Bienvenida al barco

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El olor a chocolate me despertó de golpe. ¿Pero qué sería? Si no compramos nada ayer, no nos dio tiempo.

- Marc- susurré sacudiéndolo un poco.

- Uhmm- gruñó.

- Maaarc. Tengo hambre y huele a chocolate- me pareció ver una media sonrisa antes de que se girara y su cara se estampara contra la almohada- ¡qué buen despertar tienes!- dije irónica.

- Mmm- parecía no saber decir otra cosa.

- Ahí te quedas. Me voy a desayunar- dije levantándome de la cama pero consiguió atraparme antes de que pudiera dar un paso más para vestirme. Tiró de mi muñeca hacia él, haciendo que volviera a caer sobre la cama- Maaaarc- me quejé intentando salir de su abrazo.

- ¿Te quedas un ratito?

- Pero ¿cómo me voy a quedar con el olor a chocolate que hay en toda la casa? Me rugen las tripas.

- Eres una yonki del chocolate.

- No te lo niego. Chocolate en vena porfa pliiiis- respondí intentando salir de nuevo pero él volvió a tirarme hacia atrás- nada, que no me deja- dije para mí misma y él rió.

- Qué guapa estás por la mañana.

- Uuii tú estás muy dormido aún me da a mí- acariciaba su cara mientras decía esto, hasta que pensé lo gracioso que podría estar con la nariz como un cerdito, así que mis dedos viajaron lentamente hasta su nariz y la levanté un poco hasta que pareció un cerdito pero duró poco porque acabó mordiéndome el dedo con el que había hecho esto- sueelta- dije sacando el dedo de su boca- ¡qué asqueroso!

- ¿Coomo?- se estaba preparando para lo que sabía que iba a hacer.

- Marc, no, porfa. Si no lo he dicho queriendo...- dije intentando convencerlo.

- Ahh que ha sido sin querer.

- ¡Claro!

- Pues esto también- respondió antes de saltar sobre mí y empezar a darme besos cortos y sonoros por toda la cara, haciéndome reír a la vez que intentaba escapar de él- te dejo ir con una condición.

- Miedo me das. ¿Qué condición?

Al final la condición fue dejar que me hiciera unas fotos, así como iba. Me prometió no enseñárselas a nadie, ni a su mismísimo hermano, así que me fié de él.

 Me prometió no enseñárselas a nadie, ni a su mismísimo hermano, así que me fié de él

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No me pidas más (Marc Márquez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora