lo más mejor.

- Eres lo más peor- rió y puso su mano en mi mentón en el mismo momento que un escalofrío me recorrió la espalda de arriba a abajo- eemm podrías levantarte ya, que así de rodillas al lado de la mesa parece que vas a pedirme matrimonio- sonrió.

- Más quisieras- sonreí, me incorporé y pillándola de improviso le di un pellizco en el costado, a lo que respondió con un..."gruñido" se podría decir, que me hizo mucha gracia.

Terminamos de almorzar y volvimos al coche, ya que le pedí a Ainara que fuéramos a mi hotel para hacer el check in, que aún no lo había hecho, soltar las cosas, podríamos descansar un poco, me arreglaría para ir a cenar y después la acompañaría a casa para que ella hiciera lo mismo.

No sé cómo me las apañé para que aceptara, porque le estaba diciendo claramente que ibamos a pasar juntos lo que quedaba de día, pero aceptó.

Llegamos al hotel y aparqué el coche en el parking. No quería ni dejar huella de estar usando este coche, porque no podía, pero el Civic, cuando lo revisé con mi padre, nos dimos cuenta de que no tenía bien del todo la suspensión. Mi padre no se fiaba de que hiciera un viaje de 7 horas en un coche con la suspensión mal y yo me negaba a cancelar el viaje, ni a pasar por un taller que me tuviera entretenido todo el día. Así que, sí, me la he jugado.

No me pidas más (Marc Márquez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora