Lo que sea necesario

255 28 13
                                    

Narra Aina

Por fin en España, de momento en Barcelona, donde me quedan unos días por unos asuntos de una de las academias a partir de mañana. Estoy molida, pero ha sido una experiencia nueva así que no me arrepiento. Ya tengo que empezar a ver las cosas de otra manera más positiva porque queda un año entero y si no voy a acabar más que amargada.

Lo primero que hice al llegar fue dormir. Porque sí, porque podía. Y me tiré nada más y nada menos que 10 horas durmiendo sin enterarme de nada. Pero cuando me desperté ya estaba inquieta. Tenía que moverme, así que me puse ropa cómoda y salí a correr. Me enganché el móvil al brazalete y le di a reproducir mi playlist favorita para correr.

Pero no me duraría mucho la reproducción porque me llamaron desde un número oculto, el cual no pensaba coger por dos motivos: no respondo números privados y porque no era plan de responder asfixiada.

Este número llamó tres veces más y ya me dio qué pensar. No creo que un comercial de alguna compañía telefónica llame cuatro veces seguidas al mismo número. Son pesados pero ¿hasta ese punto? Así que decidí que cuando llegara a casa si me volvía a llamar lo cogería.

Y así fue. Volvieron a llamar.

- ¿Sí?- respondí nada más contestar la llamada.

- Buenas tardes- respondió un hombre con voz seria- ¿Ainara Gómez?

- Sí, soy yo- dije ya acojonada porque vamos si hubiera hecho algo malo ya me habría confesado nada más que con la voz del hombre.

- Soy Ricardo, de Yamaha ¿se acuerda de mí?

- Ahhh, Ricardo, perdona el número me salía número privado y por la voz no te había reconocido. Dime ¿pasa algo?

- Verás ha ocurrido una cosa en las últimas horas que me ha dejado un poco impactado y quería comentarlo contigo aprovechando, creo, que estás en Barcelona. ¿Podrías reunirte conmigo esta tarde?

- Em...claro, sí. ¿Pero es algo grave?

- Lo hablamos en persona mejor. ¿Sobre qué hora te viene bien?

- Pues...- miré la hora, las 2 de la tarde. Cuanto antes, mejor- sobre las 5 puedo estar. Si pudieras, claro.

- Perfecto, sí. Nos vemos a las 5 entonces, te mando la ubicación en unos minutos.

Y así me quedé con la intriga durante tres horas en las cuales ni comí por tener el estómago casi del revés. Hasta que llegó la ansiada hora.

Me reuní con Ricardo, el cual tenía la cara más firme aún que la voz. Daba miedo, no como cuando lo conocí. Y eso significaba que lo que había pasado sí que era realmente malo.

- Empecemos ¿no?

- Tú dirás- tragué saliva mientras me incorporaba un poco hacia delante.

- Hace dos días recibí una llamada del mayor de los Márquez- ¿Marc? ¿para qué? ¿y qué tenía que ver conmigo?- preguntaba por el contrato que teníamos contigo.

- ¿Y para qué quería saber eso? Además, no se le puede facilitar mis datos así porque sí, hay una ley...

- Ley de protección de datos. Créame que la conozco. No le dimos ningún dato más que el que ya sabía, que tienes un contrato en vigor con nosotros hasta final del mundial de este año.

- Sigo sin entender cuál era su propósito. ¿Les ha pedido algo más?

- Más bien nos ha ofrecido.

- No entiendo- este hombre daba muchos rodeos.

- Ainara. El señor Marc Márquez nos ha ofrecido una cantidad de dinero, no especificó cual, pero suficiente para costear tu despido- ¿cómo?- la contratación de otra azafata- ¿perdona? y además un amplio beneficio económico para Yamaha- imposible- No sé qué tiene Marc Márquez contigo, pero parece esta muy preocupado por tu futuro con nosotros.

No me pidas más (Marc Márquez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora